Algeciras CF - AD Ceuta FC | La crónica

Cañonazo de magia del Algeciras (1-0)

¿Quién dijo que este Algeciras no tenía magia? Los que pensaban que el equipo de Lolo Escobar solo era músculo y más músculo ya pueden ponerse el partido contra el Ceuta y tomar notas. Que sí, que el Algeciras viene haciendo cada semana una exhibición de piernas, pero también cuenta con magos como Diego Esteban, capaz de poner patas arriba todo un Derbi del Estrecho con un gol de bandera, un cañonazo que mandó a pique a un Ceuta potente, un golazo que vuelve a disparar a los rojiblancos hacia las alturas del grupo II de la Primera Federación con 18 puntos.

Atrás quedó ya la primera derrota de la temporada. El Algeciras se desquitó en un partido grande, en una fiesta que hizo suya desde el mediodía con una convivencia ejemplar entre aficiones. En ese sentido, el Derbi del Estrecho fue para los dos. El Algeciras-Ceuta dignificó la Primera Federación antes, durante y después con más de 5.500 almas en las gradas.

Diego Esteban. Pequeño de tamaño pero enorme como jugador. No lleva el 10 por gusto en la espalda. El mediapunta decantó la victoria a falta de un cuarto de hora con un gol que cambió el rumbo de una segunda parte que estaba siendo de los caballas. Así es el fútbol a veces: trabajo, trabajo y trabajo hasta que surge la magia. Y saber sufrir, entender los conceptos defensivos y, por encima de todo, que esa carrera extra puede cubrir la espalda a un compañero y a fin de cuentas salvar uno, dos y hasta tres puntos. Lo mejor que tiene este Algeciras es que parece que cada uno mata por el otro, siempre deportivamente hablando.

El Algeciras se presentó sin cambios. Lolo Escobar dio un espaldarazo al once que se ganó el puesto en las siete primeras jornadas sin perder y repitió la alineación de Murcia, las cartas que la afición del Nuevo Mirador ya reconoce a primera vista: Lucho, Roldán, Diori, Juan Rodríguez, Tomás, Eric Montes, Borja Fernández, Diego Esteban, Zequi, Mario García e Iván Turrillo.

Los rojiblancos protagonizaron la primera aproximación en un inicio intenso. Un saque de esquina en corto de Tomás dio pie al remate de Zequi que atajó abajo Pedro López en el minuto 4. A renglón seguido llegó la réplica del Ceuta en una acción en la que Juan Rodríguez abortó providencial el chutazo que preparaba Dani Romera.

Con las hostilidades deportivas declaradas y las gradas elevando los decibelios, el Derbi del Estrecho se jugó sin cortapisas, con dos equipos queriéndose someter sobre el verde. Los caballas -vestidos de amarillo- mandaron el primer aviso serio en el minuto 9 con un disparo desde la frontal de Fran Rodríguez que escupió el larguero. Fallo en el marcaje de los locales y el ¡uy! en los corazones albirrojos.

El Algeciras aceptó el pescozón y subió sus líneas para tratar de presionar lo más alto posible a base de piernas. El Ceuta de José Juan Romero juega de memoria y, gracias a su enorme versatilidad, no se achantó en ningún momento.

Los de Lolo Escobar alcanzaron la media hora de juego en pleno derroche físico pero faltos de esa chispa en ataque, de ese golpecito de magia que desencadenase alguna jugada decisiva. El Ceuta, que se desplegaba como un acordeón, tenía a Lolo González en constante vigilancia por delante de la defensa caballa, que una línea de medios prestos a salir a la contra con el algecireño Antoñito siempre por el medio.

El Ceuta volvió a acercarse y lo hizo en un saque de esquina en el que pudo marcar tras una melé en el área pequeña donde salvó Lucho por el suelo. El cancerbero colombiano, más impreciso de lo habitual con los pies, estuvo certero a la hora de parar con las manos.

Los rojiblancos pasaron un tramo de inestabilidad antes del descanso. Diori pedía calma a sus compañeros y los de Escobar gozaron de una oportunidad al filo del 45 con una falta lateral de Tomás que Juan Rodríguez cabeceó a las manos del arquero ceutí.

Segundo tiempo

La polémica apareció en el Derbi del Estrecho nada más volver del descanso. Eric Montes sufrió un  penalti que el mallorquín Bestard Servera sacó al borde del área. El contacto se produjo dentro. Zequi lo intentó sin éxito a balón parado. El clima contra el arbitraje se calentó progresivamente porque el colegiado pitaba falta en contra prácticamente cada forcejeo.

El duelo recobró el ritmo con ambas escuadras buscándose las cosquillas. La retaguardia algecirista resistía con un imperial Diori, al corte siempre con contundencia. El de Níger tuvo en sus botas una oportunidad a balón parado que remató fuera desde un costado.

El Ceuta buscó los dominios de Lucho en una internada de Redru sobre el 60 y gozó de una falta cercan al área gracias a Antoñito. El nombre del algecireño fue coreado por los muchos seguidores caballas que poblaron el Fondo Norte. 

Escobar tiró de banquillo con la entrada de Cueto por el capitán para airear a un Algeciras que estaba empezando a ser sometido desde el centro del campo caballa. Los visitantes ganaban terreno poco a poco y aprovechaban el desquicie que estaba provocando el árbitro.

Diego Esteban, el mago

Pedíamos ese chispazo del Algeciras y entonces surgió Diego Esteban para demostrar el mago que lleva dentro. El 10 se fabricó un auténtico golazo, uno de los goles de la jornada seguro. El mediapunta se internó desde la banda derecho, se fue centrando, amagó y sacó un zapatazo imparable que enloqueció al Nuevo Mirador.

Con el 1-0 y un cuarto de hora por delante, el partido entró en una nueva dimensión. José Juan Romero zarandeó el banquillo con un triple cambio y Lolo Escobar metió otros dos para apuntalar la zaga con ese esquema de tres centrales cuando juega Admonio.

El Algeciras llegó muy entero a los últimos compases. El golazo de Diego Esteban rellenó el tanque moral y los de Escobar se lanzaron a por el segundo como la mejor vía par evitar que el Ceuta montase un asedio. Los caballas, no obstante, demostraron orgullo en un último arreón en el que se acercaron a balón parado y en una melé final en la que pudieron rematar dentro del área en varias ocasiones que el Algeciras defendió con el alma, ese intangible que en el fútbol también gana partidos.

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