Pablo Antonio Fernández Sánchez

Director del Instituto de Estudios sobre América Latina de la Universidad de Sevilla

La cooperación espacial iberoamericana

El autor defiende los beneficios de que las agencias espaciales de América Latina trabajen en objetivos comunes con España y Portugal

Esta semana se está celebrando en Sevilla la importante Semana Espacial, como una apuesta del Gobierno español para visibilizar la Agencia Espacial Española, recientemente instalada en su sede oficial de San Jerónimo, en el edificio CREA. No en vano en Andalucía hay msá de cien empresas espaciales y entre ellas, algunas de las más importantes del mundo, como GMW, Hispasat, Hisdesat, Indra, Airbus, etcétera. 

Incluso la Presidencia española de la UE ha resuelto que haya un Consejo de Ministros de la UE de los responsables espaciales en esta ciudad de Sevilla. 

Ahora bien, de todo esto, lo más estratégico es la necesaria cooperación espacial iberoamericana. La cooperación europea está ya muy asentada, a través de la Agencia Espacial Europea y otros organismos. La iberoamericana está incipiente, pero es absolutamente estratégica. 

He podido participar en el V Foro Aeroespacial Chile-España y en el Seminario La cooperación espacial España-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe). Me han quedado claras dos cosas, la falta de gobernanza del espacio ultraterrestre y la necesidad de cooperación internacional. 

En efecto, las actividades espaciales no son solamente carísimas, con presupuestos inasumibles para los Estados individualmente hablando (ni siquiera para Estados Unidos) sino que los recursos se ven infrautilizados si no hay un uso racional, proporcionado y compartido. Por decir tan sólo un ejemplo, un satélite de observación de la tierra gira entorno a nuestro planeta y, por algunos minutos, a veces, algunos segundos, está observando un punto de interés determinado (por ejemplo, los movimientos terrestres en torno a las minas de un determinado Estado), pero el resto del tiempo hasta que gire completamente, estaría perdiendo eficacia si no es utilizado por otros Estados para observar espacios o situaciones que le son de interés. 

De eso se trata, de que Iberomérica se conciencie de esa necesidad y de que coopere de forma solidaria. España acaba de crear hace seis meses su Agencia Espacial Española, pero muchos Estados de América Latina ya habían creado las suyas propias y Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Venezuela disponen de agencias propias y/o satélites orbitando la tierra. Los intereses en materia de seguridad y defensa, observación de la tierra, conectividad, navegación aérea, etc. son tan sólo una expresión de los intereses más inmediatos y directos. Incluso lo más cercanos y baratos y, aun así, difícilmente abarcable para los Estados considerados individualmente. 

Si desde 2018 se han lanzado más de cinco mil satélites, se estima que hasta 2040 girarán en la órbita geoestacionaria más de cuatrocientos mil. 

Por tanto, estamos obligados a tener una mirada sistémica. Y esta tierra andaluza, aun más. Disponemos de infraestructuras tecnológicas de primerísimo nivel en nuestro suelo (el INTA de Huelva, los Observatorios Astronómicos de Granada y Almería, el Laser Lab, de Málaga, el Radar SST de Morón (Sevilla), el Centro de Vuelos Experimentales (ATLAS) de Jaén), con tecnología que se exporta a todos los lugares del mundo. Contamos, igualmente, con un Cluster Aeroespacial, que engloba a las más importantes empresas aeroespaciales de nuestro país. 

De esta forma, esas dos debilidades detectadas, la de la falta de gobernanza espacial y la necesidad de la cooperación iberoamericana, deben ser desarrolladas. La primera, ofreciendo un foco de atención al derecho aeroespacial (por eso apoyo la creación de un máster en ese marco, en la Universidad de Sevilla, que debería ser estratégico) y la institucionalización de la cooperación público-privada en el marco iberoamericano, reforzando no sólo los lazos políticos con la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), cuyo responsable está estos días en Sevilla. 

Hay que coordinarse entre España y Portugal, con ALCE y otras Agencias Nacionales del entorno iberoamericano para organizar actividades, investigación conjunta, exploración del espacio ultraterrestre desde posiciones comunes, aportar tecnología que permita un marco de seguridad y bienestar de la población y compartir capacidades espaciales. Hay muchos activos con poco rendimiento por falta de cooperación internacional. 

Nuestras empresas espaciales (sólo en Andalucía, más de cien) ya tratan de cooperar. Indra, por ejemplo, tiene más de 20.000 trabajadores en América Latina; Hispasat sirve a más de 30 países, muchos de ellos de América Latina. Otras muchas tienen plataformas de. Negocios espaciales en la zona. La economía espacial ya supone un importante porcentaje del PIB andaluz. 

Italia ya ha percibido esa importancia. Se ha sumado, como recientemente España, a los Acuerdos Artemisa, junto a Brasil, México, Colombia, etc. y está promoviendo la cooperación. Claro que esta cooperación tiene que ser amplia y, desde luego, la cooperación euro-latinoamericana sería importante pero los que hablamos español nos comunicamos mejor y como dijo Yerko Benavides Brito, ejfe de la División de Desarrollo Tecnológico e Industria del Ministerio de Defensa de Chile, ayer mismo, en la Agencia Espacial Española, los españoles y los latinoamericanos estamos “separados por un océano pero unidos por el espacio”. Esa es la clave y no podemos desaprovechar esta oportunidad. 

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