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La tragicomedia de septiembre: los menores de tres años inician el curso en las escuelas infantiles del Campo de Gibraltar

Entre lágrimas estratégicas y pequeñas mochilas, este miércoles reabren las guarderías con la novedad de la gratuidad para los niños de dos años

Estas son las novedades del curso escolar en el Campo de Gibraltar: gratuidad en las guarderías y nuevos másteres en la UCA

Dos pequeñas observan con recelo el cartel de 'bienvenidos' en una escuela infantil de Algeciras. / Vanessa Pérez
G.S.G.

Algeciras, 03 de septiembre 2025 - 11:12

Hay fechas que marcan el calendario emocional de las familias como un tatuaje indeleble. El 3 de septiembre es una de ellas. A las puertas de las 2.197 escuelas infantilesde Andalucía se ha representado esta mañana el mismo drama que se repite cada año desde que el mundo es mundo: el ritual de la separación temporal entre progenitores y vástagos, ese momento en que los adultos descubren que sus retoños pueden ser, simultáneamente, la cosa más adorable del universo y pequeños dictadores especializados en chantaje emocional.

En la provincia de Cádiz, exactamente 10.418 menores de tres años han protagonizado este miércoles la tragicomedia cotidiana. También en el Campo de Gibraltar. Desde los 642 bebés de cero años —que aún no han desarrollado las técnicas de manipulación psicológica avanzadas— hasta los 5.991 veteranos de dos años, auténticos maestros en el arte del llanto estratégico y la mirada de reproche que atraviesa el alma parental como un láser de culpabilidad.

La escena se repite con la precisión de un mecanismo de relojería suizo: madres y padres que intentan mantener la compostura mientras sus pequeños despliegan un repertorio dramático que haría palidecer a los actores del Teatro Real. "Solo son unas horitas, mi vida", susurran con esa sonrisa temblorosa que engaña a todo el mundo excepto al niño de dos años, quien ha detectado la mentira piadosa con la eficacia de un detector de metales en el aeropuerto.

Las mochilas de este primer día merecen capítulo aparte. Son auténticas naves espaciales de supervivencia infantil: pañales suficientes para resistir un asedio medieval, baberos con nombres bordados como si fueran escudos heráldicos, biberones que parecen instrumental científico y ese peluche inseparable que, inevitablemente, ha quedado olvidado en casa provocando el primer drama del día.

Para el 2025-26 la Junta impulsa la gratuidad del servicio de atención socioeducativa para todos los escolares de dos años

Este año, sin embargo, hay una novedad que dulcifica ligeramente el panorama: la gratuidad del servicio socioeducativo para todos los escolares de dos años. Una medida que supone un respiro de 240,53 euros mensuales por alumno para las familias gaditanas, aunque ningún descuento económico puede aliviar la sensación de que estás abandonando a tu descendencia en manos de desconocidos, por muy cualificados que estén.

Los períodos de adaptación, esa invención pedagógica que pretende suavizar el trauma, funcionan como los entrenamientos para saltar en paracaídas: por mucho que te preparen, cuando llega el momento de saltar del avión, descubres que toda la teoría se desvanece ante la realidad del vacío. Los primeros días, los pequeños permanecen menos horas en el centro, aumentando progresivamente la estancia hasta alcanzar las ocho horas máximas que permite la normativa.

Los educadores infantiles, esos héroes anónimos del sistema educativo, observan la escena con la paciencia de quien ha visto pasar mil septiembres. Saben que detrás de cada llanto desconsolado se esconde un niño que, en cuestión de días, correrá hacia el aula con la misma determinación con la que hoy se aferraba a la pierna materna como un koala en peligro de extinción.

Niños de la mano y algunos nervios en el primer día del curso 2025-26 en las escuelas infantiles del Campo de Gibraltar. / Vanessa Pérez

Entre el alivio y la nostalgia

Mientras tanto, los padres regresan a casa con esa mezcla extraña de alivio y nostalgia que define la paternidad moderna. El silencio del hogar, que ayer era un lujo impensable, hoy suena a vacío existencial. Consultarán el móvil cada cinco minutos esperando noticias del frente de batalla, aunque sepan que no hay noticias que dar: sus pequeños están descubriendo que el mundo es más grande que el salón de casa y que hay vida más allá del reino doméstico.

Al final de la mañana, cuando llegue la hora de la recogida, muchos de esos niños que a primera hora parecían extras de una tragedia griega saldrán corriendo hacia sus padres con una sonrisa que borra de un plumazo todas las preocupaciones matutinas. Porque si hay algo que caracteriza a la infancia es su capacidad infinita para la adaptación y el olvido selectivo.

Mañana será otro día. Y pasado mañana, otro. Y así hasta que septiembre sea solo un recuerdo y estos 10.418 pequeños gaditanos hayan convertido las aulas en su segundo hogar. Mientras tanto, las familias seguirán perfeccionando el arte de la despedida rápida y la sonrisa valiente, esos pequeños rituales que hacen que la vida en familia sea, a la vez, la cosa más complicada y la más hermosa del mundo.

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