Escena Bruta inyecta una descarga de sensaciones con 15 minutos de escena
AlCultura acoge con gran éxito las propuestas de teatro y danza de la compañía malagueña Con doble pase ofrecen tres propuestas
Como un paulatino ascenso de emociones se digiere Escena Bruta. Apenas 15 minutos bastan para entender de sensaciones, las que apuntala esta compañía malagueña que no pretende sólo teatro, no es sólo interpretar un papel acorde a un guión escrito. Persigue arañar los sentidos de forma racial, a un centímetro, incluso con brutalidad, si se impone el caso.
AlCultura le concedió ayer a Algeciras la oportunidad de descubrir la escena a la carta. La sede de la asociación algecireña en la Dársena de El Saladillo abrió sus contenedores eclécticos al teatro, la danza contemporánea, la música y los monólogos en un bucle temporal, que además permitía recuperar lo vivido, para sentirlo de nuevo. Tres propuestas: Happy ending, Se puede tocar y María, puestas en escena de un cuarto de hora que, con gran éxito de público, llenaron cada unos de los boxes, ofreciéndose en un doble pase.
Juan Luis Lloret, del colectivo AlCultura, se enamoró en Málaga de Escena Bruta, de su intensidad e inmediatez, de la originalidad y quiso que Algeciras viera lo que reflejaron sus ojos. En esta ciudad se creó este flujo de artistas de distintas disciplinas, que está vivo en constante crecimiento, acogiendo a actores, autores, directores, músicos, bailarines, coreógrafos, artistas plásticos, audiovisuales y muchos más. Los jueves Escena Bruta puede disfrutarse en Málaga, ahora Lloret pretende que los miércoles le toque el turno a Algeciras y pueda tener continuidad. Además, siendo un nicho de artistas prevé promocionar el concepto de Escena Bruta en el Campo de Gibraltar para seguir sumando.
Happy Ending ofrece una desorbitada puesta en escena interpretada por Elena Casanueva y Paloma Peñarrubia. El caos, el fin del mundo, los efectos sonoros y visuales refuerzan el poder y la intensidad de un diálogo preciso y ruidoso, en el que se pretende incapacitar al entendimiento. La disparidad de efectos en apenas unos metros cuadrados, junto a una mesa, luces y acción gestual. Guiña a la destrucción de los recursos naturales, a la muerte, al calentamiento global , al desplome económico, al auténtico final.
Se puede tocar es un constante sobresalto de emoción, a ratos violento, tenso, dulce, sensual, sexual, con ritmo. Rebeca Carrera y Arturo Vargas ponen sobre las tablas teatro gestual y danza. Pretende cual reflejo desatar la necesidad del recuerdo interpretando a dos ancianos con un corazón vivo que recuperan, ante cualquier tropiezo, las ganas de sentir. El público acogió con gran entusiasmo esta idea escénica, cuya coreografía es de Vanessa López.
En el último pase estaba la obra María, más bien un monólogo a cargo de Alessandra García, tras caerse del cartel Concesionario. Vestida y desvestida, con más y menos ropa, va descubriendo un casting, un intento de alcanzar una meta, un deseo de obtener su papel.
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