Vóley playa

El doble éxito de Adrián Gavira

  • El taraguillero logra su tercer pasaporte para unos Juegos después de su "año más difícil"

  • Lesiones y coronavirus dificultaron un éxito plasmado el sábado junto a Pablo Herrera

  • "Ahora solo siento ilusión, muchísimas ganas de pelear por lo máximo", subraya

El jugador de vóley playa sanroqueño Adrián Gavira

El jugador de vóley playa sanroqueño Adrián Gavira

Su DNI dice que nació en La Línea el  17 de septiembre de 1987, pero Adrián Gavira es de San Roque. Afinando más, de Taraguilla. El sábado este jugador que lleva años anclado en la élite mundial del vóley-playa, pero al tiempo sencillo como la vida misma, lograba tras la novena plaza en Ostrava (República Checa) su tercera clasificación para unos Juegos Olímpicos, los que se celebrarán en Tokio en este inminente verano. Lo hizo de la mano de su inseparable Pablo Herrera, con el que ya estuvo en Río de Janeiro y en Londres y al que le unen la friolera de 13 temporadas dando vueltas por el planeta. Para el de Castellón será su quinta presencia en unos Juegos. Ahí es nada. Ha sido un tránsito complicado, larguísimo por el aplazamientos de las prueba como consecuencia de la pandemia generada por el Covid-19 (coronavirus). Lo que por momentos se antojaba un vía crucis, Gavira entiende ahora que “ha merecido la pena”.

Adrián Gavira ha tenido que superar un año difícil. Lesiones de cierta consideración, afectado por el coronavirus… llegó a dudar que pudiese alcanzar el pasaporte para Tokio. “Estoy mentalmente muy desgastado” confesó en mayo en una entrevista concedida a la agencia Efe. A última hora del sábado hablaba desde la República Checa para Europa Sur. Hasta su tono de voz había cambiado.

“Éste ha sido un ciclo olímpico diferente, ha durado más de lo normal como consecuencia de la pandemia”, recuerda. “No ha sido algo que haya afectado solo a los deportistas, evidentemente, sino que todos lo hemos pasado mal”.

Ha sido muy complicado, porque me tuve que someter a dos infiltraciones en las rodillas que acortaron la pretemporada y cuando ya me encontraba un poco mejor pillé el Covid”, detalla. “Todo eso dificultaba mantener la forma, mantener la mentalidad ganadora que necesitábamos prorrogar un año más, pero afortunadamente ha salido todo bien”, reflexiona.

 “Creo que hemos rendido a un muy buen nivel en este ciclo olímpico, porque el circuito masculino ha tenido una clasificación muy pero que muy exigente, hasta el punto de que se han definido las últimas plazas incluso con resultados en los últimos minutos en este último torneo”, subraya.

“Esa dureza también produce ahora una doble satisfacción, porque que Pablo [Herrera] con 39 años y yo, con 34, sigamos estando entre los mejores del mundo es algo que merece ser destacado”, reivindica el sanroqueño.

“Ahora tenemos unos cincuenta días por delante hasta que empiece la competición en Tokio y una vez parece que he dejado atrás las secuelas del coronavirus, sobre todo la fatiga muscular lo único que siento es muchísima ilusión, muchísimas ganas para pelear por lo máximo que eso seguro que no va a faltar”, finaliza, mientras le da vuelta a su objetivo mínimo: superar la novena plaza en la que Hererra y Gavira finalizaron sus dos actuaciones precedentes en unos Juegos Olímpicos.

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