El vandalismo juvenil arruina los trampolines del parque Barbésula, uno de los espacios infantiles más populares del Campo de Gibraltar
Adolescentes pinchan sistemáticamente las colchonetas de aire, obligando al Ayuntamiento de San Roque a repararlas una y otra vez sin éxito. El recinto, inaugurado en 2023 con más de un millón de euros de inversión pública, sufre el deterioro constante de su atracción estrella
La inauguración del parque Barbésula en Guadiaro, en imágenes
El parque Barbésula, un moderno espacio de recreo para familias ubicado en el recinto ferial de Guadiaro, en el término municipal de San Roque, atraviesa tiempos difíciles. Lo que nació hace apenas un año y medio como una promesa de ocio seguro, gratuito y original, se ha visto empañado por una sucesión de actos vandálicos protagonizados por un grupo de adolescentes que, según varios testigos, acuden al recinto al caer la tarde para dañar de forma deliberada las principales atracciones del parque: dos trampolines de aire tematizados como si formaran parte de una antigua ciudad romana.
Los destrozos, reiterados y sistemáticos, se centran en las dos colchonetas de salto —una de 14 metros de diámetro y otra de 6— que desde su apertura se han convertido en un reclamo irresistible para los más pequeños. Estas estructuras, conocidas técnicamente como airtrampolines o airmountains, están diseñadas para soportar intensas jornadas de juego y salto. Fabricadas con tela Panamá de alta resistencia (900 gramos por metro cuadrado) y ancladas al suelo mediante tubos de acero, deberían ofrecer diversión desde la mañana hasta la noche. Pero en Guadiaro, los planes se han torcido.
Ataques repetidos y a plena luz del día
“La historia se repite una y otra vez”, cuenta a Europa Sur uno de los vecinos que frecuenta el parque con sus hijos. “Vienen siempre los mismos, tres o cuatro chavales de unos 15 años, llegan a última hora de la tarde o incluso ya de noche. Localizan el cierre del trampolín, le hacen un agujero con algo punzante y se van corriendo. En cuestión de minutos, todo el aire se escapa y la lona se viene abajo”.
El pasado domingo, 25 de mayo, la imagen era desoladora. La gran colchoneta de 14 metros, decorada con motivos romanos y rodeada de un anillo de arena para amortiguar las caídas, yacía desinflada, con la tela caída y arrugada como un globo roto. A unos metros, el trampolín pequeño —con forma de escudo romano— también mostraba signos de sabotaje: un nuevo orificio dejaba escapar el aire, que un generador trataba de reponer sin éxito. La lona apenas conseguía mantenerse erguida.
Una atracción estrella bajo asedio
El Ayuntamiento de San Roque, promotor de este parque infantil que fue inaugurado en diciembre de 2023 tras una inversión de más de un millón de euros, ha tratado de solucionar el problema en varias ocasiones. Se han sustituido las zonas perforadas de la tela, reforzado el perímetro, revisado los sistemas de inflado. Todo en vano.
“Por cada reparación que se hace, aparece un nuevo ataque. No hay vigilancia suficiente ni consecuencias para quienes lo hacen. Y mientras tanto, los niños se quedan sin su sitio favorito”, lamenta otra madre de la barriada.
El parque Barbésula fue concebido no solo como una zona de juegos, sino como un pequeño homenaje a la historia del entorno. Su nombre remite a la antigua ciudad romana que existió en la desembocadura del río Guadiaro, y buena parte de su estética imita estructuras de aquella época. Los trampolines, por ejemplo, reproducen formas y símbolos de la iconografía romana, integrando ocio y cultura en una propuesta original que, hasta ahora, ha sido un éxito de público.
Pese a que el parque ha sido diseñado con materiales duraderos y está anclado con sistemas subterráneos pensados para evitar vandalismo ocasional, los ataques sistemáticos, organizados y repetidos han dejado claro que el problema no es técnico, sino social.
Los vecinos coinciden en que falta vigilancia efectiva. “Hay días que no se ve ni un solo agente en la zona. Y si no hay vigilancia ni cámaras, es como si dijeras que vale todo”, apuntan desde un negocio de hostelería cercano.
Lo que está en juego va más allá de unas colchonetas pinchadas. El parque Barbésula se había consolidado como un nuevo centro de convivencia para las familias de Guadiaro y todo el Campo de Gibraltar. Sus juegos tematizados, su diseño cuidado y su cercanía al río lo habían convertido en un lugar de referencia para niños y mayores. Una especie de oasis en la comarca inspirado en la historia antigua y pensado para el presente.
Ahora, el deterioro constante de su atracción más emblemática siembra la frustración entre quienes veían en este parque una inversión ejemplar.
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