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Diez años después, Nueva York tendrá su Memorial 11-S

  • El arquitecto Michael Arad, que curiosamente estaba en el World Trade Center el día de los atentados, ha sido el responsable de la construcción que recuerda a las víctimas.

Probablemente casi todos los ciudadanos en Estados Unidos aún recuerden dónde estaban el 11 de septiembre de 2001. Michael Arad se encontraba en la torre norte del World Trade Center en Nueva York cuando los aviones impactaron en el complejo. "Sólo pensé en mi novia", recuerda Arad. Ella se encontraba a sólo pocos cientos de metros, en la torre sur, que después de los atentados pasó a llamarse Ground Zero (Zona Cero).  

Ambos sobrevivieron y Arad recuerda a las casi 3.000 víctimas de  aquel día de un modo muy especial: es el arquitecto del Memorial del mayor atentado terrorista de la historia. Ya el mismo día de los ataques a las Torres Gemelas se alzaron las primeras voces pidiendo un monumento en honor de las víctimas. Debía ser grande, como la tristeza, decían unos, pero otros lo querían modesto, en contraste con la intolerancia de los islamistas radicales.  

Los más pragmáticos pedían que se construyera en otro sitio. La superficie se encuentra en medio del distrito financiero de Manhattan, uno de los terrenos más caros del mundo. Finalmente se llegó a un compromiso: en la zona donde se encontraba el World Trade Center, del tamaño de nueve campos de fútbol, se construirían cinco rascacielos, pero la mitad de la superficie se destinaría a un museo y un parque en conmemoración de  la memoria.  

"El 40% de los familiares de las víctimas jamás pudieron recuperar los cuerpos de las personas que murieron en los ataques", señala Joe Daniels, jefe de la Fundación responsable del monumento. "Para ellos éste es un terreno sagrado, y es lo que debería ser  para  todos", agrega. Si bien, incluso a diez años de los ataques, se siguen encontrando restos de las víctimas, la mayoría de los cuerpos permanecerán para siempre en la Zona Cero.  

Michael Arad nació en 1969 en Londres, donde su padre ocupó el cargo de embajador israelí. Luego vivió en Jerusalén y se mudó a  Estados Unidos para cursar sus estudios universitarios. En Nueva York  obtuvo su primer proyecto como arquitecto. La "gran manzana" lo fascinó, también después del 11 de septiembre de 2001. Se presentaron más de 5.000 proyectos de 63 países. Y ganó el diseño de Arad: Reflecting Absence (ausencia reflectora). La obra consta de dos grandes estanques, cada uno de 60 metros de ancho y 10  de profundidad y, a los costados de los muros, una catarata de agua que correrá continuamente. Una cinta con los nombres de las casi  3.000 víctimas rodeará los estanques.  

El proyecto fue bastante controvertido. Para algunos demasiado  grande, para otros muy caro. La financiación del proyecto, valuado en unos 500 millones de dólares, estuvo varias veces en discusión. Para Daniels, sin embargo, se trata de un deber nacional. "Sería  una vergüenza si en el décimo aniversario de los atentados los deudos aún no tengan un sitio común donde llorar a sus muertos. Será seguro un momento muy conmovedor, muy triste".  

Sin embargo, pese a la tristeza, Arad percibe un optimismo en la  cuidad. "Estos ataques debían intimidar a Nueva York. Pero por el  contrario, nos unieron más", afirmó el arquitecto israelí, quien  entretanto contrajo matrimonio con su novia de entonces.  Ante la pregunta de cómo cambió su vida en los últimos  dez años Arad contesta sonriente y lleno de confianza: "Ahora tenemos tres  hijos".

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