El trenecito de la Navidad y las inauguraciones milagrosas

"Quizás, si Paco de Lucía pudiera haber contemplado la escena navideña de 2024, habría sonreído, como lo hacen cada tarde los marroquíes saludando al trenecito"

El trenecito de la Navidad regresa a Algeciras: aquí puedes consultar horarios y precios

Una niña espera la llegada del trenecito navideño a la Plaza de Andalucía.
Una niña espera la llegada del trenecito navideño a la Plaza de Andalucía. / G.S.G.

30 de noviembre 2024 - 03:07

Anuncia el Ayuntamiento de Algeciras que, finalmente, “en pocos días” podremos disfrutar de dos de los epicentros culturales de la ciudad, dos faros de la identidad local que han acumulado más retrasos que promesas cumplidas: el centro de interpretación Paco de Lucía y el museo en la capilla del Cristo de la Alameda. El destino de estos proyectos ha sido todo un vaivén, una sucesión de desdichas digna de una novela de García Márquez, con concursos públicos desiertos, sobrecostes, el azote de la pandemia y hasta el hallazgo de restos arqueológicos o humedades.

Pero, como si de un milagro navideño se tratara, diciembre de 2024 se presenta con la promesa de abrir sus puertas. Como si, al fin, las palabras mágicas de Alí Babá, Ábrete Sésamo, pudieran hacer su magia y transformar en realidad los sueños de los que anhelaban, por fin, ver las llaves de estos templos del conocimiento girando en sus cerraduras.

Y es que, no cabe duda, estos dos centros culturales ya tienen su primer público previsto: los pasajeros del trenecito de la Navidad. Entre villancicos, melodías alegres y la omnipresente canción del Burrito sabanero, el trenecito recorrerá las calles de Algeciras, justo delante de lo que, en breve, serán las flamantes inauguraciones. El sonido de las carcajadas de las familias que se apiñan en los vagones resonará en los pasillos de estos nuevos santuarios culturales.

Lo curioso de todo esto es cómo, en este relato tan algecireño, los que más celebran la llegada del trenecito son los marroquíes. Son ellos quienes saludan con sonrisas francas, saludan a los viajeros desde las aceras, con esa alegría que tan a menudo se confunde con un reflejo de la propia ciudad. A lo largo del recorrido, entre restaurantes de comida marroquí, barberías árabes y hostales con nombres como Fez o Marrakech, se asoma un mosaico tan complejo como la historia de Algeciras: una ciudad que, como Paco de Lucía, siempre se ha movido entre dos aguas.

Esa es la esencia del alma algecireña, un crisol de culturas, una intersección de caminos que, como el Estrecho, se dan la mano sin importar las distancias. Mientras los grandes buques cruzan sus aguas con Marruecos al fondo, las aves migratorias atraviesan cada año ese mismo mar en busca de su hogar africano, y Paco de Lucía, con su guitarra siempre al alcance, pasaba las horas muertas en su casa cerca de la playa de El Rinconcillo, mirando el mar.

Quizás, si Paco de Lucía pudiera haber contemplado la escena navideña de 2024, habría sonreído, como lo hacen cada tarde los marroquíes saludando al trenecito.

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