El valor del dual

05 de diciembre 2025 - 03:06

En nuestra lengua no existen dos números gramaticales, sino tres: el singular, el plural… y el dual. Si el primero sirve para designar realidades únicas y el segundo es marca de multiplicidad, el dual se utiliza cuando el hablante se refiere a objetos dobles en su entidad, evidenciando una doblez absolutamente indivisible. Al tener la misma marca morfemática que el plural, el dual ha pasado desapercibido ante las conciencias y los libros de gramática, aunque cualquier usuario constata que unos alicates, unas tijeras, unas pinzas o unos pantis son realidades únicas, de marcada singularidad, aunque están conformados por un referente doble pero indisolublemente unidos, tan relacionados entre sí que uno sin otro dejan de tener sentido, tan poco como una media o un calcetín disparejos.

El dual se puede aplicar a entidades mucho más complejas como una ciudad o, mejor dicho, dos ciudades. Es bien conocida la etimología de Algeciras, que remite a Al Yazirat o la isla árabe, pero no lo es tanto el sentido de la -s final, que es una atestiguada marca de dual. En época musulmana no había una, sino dos poblaciones perfectamente amalgamadas: la Villa Vieja y la Villa Nueva, entre las que discurría el entonces inspirador río de la Miel, que desempeñaba la función de puerto o embarcadero de ambas. Conformaban una fusión tan equilibrada que Alfonso el Onceno, el monarca castellano que logró conquistarla en 1344, se refirió en sus crónicas y libros de monterías siempre a ellas en dual, como las Algeciras y aquel Domingo de Ramos, dos comitivas cristianas tomaron posesión de ambas villas, separadas y unidas por un cauce que con los años fue sepultado en una muestra de claro desprecio a la historia y también a la gramática.

En la ciudad actual, muy dada a las amnesias, la -s final se mantiene en su topónimo casi por la fuerza de la costumbre, mientras los hablantes seguimos desconociendo la existencia del dual. Últimamente, en las calles del centro vemos que entre tantos bajos comerciales cerrados se han abierto clínicas dentales, de estética y ópticas, que deben de ser negocios pujantes. En una de ellas se observa un cartel publicitario con un texto en el que se oferta una segunda gafa de regalo; así, sin la -s de dual que tienen las gafas en nuestra lengua: se ve que ya no consta el sema de dos lentes firmemente unidas. Alfonso el Onceno se llevaría las manos a la cabeza: él que tanto apreciaba las segundas unidades.

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