Crónica personal
Pilar Cernuda
Una sentencia destinada a Conde-Pumpido
Hemos conocido hace muy pocos días el texto de la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, documento oficial básico que permite conocer las principales prioridades, objetivos y enfoques del gobierno estadounidense para proteger al país y sus intereses en el mundo. El texto define amenazas para el país, orientando la política exterior y militar para garantizar la seguridad nacional.
Me llama poderosamente la atención las partes del documento dedicadas a Europa. En los textos anteriores, Europa se había presentado siempre como un aliado que compartía principios comunes con el que había que contar para afrontar conjuntamente retos y amenazas. El texto conocido hace una semana incluye un giro total en las relaciones euroatlánticas. Para Estados Unidos, Europa ha dejado de ser un aliado y es considerada un adversario que se enfrenta a su propia desaparición como civilización. La razón es absolutamente sorprendente: su declive se basa, según Trump en el hecho de ser una comunidad basada en valores, principios democráticos e impulsora de un orden internacional basado en reglas y en el derecho internacional. Es especialmente alarmante que en el Estrategia de Seguridad Nacional se acuerde como objetivo de los Estados Unidos “ayudar a Europa a corregir su trayectoria actual” lo que implica según el texto “cultivar la resistencia”, esto es, justifica ni más ni menos que la injerencia en los asuntos internos de la Unión Europea. No hay duda que para ello utilizará el apoyo a los partidos de extrema derecha.
En mi opinión, esta posición es particularmente preocupante para la Unión Europea por los desafíos que debe afrontar tanto externos como internos. En primer lugar, la guerra de Ucrania es un recordatorio permanente que existe un riesgo real de confrontación militar generalizada ante la amenaza rusa que se ve fortalecida por el apoyo ya indisimulado de Trump a su reverenciado amigo Putin. En segundo lugar, el auge de los movimientos populistas y antieuropeos en el seno de la Unión en un momento de gran fragilidad de los partidos tradicionales que han protagonizado la vida política europea desde el final de Segunda Guerra Mundial. Veremos con cautela la respuesta europea, pero atisbamos dificultades para que la UE encuentre su lugar en un mundo basado en la fuerza, las amenazas y la coacción. El mundo de Trump.
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