El agente especial Travolta

John Travolta parece escapar del dolor de haber perdido un hijo refugiándose en el trabajo. Y lo hace insistiendo en el género en que parece haberse especializado, el thriller, al que se adhieren sus últimas películas. Parece haber dejado atrás sus aspiraciones de convertirse en un actor "serio" después de que Tarantino lo rescatase de una cierta decadencia en la ya lejana Pulp Fiction. Y también ofrece un papel al que le ha cogido el gusto, excesivo, como el gran delincuente de Operación Swordfish o el atracador con clase de Pelham, uno, dos, tres. Lo curioso de Desde París con amor, único estreno de hoy que se atreve a medirse con el previsible taquillazo de Alicia en el país de las maravillas, es que es un film francés, producido por Luc Besson y dirigido por su viejo amigo Pierre Morel. Besson, que como director solo se dedica últimamente a la serie de Arthur y los Minimoys, como productor está llevando a cabo una serie de filmes plenos de acción, como la saga Taxi o la de Transporter.

Se ha apostado por un reparto internacional, pues además de Travolta, el protagonista es el británico Jonathan Rhys-Meyers, aunque la ambientación, como el título del film indica, es en la ciudad de la luz. Morel ya sabe lo que es trabajar con actores no galos pues hace dos años llevó a cabo con Liam Neeson el estimable thriller Venganza. Rhys-Meyers es un apacible y tranquilo funcionario en la embajada estadounidense en París que tiene una buena oportunidad de hacer méritos. Los servicios de inteligencia han descubierto que en la capital francesa se prepara un importante atentado terrorista. Al empleado lo ponen de asistente y chofer de un agente especial de la CIA -Travolta- que es conocido por sus métodos expeditivos y por saltarse toda regla a la torera. La comedia que surge del choque de estas dos personalidades antitéticas y la acción desenfrenada que es marca de fábrica de la factoría Besson marcan la trama de la película.