Famoso es el mito de la ardilla que puede cruzar la Península Ibérica, desde Cádiz hasta el País Vasco, saltando de árbol en árbol, de rama en rama, sin pisar el suelo. Igual de popular podría hacerse la leyenda del algecireño que atravesó la ciudad de punta a punta saltando de loseta rota en loseta rota. Rara resulta la que no está hecha añicos. Algunas zonas, y no hablo de barriadas en el extrarradio, sino de pleno centro de la ciudad, son como celdillas de abeja.

Baldosas en la Plaza Alta de Algeciras. Baldosas en la Plaza Alta de Algeciras.

Baldosas en la Plaza Alta de Algeciras.

La Plaza Alta, por ejemplo, recuerda al panel de icnofósiles situado en los flysch del Parque del Centenario que, según se contó, robaron en primavera. Aunque de aquel misterio nunca más se supo. Sin embargo, las baldosas de la Plaza Alta no tienen millones de años. Tampoco las del mercado de abastos, cambiadas hace apenas dieciséis, coincidiendo con el centenario de la Conferencia de Algeciras.

Aquel año, muchos suelos fueron renovados; para peor, en la mayoría de los casos. A los operarios se les atravesó el mortero seco y aquellas losetas comenzaron a bailar antes, incluso, de su inauguración. Con las últimas lluvias torrenciales, muchas de nuestras plazas son ahora una ratonera de charcos, agujeros y baldosas sueltas que salpican agua sucia.

Coger el coche también tiene sus riesgos, con baches en el asfalto del tamaño de varios puños. Ojo al boquete que se ha abierto en la parte más baja de la cuesta de Fuerte Santiago. Todo un "rompellantas", como dicen al otro lado del Atlántico.

Eso no sucede en ninguna otra parte. Cuando viajo, he cogido la costumbre de observar obsesivamente el suelo y la envidia me corroe. Pasear por Portugal, con sus pequeños adoquines perfectos, ya es una tortura.

Rastros fósiles en la Punta de San García. Rastros fósiles en la Punta de San García.

Rastros fósiles en la Punta de San García.

Admito que, desde el centenario de la Conferencia de Algeciras, no puedo evitar un escalofrío cada vez que escucho que el Ayuntamiento va a renovar un pavimento. Supongo que el hundimiento de un tramo del Paseo de la Cornisa al poco de su remodelación por parte de la Autoridad Portuaria, también en 2006, acrecentó mis miedos sobre el suelo que piso en esta peculiar tierra. Un talud entero se vino abajo entonces, con sus pasarelas, árboles y todo.

El consejo de "pisar firme", en Algeciras, mejor no seguirlo.

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