Análisis

Juan Antonio palacios Escobar

Ex alcalde de Algeciras

Cuarenta son cuarenta

No piensen ustedes queridos lectores que les voy a cantar las cuarenta. Ni es mi vocación ni ustedes se lo merecen, tampoco vamos a echar una partida al tute. Ni una ni otra cosa. Así que entre posibles regañinas y juegos de naipes, nos vamos a introducir en un campo más serio.

Cuarenta es una cifra emblemática para la cultura española, para la popular y la política, para la generación del esfuerzo y la superación, esa que ha sido catalogada, y a la que me honro en pertenecer, como Régimen del 78. Los que vivimos la transición, votamos en las primeras elecciones del 77 y la Constitución y colaboramos a colocar nuestro país en el mundo desarrollado con todos sus perejiles.

Somos los y las que en algunos momentos de estos últimos años incluso fuimos calificados como "casta", por una fuerza política como Podemos, que se ha ido dando cuenta que la mejor manera de cambiar la cosas es gobernar, y que no reconocía que con mucho esfuerzo y compromiso, conseguimos salir de una dictadura y transformar nuestra sociedad en una democracia.

No podemos ni debemos presumir por ello, pero tampoco debemos escondernos, ocultarnos ni avergonzarnos. Hicimos lo que pudimos y lo mejor que supimos, procuramos sumar más que restar, unir en lugar de separar, ser plurales y diversos, y el 6 de Diciembre de 1978, hace cuarenta años, fuimos a votar una Constitución.

Confieso que cuando deposité mi voto en la urna sentí tanta emoción como cuando el 15 de junio de 1977 voté por primera vez por el PSOE. Conseguir esta Constitución con cuarenta años de vigencia, como Ley Esencial por la cual nos regimos o al menos deberíamos hacerlo no fue nada fácil, pero todos los actores políticos, desde la derecha a la izquierda, demostraron tener un alto sentido de Estado.

Cuando cumplimos este cuarenta aniversario de nuestra Carta Magna, la misma ha sufrido algunas modificaciones como la de 1992 en el artículo 13.2 como consecuencia del Tratado de Maastricht o la de 2011 del artículo 135 para garantizar el principio de estabilidad presupuestaria.

Han transcurrido cuatro décadas y en todos los sondeos y encuestas, un 70% de la población es partidaria de modificar nuestra Constitución. La inmensa mayoría de los países más relevantes de la Unión Europea, como Francia o Alemania, han producido mayor número de modificaciones, así los alemanes lo han hecho en sesenta ocasiones o los franceses en veinticuatro.

Parece que todos los partidos políticos en nuestro país, son partidarios de que hemos de adaptarnos constitucionalmente a los nuevos tiempos, y que de nada vale ignorar la realidad e instalarse en él ni se mira ni se toca, pero hay dos grandes problemas a la hora de abordar este proceso.

No corren ni buenos tiempos para la lírica ni para el acuerdo y el consenso político, cuando en nuestro País, y la ciencia confirma que las fake news se extienden más rápido que la verdad y que tienen un 70% más de probabilidades de ser replicadas.

Por una parte no existe ni el clima político adecuado, ni la atmosfera de consenso que se necesita para abordar con garantías una reforma constitucional... Creo que entre otros grandes temas habrá que afrontar el papel y la utilidad del Senado como Cámara Alta, la transformación del Título VIII como Organización Territorial del Estado, y su posible transformación en un Estado Federal, tal y como ha venido defendiendo el PSOE.

Sé que salir de este bucle en el que nos encontramos no es tarea fácil. El futuro es nuestro, si lo sabemos ver y construir. No podremos echarle la culpa a otros de lo que nosotros fuimos incapaces de hacer. Por eso, porque sabemos que lejos de los nacionalismos y los populismos somos capaces de encontrar juntos otros horizontes, avancemos sin miedo.

De todas formas hemos de apartar las siglas y los personalismos y pensar más en el país, dejar a un lado las confrontaciones y crispaciones, tal y como hicimos en el 78, en el que con todas nuestras equivocaciones y errores fuimos capaces de ponernos de acuerdo para hacer de España, una democracia consolidada y garantizada.

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