La estantería | Literatura infantil y juvenil

'El día que habló el agua', un escenario de sangre y sacerdotes apuñalados

La portada de 'El día que habló el agua'.

La portada de 'El día que habló el agua'.

Tenemos en esta fecha a los jóvenes estudiantes de bachillerato al borde de un ataque de nervios con todos los exámenes sobre sus cabezas. Es bueno despejarse un poco para tomar nuevas fuerzas. Podemos hacerlo escuchando alguna canción, con una película y también con una buena lectura y por ello os recomiendo El día que habló el agua.

¿En qué género podríamos encuadrar este libro? Es un thriller con suspense, tensión e intriga. Es una novela costumbrista, que nos describe bellamente Sevilla, sus habitantes y sus vivencias, enmarcado entre el 9 de abril y el 12 de junio de 1905. Es un relato histórico donde se cruzan perfectamente los personajes reales con la ficción novelesca. Tiene un admirable desarrollo psicológico y emocional de los protagonistas José Luis Mancilla y Dionisio Cortés, que, aunque son adultos, uno de ellos finalizando su carrera profesional, nos enseña que siempre es un buen momento para mejorar, para superar los problemas personales (este es un criterio que nos gusta a la hora de elegir lectura para los adolescentes).

Para nuestros jóvenes tan urbanitas, es una novela que les señala la relación que tiene la ciudad con el medio rural. Todo está íntimamente conectado: los conflictos agrarios, la sequía, la mala infraestructura hidráulica tienen consecuencias directas en los mercados de la ciudad. También tiene sus gotas de novela romántica. En definitiva, es un texto que con su prosa poética atrapa con facilidad a los lectores y los anima a continuar con la lectura.

El día que habló el agua consta de 23 capítulos, que fluyen con más rapidez que el agua del Guadalquivir, siempre teniendo por referencia a Sevilla, que te mira y a la que admira en cada una de sus 240 páginas. En el centro una gran Atalaya, la Catedral de Sevilla, con fondo de cielo azul limpio, “azul purísima”, “azul Sevilla”. Es la Sevilla de la modernidad, las farolas con luz eléctrica acaban de llegar. Escenas envueltas en sus olores a excremento de caballos, a trementina vieja, a polvo de almacén, a guiso en sus primeros sofritos y a café recalentado. Los aromas de los granos de café se mezclan con los efluvios del romero, la hierbabuena, la albahaca y la menta. Atentos porque su lectura pondrá en funcionamiento todos tus sentidos.

En la primera frase la novela te toma de la mano, pero no para pasear, sino para correr por su historia: “El reguero de gotas de sangre arrancaba desde el corazón del coro de la catedral… han apuñalado a Marcelino Gálvez… cinco puñaladas, una de ellas en el centro del corazón”. Han asesinado al deán, la mano derecha del arzobispo don Marcelo Spínola. ¿Quién y por qué lo han matado? El deán dejaba una interesante herencia ¿para quién será el dinero? Para resolver estas cuestiones nos pasearemos por los bajos de la Giralda, entre los naranjos, cruzaremos la Puerta Real. Acompañado de una tímida lluvia donde se mezcla la pureza del agua con la suciedad del barro.

Un buen mosaico de personajes, presentados en todas sus facetas. Entre ellos destaco el comisario José Luis Mancilla, caballero alto, corpulento, con la cabeza muy poblada de pelo negro, bigote recortado y cicatriz en la barbilla, como una cornada, porque en su oficio se juega a menudo la vida. Dionisio Cortés, veterano policía con sesenta años, con sus sonoros conflictos matrimoniales, amante del cante y las barras de bar. Cortés es el mejor maestro de la vida y de la profesión que ha podido tener José Luis, pero él a su vez ha sido el mejor “alumno” de Dioni.

Juan Antonio Alcocer, tratante de arte, con su galería en los soportales de la plaza de San Francisco, punto de encuentro de artistas y clientes.

El periodista de El Correo de Andalucía Alfonso Villanueva, con su olor a picadura de tabaco y a taberna.

Rafael de Villar, joven seminarista cordobés, con ojos claros y mirada misteriosa.El arzobispo Marcelo Spínola, preocupado por la difícil situación que vive Sevilla, con varias sequías encadenadas, llevando a los más desfavorecidos en su corazón y prestándoles su ayuda, es un abanderado de la caridad.

Fernando Montero, El Nano, ladronzuelo de baja relevancia y alta desvergüenza, con extenso historial de delitos menores.

Esta historia esta bellamente rematada, con toques taurinos, nada de libro abierto. El futuro es un toro que sale del chiquero, a toda velocidad, con incertidumbre y con pitones que te pueden dañar e incluso matar, pero al que hay que hacerle frente, con maestría y capote, valiente y mirando de frente.

Los pequeños lectores recomiendan: Ismael González, alumno de 2º de Bachillerato es quien nos presenta este libro: “Cuando nos presentaron este libro en el Club de lectura no pensaba que me iba a gustar tanto. No soy nada taurino y el autor es conocido por defender la llamada fiesta de los toros. Pero en su presentación nos comentaron que el libro describe muy bien a Sevilla y como seguramente el próximo año estaré estudiando allí lo elegí, y no me arrepiento. Es una novela de misterio interesante y me ha gustado mucho como describe Sevilla en todas sus facetas, con todos los sentidos”.

Víctor García-Rayo, Sevilla. Periodista, jefe de redacción, director y presentador de programas televisivos, así como articulista con más de 1.000 trabajos periodísticos sobre Sevilla. Para los que somos cofrades también es importante referir que es pregonero, un gran y buen pregonero. Desde su más tierna infancia ha tenido una gran vocación por el periodismo. Ha trabajado en cadena Rato, Diario ABC, Punto Radio y Telesevilla. Sus tres grandes pasiones son: Su amor por Sevilla; el mundo de las Hermandades, es hermano del Baratillo y de la Esperanza de Triana y muy devoto de las Cigarreras y del Cristo de la Corona; y la tauromaquia. Pero el mundo de la literatura también es un gran pilar en su vida.

Víctor García-Rayo, maestro, que buena faena ha sido este libro.

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