El Consejero de Justicia de la Junta de Andalucía, José Antonio Nieto, efectuó unas declaraciones el pasado lunes, recogidas por Europa Sur, en las que comunicaba haberse entrevistado con el Ministro de Justicia, Félix Bolaños, para "tratar de implantar en el Campo de Gibraltar un Tribunal de Instancia, a fin de centralizar la instrucción de las causas más complejas por narcotráfico, y que el problema reside en el funcionamiento de los juzgados actuales".

Convencido estoy que el señor Nieto se habrá informado previamente cómo funcionarían esos Tribunales, nunca creados pese a que se abordó su establecimiento en 2010. Desde ese año hasta 2021, los sucesivos Gobiernos anunciaron su creación; las críticas que sufrió el proyecto hicieron decaer su implantación. Por tanto, es un proyecto obsoleto y rechazado por todos. Y desde mi punto de vista, con experiencia en la materia, esos Tribunales no serían la solución para solventar las complejas causas de instrucción de procedimientos de narcotráfico.

Los Tribunales de Instancia se contemplaban en los aludidos proyectos -que nunca llegaron a ser ley-, y se pretendían suprimir los Juzgados como órganos unipersonales, integrándose todos los jueces en un solo Tribunal de Instancia, donde se podrían establecer especializaciones en las diversas materias. Esto conllevaría, como se puso de manifiesto en aquellos momentos, la supresión de funcionarios de los distintos juzgados y un solo letrado de la Administración de Justicia para todo ese tribunal. La deducción era que se trataba con esa innovación un carácter economicista más que realmente funcional.

Y es que, tras lo ocurrido el mes pasado en Barbate con el asesinato de dos guardias civiles por presuntos narcotraficantes, han sido varias las declaraciones de políticos, intentando detallar lo que habían realizado de positivo en la zona y, eso sí, con nuevas promesas que como otras anteriores no llegarán a cumplirse.

Pero si de verdad se quiere empezar a dar solución a este asunto, no hay que acudir a esos recovecos, ya que es bastante más sencillo: bastaría que el Gobierno central, mediante decreto y a instancias de la Consejería de Justicia, procediera a la creación de dos juzgados al menos con competencia en Campo de Gibraltar, incluyendo otros partidos judiciales -Barbate y Sanlúcar, por ejemplo-, dedicados especialmente a la instrucción de procesos de la clase que comento; ello lo permite la Ley Orgánica del Poder Judicial y su puesta en funcionamiento en cualquier momento. Y considero que es esta la ocasión para hacerlo. Y si dentro de unos años, algún Gobierno llegase a crear esos Tribunales de Instancia, esos juzgados se integrarían en los mismos.

Pero dilatar al estudio de un proyecto rechazado desde hace años como el que se propone y en plan "piloto" en la zona parece ser un anuncio sin visos de realidad.

Llama la atención igualmente las palabras del señor Nieto en el sentido de "residir el problema en el funcionamiento de los juzgados y el perfil de sus titulares".

Esas palabras son totalmente rechazables y pronunciadas en un mal momento. En las últimas tres décadas, los titulares de los órganos unipersonales y colegiado -Sección de la Audiencia- lo han desempeñado y actualmente lo hacen. Son profesionales con gran dedicación y preparación, pese al trabajo enorme que supone instruir procedimientos de esta clase, sin que se les haya facilitado medios materiales que incumbe a la Junta de Andalucía, acordes con las circunstancias. Igual habría que decir respecto de los letrados de Justicia, fiscales y personal funcionariado. Ellos no son la causa del problema, sino el abandono que ha sufrido y sufren los órganos judiciales del Campo de Gibraltar.

Debe recapacitar el señor Consejero y modificar la propuesta que dice haber elevado al ministro de Justicia, y solicitar la creación de juzgados especiales para estas causas. Y, sobre todo, proporcionar los medios materiales suficientes al nivel otras comunidades autónomas y la Audiencia Nacional, ya que, en otro caso, llevaría al fracaso en la persecución de esta clase de delincuencia.