El hijo de Isabel

No extraña que se hable de un “bebé” cuando, si hablásemos de un aborto voluntario, le llamaríamos “feto”

Bertín Osborne ha declarado que el embarazo de su novia “ha sido un accidente”. Se le entiende, pero accidente es la pérdida del bebé de ocho semanas que estaba esperando Isabel Díaz Ayuso. Yo felicito a Gabriela Guillén y a Bertín Osborne porque un nuevo niño vaya a nacerle al mundo; y vengo a condolerme por la pérdida de Díaz Ayuso.

No extraña que se hable de un “bebé” cuando, si hablásemos de un aborto voluntario, le llamaríamos “feto”, como mucho. Tanta diferencia ontológica dependiendo exclusivamente del deseo con el que se le espere (no del tiempo ni del código genético ni del estadio de desarrollo…) es una muestra del voluntarismo subjetivista (vulgo “capricho”) que la ley del aborto ha consagrado. Pero lejos de mí afearle a nadie que use la palabra correcta, “bebé”, como pide el corazón, que de estas cosas entiende mucho más que la política. Hace poco coreábamos a los coreanos que, en su sistema tradicional, empezaban a contar la edad de las personas desde un año antes de su nacimiento, para cubrir con holgura la concepción y la maravillosa vida intrauterina.

Mi mujer y yo hemos perdido tres bebés; y sé muy bien cómo se siente Isabel Díaz Ayuso, con qué pena tan honda. Le diría, sin embargo, que ya es para siempre la madre de esa persona. A los ojos de Dios, como vemos los creyentes, su vida es sagrada y su alma, que tuvo intacta desde el primer instante, inmortal. Pero incluso sin fe se percibe con fuerza lo valiosa que es una vida incipiente. Durará siempre el amor con que fue acogida y con el que será recordada.

Contrasta esta realidad con la de unos cafres que han hecho bromas ofensivas con esta desgracia. No quiero yo de ellos nada, ni aprovecharme. Son cuatro bestias que no representan ni a la extrema izquierda. Las redes tienen un efecto multiplicador que lo distorsiona todo. Pero incluso en su limitación mental y limitados a su responsabilidad personal hay que pensar que son capaces de hablar así porque el llamado “derecho al aborto” ha trivializado la vida intrauterina y rebajado a mínimos la dignidad de los fetos. Nos ha hecho peores como sociedad y a unos cuantos ya directamente indeseables.

Ojalá a Isabel Díaz Ayuso le consuele tanta muestra de cariño en prácticamente toda la sociedad española sin distinciones ideológicas. Y también el orgullo por el ejemplo que su hijo y ella están dando del amor que pervive y de la dignidad de toda vida. Mi abrazo.

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