Algeciras-G. Segoviana

Sangre, sudor y ascenso (1-0)

  • El Algeciras alcanza el necesitado regreso a la categoría de bronce en un sufrido duelo ante la Segoviana a vida o muerte, que gana con tanto en propia puerta de Anel a tiro de Antonio Jesús

La última gota de fuerza era para ascender, para salir victorioso de una eliminatoria y un encuentro  ante la Gimnástica Segoviana al borde del colapso y devolver al Algeciras Club de Fútbol a la Segunda división B, la categoría de bronce del fútbol nacional, que ayer dio la bienvenida de nuevo a uno de sus ilustres integrantes. Ha costado sangre, sudor y lágrimas rojiblancas alcanzar el necesario ascenso. Cuarenta y ocho partidos con una exigencia sobrenatural y cien puntos para los anales de la historia. El sentimiento más algecirista de todos: el sufrimiento, no podía faltar en el enésimo partido a vida o muerte. Fue vida, y hasta triunfo, y hasta gloria.

 

El Algeciras volvió a llevarse a sí mismo al límite. El gol de Adrián Máiquez en Segovia, en la ida de la última eliminatoria y última ocasión para alcanzar la Segunda B, daba una leve pero importante ventaja al conjunto albirrojo. En un Nuevo Mirador no lleno de público pero sí de entrega, valía el empate a cero pero en cualquier momento, con un gol visitante, el sueño se escapaba de las manos. Pero hasta la caprichosa fortuna  o la más caprichosa aún justicia, no tuvo más remedio que reconocer y premiar el esfuerzo y el trabajo del conjunto de Baldomero Hermoso Mere y echarle una mano cuando ese centro con intención de Antonio Jesús en el minuto 85' lo introdujo un jugador de la Segoviana en su propia meta. Fue ese detalle clave de un partido que pendió siempre de un hilo, que pudo caer de un lado en varias ocasiones, o de otro segundos antes de esa jugada clave pero que se encargó de anular el meta Josemi y la defensa. Al menos ya un gol de la Gimnástica no era morir cuando restaba tan poco y tan pocas fuerzas quedaban. 

 

El sufrimiento continuó un rato más y, de repente, casi sin transición, el éxtasis. Tantas ganas y necesidad había que muchos saltaron al campo antes de tiempo. Los corazones ya no resistían más.  

 

Fue una tarde calurosa. Las gradas no presentaban su mejor aspecto de la temporada en cuanto a entrada -hubo unos 5.000 espectadores- pero los que fueron, como los jugadores, no se dejaron nada. El drama se apoderó de los equipos. También un cansancio lógico y que no puede ni debe ocultarse, porque eso es que se ha entregado todo lo que hay. Ninguno quiso perder pero el Algeciras buscó más ganar. De forma intermitente e incluso con cierta torpeza o precipitación. En el cómputo general, y por distintas vías, ambos tuvieron sus ocasiones en una eliminatoria igualada.

 

Melchor encendió la mecha y corrió para tener la primera opción. La Segoviana estuvo más pendiente de no encajar, quería que el tiempo pasara con el marcador intacto, ya tendría alguna opción. Las tuvo. En la primera parte con robos en el centro del campo o con malas, malísimas decisiones de Manzano, que propiciaron contras que los rápidos jugadores de tres cuartos no supieron aprovechar. Josemi, que en una ocasión tuvo que parar una internada de Quique, y una defensa formada por Máiquez, Merino, Berlanga y un excelso Víctor González, tuvieron mucha culpa de ello. 

 

El Algeciras parecía encontrarse en una selva. Con miedo de recibir alguna mordedura, pisando con pies de plomo, algo agarrotado e inseguro. Faltaba continuidad, soltura, control en el centro. Nadie se hizo con el partido, que danzaba de un lugar a otro según tocaba. Hasta que apareció el inesperado Antoñito, que despertó a compañeros y grada del un peligroso letargo. Un actor secundario convertido en principal de Oscar en esta fase de ascenso. El canterano le echó cara, el desparpajo tal vez de la inconsciencia o la juventud, y puso magia y peligro. En una de esas jugadas, en el 36', se marchó de dos defensores segovianos y lanzó directo al larguero. Fue la mejor ocasión de la primera parte, junto a un cabezazo de Berlanga que se marchó por centímetro. Enfrente, la Segoviana acumuló acercamientos más que opciones y se defendió sin medias tintas, con contundencia y alguna pizca de dureza.

 

El Algeciras caminaría por el filo de la navaja también en gran parte del segundo acto de una final que no despejaba incógnita alguna. Al miedo se unía cada vez más el cansancio. Pesaba todo. Adrián Máiquez se empeñó en ser héroe, que lo es, del ascenso y se sacó con el alma un disparo que quedó demasiado encuadrado en la portería y Pablo, en la única intervención de mérito, se lo encontró. 

 

La Gimnástica Segoviana empezó a encontrarse más cómoda, a tener posesiones más largas, a parecer más fresco de piernas e ideas. Eran sensaciones más que una certeza. Antoñito dejó el campo entre ovación y desacuerdos por su salida del campo. Estaba muy cansado. Javi Chico entró en su lugar. 

 

Willy robó un balón en el 60' pero Joselu no encontró forma de disparar. El de La Perlita hizo el último servicio antes de salir entre aplausos del césped para dejar el sitio a Antonio Jesús, que tenía reservado un lugar de lujo en el partido del ascenso.  

 

El encuentro entraba en una fase peligrosa, un poco donde quería Santi Sedano, técnico rival, que deseaba llegar con empate a cero al ochenta. Pero ese territorio temporal es rojiblanco esta temporada. Pudo marcar la Segoviana en una serie de rechaces dentro del área y con una intervención salvadora, a lo Fito ante el Hellín, de Josemi. Se hizo el silencio en La Menacha, roto únicamente por agudos gritos de auténtico terror de una señora de tribuna. Gritos que se cambiaron por otros de alegría sólo un minuto después. Del infierno a la gloria por la vía de un centro medido salido de la zurda de Antonio Jesús al que llegó Anel antes que Joselu para accidentalmente introducir el balón en su propia portería. 

 

Quedaban cinco minutos y otros cinco de descuento. Se hicieron eternos. Parte del público se precipitó y saltó al campo. Había ganas de ascenso. Un ascenso que llegó un año después de un cruel y doloroso descenso y que permite al Algeciras Club de Fútbol participar la próxima campaña en una Segunda B de auténtico lujo, a la altura de su equipo, su afición y su historia.

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