Crónica personal
Pilar Cernuda
Una sentencia destinada a Conde-Pumpido
Francisco Salazar, ex asesor de nuestro presidente del Gobierno, ha resultado ser un hombre sin escrúpulos, una persona que se dedicaba a humillar a las mujeres. Pero lo más significativo es que todo un presidente del Gobierno haya depositado su confianza en una persona así. Y vamos creciendo, pues parece ser que sigue como como si nada.
Todo el asunto es bochornoso e inaceptable, no hay por donde cogerlo. El caso es que yo diría que este señor, el tal Salazar, no es responsable de sus actos, es una persona que necesita un tratamiento mental. Estamos en el siglo XXI con grandes avances en la tecnología y las conductas se rigen por la razón y la sostenibilidad en los comportamientos y expresiones sociales.
Me da a mí que un equipo de Gobierno no puede ni debe incluir entre sus asesores a personas de tan bajo nivel mental y moral. Sencillamente creo que el mal radica en la primera vez que se le dio voz y voto a una persona de estas características. No cuela eso de decir que tú no sabes por dónde puede salir el vecino que vive a tu lado. No es lo mismo, no, porque al vecino yo no le he dado un cargo, un sueldo y mi confianza. Luego el tema está en que hay que saber muy bien a quien ponemos en los cargos y a quien damos nuestra confianza. Las conductas son el vínculo más aproximado a la realidad que vive cada persona. Si no, recuperemos el refrán de “dime con quien andas y te diré quién eres”.
Se debe hacer un acto de reflexión y analizar la situación o situaciones que estamos viviendo últimamente para ser capaces de afrontar todos los retos que supone tener que tomar decisiones. No es nada fácil, pero es muy necesario examinar a fondo aquellas medidas que se van a tomar y saber a quienes ponemos en puestos de responsabilidad.
El pueblo te vota y te da su confianza, defraudar a los votantes es una provocación y además se puede conseguir un efecto boomerang y verte salpicado por las decisiones que has ido tomando.
En esta vida nada es para siempre, y equivocarse es humano, pero es muy digno reconocer el error, tomar medidas y, si fuera preciso, dar paso a otras personas para renovar el ambiente social.
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