Óscar Carrasco lleva 'Madrid off' al Centro Portugués de Fotografía

La otra cara de Madrid, del bullicio de la capital, de sus grandes edificios, de su luz entrecortada deslizada por los altos inmuebles. Una mirada apagada y desconocida ha logrado retratar el algecireño Óscar Carrasco (1976). Durante varios años ha estado trabajando en el proyecto Madrid Off, que se configura como una cartografía de espacios abandonados o en desuso de la comunidad de Madrid. Son 24 fotografías que muestran un territorio paralelo, una topografía formada por diferentes tipologías arquitectónicas.

Madrid Off se enmarca dentro de una exposición itinerante que mañana desembarca en el Centro Portugués de Fotografía en Oporto, dentro de la Mostra Espanha 2015. El proyecto está producido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la Secretaría de Estado de Cultura, la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas y la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes. El idilio callado de Carrasco con la fotografía le está llevando al éxito, aunque siempre destacando su carácter reservado. Carrasco participó en la pasada edición de ARCO en Madrid y de MACO en México con obra inédita de la exposición que ahora presenta.

En Madrid off el fotógrafo algecireñ retrata un comunidad centrada en inmuebles desconocidos, rincones inexplorados, paisajes periféricos. Una arquitectura que, a pesar de la "modernidad" que pudo suponer en su tiempo -como, por ejemplo, la sala Cisne Negro- a pesar de ser un símbolo de la industrialización de la ciudad -como la Fábrica Gal o el Mercado de Legazpi, entre otros-, desapareció de la vista, pasó a formar parte de lo prescindible, convirtiéndose en ruinas debido a su falta de uso o como reflejo de un mundo ya caduco.

La exposición explota una topografía compuesta por diferentes tipologías arquitectónicas que conforman un particular catálogo, un espejismo temporal de ese otro Madrid, a orillas de la prosperidad, desprovisto de tránsito y espectadores, donde el tiempo persevera y el paisaje emerge. Carrasco retrata edificaciones de todos los estilos, estructuras, finalidades y tiempos -desde la época medieval hasta el siglo XXI-.

El origen de esta exposición se encuentra en esos viajes de reconocimiento que llevaron al fotógrafo a emprender una especie de registro toponímico de los espacios. Claramente abandonados o simplemente ignorados, todos estos edificios han pasado a conformar un estrato más dentro del denso tejido urbano. Convertidos en un telón de fondo, excluidos del vital entramado de las ciudades en la que se insertan -que, por el contrario, continuaron evolucionando- son testigos mudos de cómo se desarrolla la vida cotidiana.

Carrasco se fija en la luz y en la atmósfera, remarcando con una fotografía que potencia también el detalle, la superficie de cada partícula, de cada desconchón, el polvo que flota en el aire. Cada imagen es además una pregunta, una interpretación. Como si se entrara en una cápsula de tiempo, al observar de cerca estas fotografías, invade en el espectador una sensación extraña de alejamiento de la realidad. Los muebles, la televisión, los objetos, pueden leerse como pruebas casi arqueológicas, y son, a la vez, fragmentos del mundo y un pequeño mundo en sí mismo.