El hombre que sabía javanés" es un cuento del brasileño Alfonso Lima Barreto publicado en 1911. El cónsul de Brasil en La Habana relata a un amigo las vicisitudes que le llevaron a ocupar tan principal cargo administrativo. Estando a punto de que le echasen por falta de pago de la pensión en que malvivía, leyó un anuncio en el periódico en que se solicitaba "profesor de javanés". En su desesperación e intuyendo que no serían muchos los candidatos, resolvió temerariamente (desconocía incluso la existencia de tal idioma) optar al puesto. Una visita a la biblioteca pública le sirvió para enterarse de que Java era una isla del archipiélago de Sonda y que el "javanés" era la lengua de los habitantes malayo-polinesios de la misma, poseyendo una notable literatura escrita en caracteres derivados del antiguo alfabeto hindú. Logró averiguar los signos del idioma, su pronunciación figurada y unas cuantas frases coloquiales del tipo: ¿Cómo está Vd.? Con tan escaso bagaje aprendido de memoria, obtuvo el empleo (no se presentó ningún otro aspirante) de profesor de javanés de un viejo aristócrata que deseaba poder leer un antiguo libro heredado de sus padres y escrito precisamente en tan extraño idioma. Para su suerte, el anciano se mostraba torpe incluso para asimilar lo poco de javanés que nuestro hombre podía enseñarle y decidió conformarse con la traducción directa del texto por parte de su "profesor". Este, naturalmente, inventó las historias que relataba a su alumno, pero quedó el pupilo tan impresionado por el buen hacer de su preceptor que en agradecimiento utilizó sus influencias para introducirlo en la carrera diplomática. El hecho de poseer -en teoría- tan extraordinaria habilidad lingüística fue suficiente para que le comisionasen en congresos, fuesen publicados sus escritos (meros apuntes etnográficos de la zona acompañados de una ristra de nombres de gente que había escrito algo en javanés) y le saliesen varios alumnos -que, como es lógico rechazó- para aprender el idioma. Su fama de erudito fue creciendo a la par que se consolidaba su carrera diplomática. ¿Qué vendría después del consulado de Cuba?

Estos días de plétora de convocatorias electorales, han servido de privilegiada plataforma de observación para detectar a una suerte de modernos "profesores de javanés" que, sin oficio ni beneficio y amparados en la creciente infantilización de la sociedad española, han alcanzado la categoría de líderes de opinión a pesar de su vaguedad -y ambigüedad- discursiva, su volubilidad de criterio y su inanidad intelectual. Ni siquiera precisan de la pillería y el valor del personaje del cuento, les basta con ejercer de orgullosos tiralevitas de sus jefes. En razón del declive del país, su futuro se antoja… esplendoroso.

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