Punto muerto

España es hoy dos compartimentos estancos. Lo que explica que más de medio país no esperase estos resultados

En campaña escribí dos artículos sobre las encuestas: Encuesta arriba y Encuesta abajo. Vamos ahora con el punto muerto, que no es aún el de la gobernabilidad de España, sino el de las encuestas, tras los resultados. Alguien me afeó la guasa que me gastaba con las encuestas. No era para menos.

Salvo las de Tezanos, al que debo una disculpa pública. Acertó a medias, más que los demás. Las “tenazas” de mis jueguecitos de palabras me las aplico a mi lengua, tiro para afuera, y pido perdón. El resto han salido hueras. Tanto error responde a tres causas encadenadas. La primera, el interés en orientar el voto. Los intentos de llevar al redil demoscópico del voto útil a Vox han sido evidentes. ¿Con mala idea? No quiero hacer juicio de intenciones. Puede que solamente ejerciendo el pensamiento desiderativo, que confunde los sueños con la realidad. Y por culpa de las otras dos razones.

La segunda es que muy probablemente el voto de izquierdas haya pasado a ser vergonzante, como antaño el de derechas. Las encuestas no pudieron detectar que hay una bolsa de votantes del PSOE que no dice ni mu por vergüenza de Txapote, de la ley del sólo sí es sí y de la ley trans, etc. Pero que luego lo votan, quizá víctimas del burdo victimismo de Pedro Sánchez, que ha vuelto a funcionarle (qué paradoja) al mayor killer del reino.

La tercera razón es la más trabajadera para el futuro. España es hoy dos compartimentos estancos. Lo que explica que más de medio país no esperase estos resultados. La estanqueidad es tal que ni una gota de sospecha había atravesado las paredes que dividen a la sociedad. Ortega y Gasset escribiría hoy un ensayo titulado España incomunicada. También por eso es posible que, para muchísima gente, el miedo al espantajo de una inexistente derecha cavernícola haya funcionado de resorte para votar incluso aquello que tanto les avergüenza reconocer.

Aquí se abre el margen de mejora en Vox. Tiene que hacer un esfuerzo porque su mensaje rompa las cámaras estancas y las de eco. Abascal se multiplicó en la recta final de la campaña en multitud de entrevistas. A su ingente esfuerzo quizá podría haberse sumado el de otros representantes, mostrando así, de paso, la gran diversidad de matices y talentos que milita en Vox, y que es uno de sus valores, en sí mismo y porque desarticula la imagen monolítica. Queda por delante un inmenso trabajo pedagógico en política y en la sociedad civil.

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