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Ziggy Stardust y las arañas de Marte

Se cumplen 40 años de la publicación de uno de los discos más míticos de la historia del rock, un trabajo con el que David Bowie se consagró como maestro y gurú de la cultura pop

David Bowie, como 'Ziggy Stardust', alias con el que el artista consiguió llegar a las grandes audiencias a través de uno de los discos más alabados de la tradición rock.
M. Pérez Rico · R. C.

20 de agosto 2012 - 05:00

Triángulos color amarillo chillón y blanco, pelo con onda y ciencia-ficción por doquier. David Bowie, el maestro británico de las masas, ese mismo que alumbró nuevas formas y caminos para la cultura pop, buscó como un aventurero inquieto la espontaneidad y frescura de movimientos y composturas nuevas en el mundo del rock & roll. Tiempos de glam rock, en los que la música era más que eso; era también estética y una forma de pensar y hasta de vivir. Una época en la que la psicodelia derivó paulatinamente hacia otros registros sonoros, en muchos casos basados en el virtuosismo y canciones con largos desarrollos.

No en el caso, desde luego, de The raise and fall of Ziggy Stardust & The Spiders from Mars, el disco con el que Bowie dio vida hace 40 años a su álter ego, un extraterrestre andrógino, la vía que el artista británico creó para poder combinar la seducción de las historias de ciencia-ficción, género que vivía asimismo su época de gran apogeo, y su gusto por el teatro kabuki de Japón. Ziggy Stardust fue el primer sosias que adoptó Bowie en su larga y camaleónica carrera, a lo largo de la cual aparecerían más tarde otros personajes como Aladdin Sane o el Duque Blanco.

Para conmemorar los 40 años de un disco merecidamente legendario y decisivo en la evolución del rock, la discográfica EMI ha sacado recientemente a la venta una edición especial del álbum. La historia del disco, conceptual y narrativo como tantos otros de su época, comienza con Ziggy revelando a los habitantes de la Tierra que sólo quedan cinco años para que el planeta desaparezca, tras lo que decide convertirse en un mesías del rock para salvar a la Humanidad de la destrucción. Aunque a la postre, tras muchas peripecias, termina por olvidar sus objetivos, víctima de su propio éxito. El propósito de Bowie al concebir el personaje fue insertar el espíritu de los musicales de Broadway en el rock, creando una estrella prefabricada con elementos de ambas tradiciones. Para crear a su álter ego, Bowie se inspiró en el excéntrico cantante británico de rock & roll Vince Taylor, fuertemente influido por Elvis Presley y a quien conoció personalmente a mediados de los años 60. En sus conciertos, Taylor salía a escena enfundado en cuero negro, maquillado y moviéndose espasmódicamente, posturas que claramente adoptó Bowie en sus actuaciones. En la época en la que ambos se conocieron, el primero se encontraba muy deteriorado por su adicción a las drogas y al alcohol, creía conocer los lugares exactos del mundo en los que supuestamente aterrizarían ovnis y aseguraba ser, durante sus discursos en los conciertos, la encarnación de Jesucristo.

La relativamente corta vida de Ziggy Stardust probó ser sólo una faceta de una carrera marcada por continuas reinvenciones. Con el paso de los años, y con el artista inmerso ya en lo que parece una retirada definitiva aunque en ningún momento anunciada ni confirmada, ese mítico disco pasó de ser un "reto al núcleo del rock", como lo definió David Buckley, biógrafo de Bowie, a una de esas escasas obras verdaderamente ineludibles para entender el rock y sus mutaciones en sus últimas cuatro décadas.

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