Alicia Coronil Jónsson | Economista jefe de Singular Bank

  • Pese a que 2023 ha sido un año mejor de lo esperado, termina entre grandes incertidumbres y apunta a un 2024 como un punto de inflexión en un proceso de desaceleración económica

  • La inflación no da tregua

“Entrar en recesión ya no garantiza que la inflación se vaya a moderar”

Alicia Coronil, en la sede del banco en Sevilla. Alicia Coronil, en la sede del banco en Sevilla.

Alicia Coronil, en la sede del banco en Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Escrito por

· Alberto Grimaldi

Subdirector de Diario de Sevilla

En pleno escenario de incertidumbre, la economista jefe de Singular Bank, Alicia Coronil Jónsson (Madrid, 1973), ha estado esta semana en Sevilla trasladando a clientes e inversores cómo ve el banco el escenario macroeconómico, que también aborda en esta entrevista.

–Encaramos el final de año y volvemos a ver mucha incertidumbre sobre la economía. Igual que el año pasado, pero luego 2023 ha ido mucho mejor de lo que se esperaba a finales de 2022. ¿Podemos mantener ese optimismo?

–No podemos mantener ese optimismo. Ahora deberíamos de ser muchísimo más cautos. Es algo que, desde Singular Bank, ya estábamos advirtiendo desde hace dos años, cuando empezó ya la reapertura de las economías después de la pandemia y antes de que surgiera la guerra de Ucrania. La década de los 20 de este siglo la podríamos definir como una era de volatilidad y donde lo que estamos viviendo es un escenario de permacrisis. Tenemos crisis constantes que aparecen, se superponen y que no acaban de solucionarse. Este año, como señala, ha sido un año más positivo de lo que esperábamos, pero también porque se ha dado una conjunción de elementos que este año no se van a repetir. La primera es la reapertura anticipada de China; la retirada de la política cero Covid. Luego tuvimos un invierno muy benigno que ayudó a modular los precios de la energía y ahora no sabemos tampoco cómo va a ser el escenario, no de cara a este invierno, desde el punto de vista de la climatología. Y por otro lado, también había un factor que ayudaba a sostener el crecimiento económico, el consumo de los hogares. Esa recuperación del sector servicios que ha sido tan intensa incluye un componente psicológico de que la gente necesitaba recuperar el tiempo perdido después de dos tres años de pandemia y que en los hogares había una bolsa de ahorro embalsada que les permitía no solamente hacer esa demanda de bienes y servicios, sino también ir compensando la subida de los precios. Es decir, paliar el impacto que estamos que está teniendo esta inflación sobre el bolsillo de los hogares. Y con una política fiscal por parte de los gobiernos que también ha sido muy expansiva.

–Y ahora se añade otra guerra, ¿qué va a ocurrir?

–Efectivamente, de cara al 2024 el escenario geopolítico se complica con esta guerra entre Israel y Hamas. Ya tenemos dos guerras en dos lugares estratégicos del mundo con incertidumbres geopolíticas en otras áreas, como el Sahel, en torno a Taiwán o Corea del Norte. A lo que se añade la situación tensionamiento social en América Latina. En este escenario tan complejo, los gobiernos tienen que ir retirando esos estímulos fiscales. En Europa se aplican nuevamente las reglas fiscales y, en Estados Unidos, la polarización política que está viviendo el país en las negociaciones presupuestaria, también señalan que podemos ir a un entorno en el que reduzca el gasto público. Y con unas tensiones inflacionistas que no dan tregua.

–Por eso le iba a preguntar. La inflación sigue siendo un problema que, aunque se aminora un poco, no cede. Ni siquiera con una política monetaria muy estricta, tanto de la Reserva Federal como del Banco Central Europeo. ¿Hará falta entrar en recesión para ajustar la inflación?

–Efectivamente, como dice, los bancos centrales están haciendo lo que tienen que hacer. Esta política monetaria restrictiva es necesaria para evitar un desanclaje de las expectativas, una espiral de precios, salarios y efectos de segunda ronda. Pero también estamos viendo que los bancos centrales se encuentran con nuevos paradigmas que se han acelerado, como en el mercado laboral. En las economías avanzadas, estamos viendo la retirada del mercado laboral de los baby boomers, lo que genera falta de trabajadores cuando surgen nuevas necesidades laborales en torno a nuevos ámbitos tecnológicos y de la transición energética. Eso es un nuevo paradigma que no se daba en la década de los 80. Además, nos encontramos con un escenario geopolítico muy complejo, que no era ni siquiera el que había en la década de los 90, cuando los bancos centrales tenían también que subir tipos para controlar la inflación. Ya no tenemos garantizado que con una recesión esas tensiones inflacionistas se vayan a moderar, porque las tensiones geopolíticas y la reconfiguración de las cadenas de valor y el aumento del proteccionismo van en sensu contrario. E incluso el populismo va en sentido contrario a lo que necesitan los gobiernos y los bancos centrales. Porque el populismo traslada en un aumento de la presión fiscal y eso va a los precios. Para mí, quienes tendrían que tomar el timón, la batuta, son los gobiernos, poniendo en el centro una palabra que para mí es clave: productividad. Los gobiernos deben aplicar reformas estructurales realmente de calado, que permitan impulsar la productividad y que permitan también adaptar el sistema burocrático, la regulación, el marco fiscal...

"No basta con la política monetaria, hacen falta reformas estructurales pero falta liderazgo político"

–Los bancos centrales, sobre todo el BCE, se han quejado mucho de que la política fiscal no ha acompañado a la política monetaria para que hubiera tenido más efectos sobre la inflación.

–Exacto. Por eso decía el populismo, porque al final muchas de esas medidas se han hecho desde un punto de vista populista, si me lo permite, porque son medidas que se han dado a toda la población y no han ido acotadas a los segmentos productivos o de la población que realmente deberían recibirlas. No hay una gran agenda de reformas estructurales y al final lo que ocurrió en la anterior crisis del petróleo y esas tensiones que hubo en la década de los 80, más allá de la labor que hicieron los bancos centrales, es que sí que hubo un liderazgo político que ahora nos falta. Ahora tenemos una crisis de liderazgo.

–Los empresarios están muy centrados en intentar bajar costes para que la inflación no se coma el margen que tienen, ¿no?

–Sí, por eso lo digo. Pero la palabra productividad, si se fija, no aparece en el debate.

La economista jefe de Singular Bank, durante la entrevista. La economista jefe de Singular Bank, durante la entrevista.

La economista jefe de Singular Bank, durante la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

–En esta reformulación del mundo que ha creado esta crisis constante, la Unión Europea tenía una gran oportunidad, pero no sé si la estamos aprovechando. ¿Cuál es su criterio?

–Soy bastante pro europea, en el sentido de que precisamente la pandemia e incluso la guerra de Ucrania ha acelerado la unidad. Pero, aunque hemos visto mayor unidad, evidentemente es difícil en un club de 27, donde hay partidos políticos de distinto signo y también sensibilidades distintas. Lo que ocurre en Ucrania tiene más exposición a Alemania o los países del Este. Mientras que a España o a Italia le puede provocar más impacto, desde el punto de vista de desestabilización, la presión migratoria desde el Magreb. Todavía hay falta de consensos o vamos más despacio de lo que sería deseable. Yo creo muchísimo en esa visión que tiene Alemania de liderazgo. Es un país que siempre ha sido capaz de reinventarse, de salir de todas las crisis que ha tenido. Si lo hacemos bien, aunque vayamos a un mundo más desglobalizado, de más de bloques, Europa se puede posicionar muy bien en la reconfiguración de las cadenas de valor y erigirse en un actor clave en todo el proceso de transición energética y también de digitalización.

–Si bajamos esa misma pregunta a España, el Gobierno presume mucho de que es el campeón en el crecimiento, ¿hay bases sólidas en lo que está diciendo?

–Efectivamente somos un país que este año y el pasado crecimos más que el conjunto. Pero también hay que recordar que España siempre es más sensible a los shocks. Nuestro PIB se contrae más en momentos de recesión.

–Fue el que más se contrajo la pandemia.

–Exacto. Por eso lo digo. Y el que se recupera con más vigor. Pero sinceramente, hay temas que no se terminan de abordar y que las cifras macro de senda de crecimiento no nos trasladan. Y son que España sigue también viviendo su permacrisis. No es capaz de buscar una senda de consolidación fiscal. Se ha deteriorado la situación presupuestaria del país. Tenemos un déficit estructural y un reto demográfico en torno a las pensiones y luego tenemos una tasa de desempleo, ya no solamente de la población general, sino de la población joven, con un dato que me parece preocupante porque no somos capaces de reformar nuestro sistema educativo. En España, el 34% de los jóvenes entre 25 y 34 años, la única formación que tienen es la educación obligatoria. Con ese dato es muy complicado que haya una un empleo de calidad y que se pueda hacer un proyecto vital. Y dotar a España de más productividad y de más crecimiento económico. Mi preocupación es, si no se hacen las grandes reformas, y no se vislumbran a corto plazo, porque tampoco nos está ayudando la inestabilidad y la polarización política en España, que las medidas que se van a adoptar pueden ser más de corte cortoplacista. Lo hemos visto con la reforma de las pensiones, con la actualización conforme al IPC, y esto no va a mejorar la situación presupuestaria del país y tampoco su competitividad futura, con un marco fiscal y laboral que también exige de reformas estructurales. El marco fiscal español está dejando de ser competitivo y tenemos un marco laboral que, a pesar de esas dos reformas, tampoco responde a los tiempos que vienen. Las políticas activas de empleo son ineficientes, por poner un ejemplo.

"Si la guerra entre Israel y Hamas va a una conflagración regional, el petróleo puede llegar a 150 dólares”

–Terminamos volviendo al principio. A pesar del buen crecimiento, se está rebajando las previsiones de aumento de PIB para 2024, incluso el Gobierno lo ha hecho. ¿Cuál es el mensaje de Singular Bank a sus clientes?

–Es un año absolutamente de punto de inflexión, en el que efectivamente vamos hacia una desaceleración del crecimiento, donde vamos a tener un nuevo entorno de precios y de tipos de interés altos que los bancos centrales van a tener que mantener durante un periodo de tiempo más prolongado. Para mí, lo que va a marcar hacia dónde vamos es precisamente cómo evoluciona, si me lo permite, es la guerra entre Israel y Hamas. Es el elemento que ahora mismo puede marcar. Si vamos a ese escenario que pintan los organismos internacionales de desaceleración y progresiva reducción de las presiones inflacionistas, o vamos a un escenario mucho más adverso. Porque si hay una conflagración regional, el precio del petróleo los expertos lo sitúan en 150 dólares. Sería un escenario de recesión para las economías avanzadas y también un deterioro de las expectativas de crecimiento y un repunte de las tasas de inflación. Es un año de punto de inflexión donde hay que ser cautos, porque hay más riesgos a la baja que catalizadores del crecimiento al alza.

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