Cuando Juan Carlos I propuso a Isabel II que Carlos y Diana visitasen Algeciras, "una bonita ciudad portuaria", en su viaje de bodas

Reconciliación: Las memorias del rey Emérito

El rey Emérito describe en su libro su desencuentro con la Casa Real británica por la estancia en Gibraltar de los herederos de la corona y sobre su intento de buscar una alternativa, que pasaba por recibir previamente y de forma personal a los recién casados en la capital oficiosa del Campo de Gibraltar

'Reconciliación', el libro de Juan Carlos I, ya está en las librerías españolas

El libro de memorias del rey Juan Carlos, 'Reconciliación', en una librería.
El libro de memorias del rey Juan Carlos, 'Reconciliación', en una librería. / Mariscal / Efe
F.E.

Algeciras, 05 de diciembre 2025 - 04:01

Juan Carlos I rememora en su libro de memorias, escrito por Laurence Debray bajo el título de Reconciliación, un pasaje de su biografía relacionado con Algeciras y Gibraltar a cuenta del viaje de bodas en 1981 de los príncipes de Gales, Carlos y Diana, y de su controvertido paso por la colonia británica. Ese hecho, considerado como una reivindicación de soberanía de Reino Unido sobre el Peñón y un desaire a España, provocó que el entonces monarca español renunciase a asistir al enlace de la pareja en Londres.

"A pesar de los problemas entre Estados que a veces pueden surgir", afirma Juan Carlos en referencia a las monarquías europeas, "siempre nos mostramos solidarios porque sabemos distinguir lo personal de lo institucional. Hemos sido educados en el sentido del deber con respecto a nuestras funciones, a las de la Corona, pero también en el respeto absoluto a nuestros lazos familiares. Lo uno no afecta a lo otro. Seguimos siendo amigos y cómplices, incluso cuando hay desacuerdos institucionales. Esta ha sido nuestra fuerza durante siglos".

El hecho de que Carlos y Diana iniciaran oficialmente en Gibraltar su luna de miel fue visto por el Gobierno español, y por mí mismo, como una provocación"

"Por ejemplo, tuve que renunciar a ir a la boda del príncipe Carlos y Lady Di en 1981. Toda la familia estaba invitada y Lilibeth", afirma Juan Carlos en referencia Isabel II de Reino Unido, "muy amablemente, nos alojaba en uno de sus castillos". "Estábamos encantados de asistir a este maravilloso acontecimiento familiar, en compañía de nuestros primos y amigos, representantes de todas las monarquías. Miles de invitados acudieron de todo el mundo para participar en la «boda del siglo». Pero unas semanas antes, la Casa Real británica anunció los detalles de la luna de miel de los novios en el yate Britannia, y se supo que comenzaría en Gibraltar. Este enclave británico en Andalucía, concedido en virtud del Tratado de Utrecht en 1713, es un asunto espinoso entre nuestros dos países. Ya a principios de los años sesenta, España planteó en Naciones Unidas la cuestión de este vestigio colonial británico que pone en entredicho la integridad de nuestro territorio. En el momento de la boda, la frontera entre lo que los ingleses conocen como the Rock y España estaba cerrada. El hecho de que Carlos y Diana iniciaran oficialmente en Gibraltar su luna de miel fue visto por el Gobierno español, y por mí mismo, como una provocación. El ministro español de Asuntos Exteriores protestó ante su homólogo y también desde el Gobierno se tomaron medidas. Todo fue en vano. Así que no dudé en llamar a la Reina".

Laurence Debray, autora de la memorias de Juan Carlos I, 'Reconciliación', en la presentación del libro.
Laurence Debray, autora de la memorias de Juan Carlos I, 'Reconciliación', en la presentación del libro. / Boja Sánchez Trilllo / Efe

El hoy rey Emérito rememora en el libro la conversación con Isabel II:

—Te propongo recibir personalmente a los Príncipes de Gales en cualquier lugar de España que deseen; en Algeciras, por ejemplo, que es una bonita ciudad portuaria situada justo enfrente de Gibraltar, y luego pueden hacer una escala técnica en Gibraltar antes de irse de luna de miel. Habrán estado primero en España y luego podrán continuar su camino hacia donde quieran.

El hecho de que un rey recibiera a una pareja de herederos me pareció un gesto lo suficientemente importante como para llegar a un compromiso.

—Juanito, no puedo cambiar la ruta de mi yate... —replicó ella, y cuando insistí añadió, inflexible—: No puedo en absoluto, no depende solamente de mí.

"Ante tan poca buena voluntad, decidí comunicarle que no podía asistir a la boda. Eso puso fin a nuestra discusión. Me dio pena tener que renunciar a ello, pero, antes que primo, era jefe de Estado. Carlos y Lady Di pasaron unas horas en Gibraltar, suficientes como para despertar el entusiasmo identitario británico en este territorio. Pero ese problema diplomático no afectó a mi relación personal con la Familia Real británica. Sabemos dejar a un lado nuestras diferencias políticas y diplomáticas", afirma Juan Carlos.

Nuevo incidente por la visita de Eduardo

"No es la única vez que he tenido que cancelar un viaje", relata a continuación. "En 2012, no pude asistir al jubileo de diamante de la Reina porque el príncipe Eduardo, el hijo menor de Isabel II, había visitado Gibraltar, además de que los pescadores españoles habían tenido problemas con las patrulleras británicas. Las relaciones entre nuestros dos países volvían a ser tensas y el Gobierno me animó a declinar la invitación. Lo hice a regañadientes, pero no tenía elección. El Gobierno siempre tiene la última palabra".

Me resistía a aprender inglés, por patriotismo, por la cuestión de Gibraltar. Durante la Guerra Civil, los británicos habían aprovechado la situación para ganar terreno e incluso construir un aeropuerto"

En otro pasaje de sus memorias, el Emérito confiesa cómo en su temprana juventud se resistió a aprender inglés "por patriotismo, por la cuestión de Gibraltar", pese a que su padre, Juan de Borbón, "era totalmente anglófilo".

"En 1986 fui de viaje oficial a Londres. La última visita de un rey español a Londres había sido en 1905, y fue cuando mi abuelo Alfonso XIII conoció a su futura esposa, Victoria Eugenia. La Reina y yo nos alojamos en el castillo de Windsor, el verdadero hogar de la Reina, ya que Buckingham era solo su residencia oficial, la sede de sus funciones; un detalle que demuestra nuestro excelente entendimiento. En el almuerzo familiar, que celebramos justo después de pasar revista a las tropas, tuve ocasión de recordarle a la Reina nuestra primera conversación. Yo debía de tener unos quince años y ella veintisiete, porque nos separaban doce años. Fue durante los primeros meses de su reinado. Mi padre iba de vez en cuando a Inglaterra, a veces en agosto para ir de caza o visitar a amigos, y ella lo invitaba a comer. En aquella ocasión, en 1953, lo acompañé, es posible que el viaje coincidiera con las vacaciones escolares. En la época me resistía a aprender inglés, por patriotismo, por la cuestión de Gibraltar. Durante la Guerra Civil, los británicos habían aprovechado la situación para ganar terreno e incluso construir un aeropuerto, y luego Franco había convertido el peñón en una causa nacional. Para el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, Gibraltar sería, años después, su principal preocupación. En cualquier caso, mi padre, que se había formado en la Royal Navy y hablaba inglés con su madre y sus primos, me reprochaba mi terquedad. Era totalmente anglófilo y tenía el sistema británico de monarquía constitucional como modelo político".

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