Cine

La Mostra de Venecia empieza con el homenaje a Liliana Cavani

  • La directora de ‘Portero de noche’ presenta su nueva película a los 90 años y recibe el León de Oro en reconocimiento a su carrera

Charlotte Rampling, con Liliana Cavani.

Charlotte Rampling, con Liliana Cavani. / Ettore Ferrari / Efe

Liliana Cavani, pionera del cine europeo con sus 90 años, estrena en el Festival de Venecia su última película y, de paso, recordó sus inicios como documentalista tras la II Guerra Mundial, arremetiendo contra quienes aún niegan el Holocausto: “El negacionismo es absurdo”, denunció.

“Tras haber visto toda la guerra filmada, porque existía la famosa Arriflex, una cámara pequeña que permitió filmar toda la guerra, creo que el negacionismo es absurdo”, sostuvo la directora del clásico Portero de noche (1974) en la rueda de prensa de la Mostra, que se inauguró ayer.

Cavani (Carpi, 1933) recibió el León de Oro honorífico de la Mostra, en la que ha estrenado fuera de concurso L’Ordine del tempo (El orden del tiempo), una reflexión sobre el paso de la vida y de las oportunidades sacada del libro homónimo del divulgador científico Carlo Rovelli.

¿Cómo reaccionaríamos si descubriéramos que el mundo está a punto de desaparecer? En la película, un asteroide mortal irrumpe en la vida de unos amigos que vivían cómodamente, haciendo aflorar una verdad oculta maquillada por una falsa sensación de seguridad.

La cineasta se mantiene así tras la cámara, con una jovialidad sorprendente, para agrandar una carrera iniciada hace seis décadas con una serie de documentales para la RAI sobre la guerra, como Storia del Terzo Reich (1962), L’età di Stalin (1963) o Philippe Pétain: Processo a Vichy (1965), premiado precisamente en la Mostra de Venecia.

Cavani se había licenciado en Lenguas Antiguas, pero se percató de que “sabía más de la guerra del Peloponeso que de la II Guerra Mundial” y así se zambulló en los archivos. Por eso, el tema del conflicto y del nazismo le surge espontáneo y con visible indignación: “Por aquel entonces para mi fue una revelación que todavía existieran nazis por ahí. Y todavía hay, pero bueno, estamos tranquilos”, afirmó en tono irónico.

“En los colegios falta un poco de humanidad. No se habla del dolor de la guerra”, dice la directora

En este sentido, recordó como el peor momento de su dilatadísima trayectoria el descubrimiento de imágenes de archivo sobre la liberación de algunos campos de exterminio. “Tanto es así que cuando escucho a algún negacionista pienso que se le debería atar a un sillón para mostrarle aquellos hechos. Creo que se estudia poco la Historia y es una locura, pensamos que siempre los del pasado eran unos bárbaros pero las guerras han sido siendo más criminales, ha ido in crescendo, y eso nadie lo cuenta en las escuelas. En los colegios falta un poco de humanidad”, denunció.

Aquellos tiempos negros para Europa sin embargo apuntalaron la trama de su mayor éxito cinematográfico, el clásico Portero de noche, el idilio sexual y sadomasoquista entre un extorturador de las SS (Dirk Bogarde) y una prisionera judía (Charlotte Rampling).

Una película controvertida desde su nacimiento y muy censurada con la que Cavani entrelazaba la idea del poder con el de la ambigüedad de la condición humana. “Tocó una tecla evidentemente poco usada porque creó estupor”, reconoció la realizadora.“Aquel filme estaba en mi interior, lo conservaba dentro después de tantas horas de historia humana y tanto material filmado de la guerra”, sostuvo.

Tal es así que el personaje de Rampling está inspirado en el caso de dos mujeres que conoció en la realización del documental La donna della resistenza (1965). La primera, una superviviente de Auschwitz que en un primer momento no quiso ser entrevistada porque se avergonzaba de haber salvado su vida; la segunda, una profesora italiana que cada verano, tras su liberación, se iba de vacaciones a Dachau. “Para mí era un hecho psicológico nuevo para explorar e hice una investigación muy curiosa a nivel de conocimiento del ser humano”, rememoró. Cavani recibió el León de Oro honorífico en la ceremonia de apertura de la 80 Mostra, de manos precisamente de Rampling.

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