A VISTA DEL ÁGUILA

El Casino Cinema

  • A principios de los setenta, aún se encontraban en pie edificios que albergaron palcos y bambalinas como el Casino Cinema

  • Del Águila captó los últimos años de este célebre espacio

El Casino Cinema y su entorno.

El Casino Cinema y su entorno. / Archivo Hijas de Miguel Ángel del Águila

Desde su refundación como ciudad, en Algeciras se alzaron locales donde se representaban piezas teatrales a las que acudían con indisimulada pasión sus habitantes. Aún permanece en pie el patio Grande de la calle Tarifa, cuya estructura de corral sigue mostrando balconadas, la entrada en pasillo y el fondo cerrado de la escena. Leandro Fernández de Moratín dejó por escrito su asistencia a la representación de varias obras en escenarios aledaños a la plaza Alta.

A partir de mediados del XIX, después de la ubicación de la Feria en los terrenos del antiguo cortijo del Calvario, fue cuando se erigieron locales en los salones y alamedas que se diseñaron siguiendo el trazado norte de la muralla medieval. En paralelo al paseo de la Feria, en 1880 el Casino de Algeciras levantó una caseta donde se realizaban representaciones y bailes durante la semana festiva de junio que acabaron alargándose en el calendario. En 1913 sus lienzos de madera fueron sustituidos por un altivo edificio de trapezoidal factura que acabó formando parte de la memoria de muchos algecireños y que Miguel Ángel del Águila fotografió en sus últimos años de vida: el Casino Cinema.

1. El Casino Cinema y su entorno

El edificio del Casino Cinema, fotografiado por Miguel Ángel del Águila en la primavera de 1970, tenía algo de paradójico y de innovador. A ello contribuyeron las particularidades del terreno donde se erigió. Lo mandaron construir en mitad de la cuesta del Calvario, entre la desembocadura de la calle Ancha y la plaza de toros de la Perseverancia. Este desnivel determinó su estructura de teatro de particular corte italiano, ya que el elevado volumen que debía envolver al escenario y la tramoya se levantó en la zona más baja del solar, mientras que se situó el patio de butacas en un nivel superior, en busca de las mayores elevaciones de poniente.Eran dos edificios en uno: el salón donde se ubicaban los espectadores se asentaba en paralelo a la cuesta adonde se abrían pórticos de forja y cubiertas a dos aguas de teja inglesa sobre triangulares soportes de hierro, mientras que el escenario se enfundó con una sólida estructura de cuatro niveles abierta a levante: piedra y ladrillo cubiertos por grises enfoscados; ventanales de arcos rebajados y guiños a un apenas sugerido modernismo; barandillas y jarrones en los remates; los cuatro óculos del ático mirando a las cercanas frondas del parque; la pareja de ventanillas donde se vendían las entradas bajo escuetas marquesinas.Entre sobrias carteleras publicitarias, la rebajada puerta de acceso sobre la que lucía el letrero del local con perspectiva de cinemascope. Desde allí se accedía al revés al patio de butacas, de espaldas a la escena, dando la sensación de que atravesábamos al otro lado del espejo, cruzando de forma inconscientemente innovadora una cuarta pared de la que aún nadie nos había hablado.

2. Las tablas del escenario

Por el proscenio del Casino Cinema pasaron compañías y solistas; hubo representaciones y conciertos; cuplés y zarzuelas, danza y comedias. Sobre sus tablas actores y músicos actuaban cuando se enrollaba el blanco lienzo sobre el que se proyectaban sonoras imágenes de tantas tardes de cine. Allí se estrenó Ben-Hur y Niágara, Lo que el viento se llevó y Cleopatra; allí actuaron doña Concha y Marifé; Juanita Reina y Antonio Machín; allí Agustín Moriche presentó festivales; allí actores y actrices declamaron con vocalizadas entonaciones; allí tuvieron lugar un buen número de homenajes, como el que se le tributó a Fernando Portilla el 14 de febrero de 1969. Aquella tarde, Miguel Ángel del Águila fotografió las actuaciones de numerosos artistas locales.

Las tablas del escenario Las tablas del escenario

Las tablas del escenario / Archivo Hijas de Miguel Ángel de Águila

En primer plano aparece con su muy definida pose mirando sin mirar por encima de la guitarra, impoluto terno oscuro, camisa blanca de planchados puños, acanalados calcetines negros y brillantes zapatos, un Paco de Lucía con veintidós años, cuyo nombre ya había comenzado a despuntar. Tras él, entre bambalinas, altavoces y micrófonos, jóvenes que oyen al guitarrista, miran al fotógrafo o participan en tertulias cigarro en boca, desobedeciendo la leyenda del cartel de “Prohibido fumar”. Silla de tijera sonora, inclinado talón derecho, micrófono sonoro, guitarra con sonido a gloria. Pocas imágenes suenan como esta.

3. Telón

El trece de abril de 1970, el Casino Cinema dejó caer el telón de forma definitiva. Aquel día el fotógrafo realizó un reportaje que tiene la grisura uniforme de los definitivos cierres. Se asoman iluminados por la cámara los viejos respaldos de madera de unas butacas sobre las que se sentaron generaciones de algecireños. Listones de madera lisos de tantos roces; deshilvanadas chapas con una numeración ya inservible; palcos laterales separados por columnas de fundición entre las que cuelgan esféricos globos de luz. Lienzos de tela cubren un techo en el que se oía la lluvia las interminables tardes de invierno con programa doble. Sobre el escenario, un telón con flecos dorados y delicada greca de aplicación que desde aquel día no iba a oír más aplausos. No hay actores sobre las tablas, ni músicos, ni famosas de la tonadilla. Solo un grupo de operarios que inician el desmontaje de inservibles útiles de escena.

Telón. Telón.

Telón. / Archivo Hijas de Miguel Ángel del Águila

A partir de entonces no fueron necesarios decorados, ni telones, ni pantallas, ni fondos frente a los que representar obras, actuaciones, recitales, festivales u homenajes. Aquel día quedaron en silencio las gargantas, los instrumentos y los altavoces. Se oscureció el óxido de tanta forja vendida al peso, y sonó la lluvia como nunca bajo unas tejas inglesas que dejaron de cobijar ilusiones hasta que un enésimo derribo acabó con todo menos con su memoria que imágenes como estas intentan mantener.

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