Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Tribuna de Opinión
Nací un 28 de octubre. Casualidad. Fue 8 años antes que mi partido, el PSOE, con Felipe y Alfonso en la dirección, arrasara en las urnas con la mayor victoria en la democracia.
Crecí con la EGB y observé la admiración que despertaban Felipe y Alfonso. En mi adolescencia creo que os veneraba. Deseaba poder votaros, pero tuve que esperar, y esperé tanto que os separasteis en el Gobierno, aún no en el PSOE. Y ya por fin, llegó 1993, mi mayoría de edad y la primera vez que voté a nuestro partido.
En 1996, para mí un año universitario (con becas de Felipe), tuvimos nuestra primera derrota después de soportar al sindicato del crimen, y a muchos casos como Filesa, Luis Roldán o Mariano Rubio que deterioraron nuestra imagen y taparon la enorme gestión desarrollada por el PSOE y de la que me siento muy orgulloso. Ese año 1996, y esa derrota, fueron determinantes para que no siguiese como simpatizante socialista, sino que diera un paso más y solicité mi ingreso en el PSOE.
Pronto llegó el Congreso de 1997, que supuso la marcha de Felipe y Alfonso. Joaquín Almunia, el candidato de Felipe, se convierte en secretario general, y pronto convoca las Primeras Primarias para candidato a la Presidencia, y con mi apoyo, venció Borrell. Al aparato no le agradó, y tras algún episodio, regresó Almunia. Al principio gané, pero luego apoyé a nuestro Secretario General.
Son tiempos ya del Jarrón Chino. De apartarme pero quedarme. Y de las ganas de influir de Alfonso. Así llegamos al año 2000, y a través de Delegados, apoyé a Zapatero; no ganó la apuesta de Felipe, Bono, y sí que influyó Alfonso en la victoria de ZP.
Dos victorias con ZP de presidente nos permitieron recuperar la ilusión y nuevos derechos y más conquistas sociales siempre alrededor de la igualdad. La crisis económica mundial tapó la gestión de ZP, hoy más reconocida que aquel 2011, y metió de nuevo a nuestro partido en una vorágine negativa que obligó a una renovación del liderazgo que también se tuteló desde el aparato. Llegó a la candidatura de la Presidencia nuestro añorado Alfredo Pérez Rubalcaba y más tarde se sometió a un Congreso Ordinario del PSOE en Sevilla, al que acudí para respaldar el proyecto de Carme Chacón. Perdí y respeté el resultado y, por supuesto, apoyé a nuestro secretario general.
Las europeas de 2014 motivaron la dimisión de Alfredo, y nuevos Congresos. Apoyé con el aparato andaluz a Pedro Sánchez en las primeras primarias a secretario general, y ganamos… Pero seguía el debate. Una batalla posterior, en 2017, tras nuestro particular 1 de Octubre, que supuso un desgarro enorme tras la dimisión forzada de Pedro Sánchez, y las consiguientes primarias de 2017, donde recuperó la dirección del PSOE con la enorme fuerza que da la militancia.
Yo me mantuve con el aparato andaluz, apoyando no a Pedro, sino a Susana Díaz y acudí al acto de IFEMA, donde confirmaron su respaldo a esta opción todos los secretarios generales de la democracia del PSOE, allí estaban Felipe, Almunia, ZP, Rubalcaba y tampoco se movió de la foto, Alfonso. Todos aplaudíamos a Susana y todos perdimos. Comenzó el tiempo de Pedro Sánchez sin tutelas.
En el PSOE, un partido con 144 años de antigüedad, tenemos nuestros derechos como militantes, pero también tenemos obligaciones y espacios internos para debatir, por lo que no comprendo y sufro un gran dolor interno en mi admiración a ambos cuando os veo, Felipe y Alfonso, como permitís que la derecha de nuestro país, incluida la mediática, os utilice para atizar a nuestro Secretario General, a nuestro Presidente sin que haya un pronunciamiento vuestro en favor de nuestro PSOE.
La alternativa a nuestra coalición progresista viene tomando medidas contra la educación pública que construisteis y no os escucho, Felipe y Alfonso; los gobiernos de PP-VOX vienen eliminando políticas de igualdad que perjudican a todos, especialmente a las españolas, y no me entero de vuestra posición, o veo como VOX, con sus 33 diputados, necesarios e influyentes para la alternativa de Feijóo, quiere eliminar el Título VIII de nuestra Constitución y con ello nuestros autogobiernos, y no os escucho. No nos llega vuestra voz para advertir de los peligros de la llegada al poder de la derecha extrema y la extrema derecha.
Hay solo dos alternativas: o dejar gobernar a la derecha con la extrema derecha, o confiar en nuestro secretario general para conformar un Gobierno progresista que permita a nuestro país seguir en la senda de la igualdad, del empleo, de la lucha ante el cambio climático y de nuevas conquistas sociales.
“Esto no toca”, que diría Pujol, coincidir con Aznar y Rajoy, ni mucho menos con Feijóo y su sucesora Ayuso; no es hora de cambiar de sitio al Jarrón Chino, ni de quitar a nadie de la foto, es la hora de Pedro Sánchez y ahí debe contar con el apoyo de todos los socialistas.
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