'Mafia on the Rock'

Crónicas de la prosperidad compartida

El caso del comisario Ian McGrail y el contundente informe del auditor ponen de relieve las conexiones entre importantes bufetes de la colonia con el Gobierno de Fabián Picardo

La frontera de La Línea y Gibraltar

La cumbre del Peñón de Gibraltar, con las torres Hassans en la parte inferior, construidas en terrenos ganados al mar.
La cumbre del Peñón de Gibraltar, con las torres Hassans en la parte inferior, construidas en terrenos ganados al mar. / Erasmo Fenoy
Teófilo Morón

La Línea, 28 de septiembre 2025 - 04:01

Otro domingo más con el firme propósito de amenizarles el desayuno a los lectores, espero que con sus obligados churros o papitas, faltaría más. Espero que la temática que a continuación desarrollaremos no termine indigestándoles la primera comida del día.

Volvemos a los paraísos fiscales, ya expusimos cómo no existe una norma por la que se determine qué jurisdicción es un paraíso fiscal y cuál no, pero de los distintos parámetros que se manejan, Gibraltar suele cumplirlos todos. Para no repetirme hoy, pretendía incidir en un parámetro fundamental, que tiene su miga.

El parámetro en cuestión toma como indicio el hecho de que la política sea subyugada a los intereses de los servicios financieros (o a veces por delincuentes, y a veces por ambos) de manera que haya un escaso o nulo riesgo de que la política democrática intervenga para interrumpir el negocio de hacer caja. De esta manera hay un escaso o nulo riesgo de que la política democrática intervenga para detener a la maquinaria blanqueo/defraudadora.

El secuestro de la democracia por parte del capital genera una curiosa paradoja, zonas ultra libres, de orgulloso marchamo democrático, que dan lecciones de democracia al resto del mundo y sin embargo son lugares represivos, donde no se tolera la más mínima crítica.

El británico y sus colonos, se enorgullecen de ser muy educados y civilizados y de haber exportado dicha civilización a sus territorios coloniales. No se entiende, pues, cómo durante generaciones hubo egipcios que viajaron a visitar la tumba de Sir Evelyn Baring -cónsul general en el Egipto británico entre 1883 y 1907- para escupir sobre ella. Sus formas son más refinadas que las lapidaciones afganas, los ahorcamientos de grúas iraníes e incluso los tés de polonio o suicidios de tres tiros por la espalda rusos. La represión británica es más sutil.

Antes de desarrollar esta represión ha de tenerse presente cómo se estructura la mafia. A lo que nos incumbe, una familia mafiosa tiene al jefe, capo, en italiano. Este tiene un consigliere, consejero, una cabeza pensante, normalmente un abogado, que no toca los trapos sucios para no mancharse. El consigliere suele gozar de una buena reputación social lo que le permite ostentar cargos a nivel institucional. Le siguen los que informalmente se conocen como capitanes, que son los que dirigen un grupo de soldados. En el estrato más bajo tenemos a los soldados: estos son la carne de cañón, los prescindibles, los sicarios, los que cometen los delitos y aportan las ganancias a la familia mafiosa. En este último nivel se incluyen los chivatos, los que se infiltran en las estructuras gubernamentales, policiales o judiciales para mantener informada a la familia mafiosa que se mueve por su área de influencia y ejecutar labores de mina o zapa que eviten problemas a la familia. Tengan en cuenta que cuanto más beneficio se aporta a la familia, más escalones se asciende.

Para garantizarse la lealtad y que nadie se vaya de la lengua, el capo, normalmente a través del consigliere, se encarga de garantizar, que, en caso de ser descubierto o detenido cualquier miembro de la familia, tenga un abogado que le defienda y sustento para él y su familia. Por aquello de que es uno de los nuestros.

Teniendo presente la estructura criminal expuesta, si yo, Don Teo, fuera capo de una familia y quisiera aterrizar en una terminal de la City para llenarme los bolsillos con dinero en A, o en B, montaría o acudiría a un bufete de abogados, una actividad legal con muchos posibles a mis fines. De esta manera, de entre la plantilla de abogados podría elegir al más leal, brillante, maleable y codicioso de mis abogados para ficharlo como consigliere. A este intentaría colocarlo como jefe del gobierno de turno, por aquello de que puede ajustar la Ley a mis intereses y además tener acceso al dinero publico y la concesión de contratos, obras como ganar terreno al mar para construir viviendas de lujo y marinas. ¡Business, business, mucho business!. En este caso no hacen falta sicarios y ladrones, bueno sí, pero de guante blanco, mis soldados los infiltraría en los juzgados, ministerio de economía y hacienda, ministerio de obras y servicios, agencia de prevención del blanqueo de capitales, autoridad policial, por supuesto en todos los cuerpos policiales y, si puedo, en la oficina del gobernador, aunque esto último es más difícil ya que estos puestos están reservados a personal de la metrópoli.

Esto viene a cuento de poder entender cómo Gibraltar activó todos sus resortes represivos cuando vio peligrar su negocio de tostada untada por los dos lados. Nos referimos al caso del comisario Ian McGrail. Se lo resumo. Resulta que en Corea del Sur se iba a instalar un sistema tecnológico de seguridad, cuya tecnología la tenía una empresa de las Islas. ¡Business a la vista! Resulta que dos técnicos de la empresa británica huyen de la metrópoli y montan, o les montan, una empresa en Gibraltar, que resulta agraciada con la concesión de la instalación del sistema de seguridad. En Corea del Norte a esto lo llamamos un pelotazo.

La empresa gibraltareña adjudicataria de la concesión era propiedad del Sr. Levy -dueño del bufete Hassans-, y del Sr. Picardo, que salió del citado despacho de abogados para ocupar el cargo de ministro principal

La matriz de las Islas que se huele la tostada denuncia los hechos y la Policía de Gibraltar pone en marcha la Operación Delhi. Resulta que la empresa gibraltareña adjudicataria de la concesión era propiedad del Sr. Levy -dueño del bufete Hassans-, y del Sr. Picardo, que salió del citado despacho de abogados para ocupar el cargo de ministro principal. Curiosamente, en esa tostada el lado de Levy tenía más manteca que el lado de Picardo. Cuando la Policía surcoreana intenta registrar las oficinas del bufete de abogados Hassans, así como el domicilio del Sr. Levy, interviene el Sr. Picardo para impedirlo y el rifirrafe termina con la invitación a la dimisión de McGrail, que termina jubilado anticipadamente.

Posteriormente, la Policía gibraltareña descubrió cómo desde su gobierno se había trufado todo el cuerpo policial con personal con lealtades más próximas a los genovese que a la legalidad. Según la Policía los iba deteniendo y expulsando del cuerpo, el gobierno de Gibraltar los recolocaba en puestos mejor remunerados; ya saben, son de la familia y hay que cuidar de los nuestros.

El informe del auditor

La recolocación de estos policías, que podrían denominarse soldados de los genoveses, se puso de manifiesto en el reciente informe del auditor general, señalando la asignación de un número "inusualmente alto" de agentes de policía a nuevos trabajos en otros lugares del sector público. Creo que en este caso el poder ha sido subyugado por dinero y delincuentes. No me dirán que, como poco, sería un perfecto guion para una serie en plataforma de streaming. Como título propongo Mafia on the Rock.

No termina aquí la cosa. Se abrió una investigación en la Biblioteca de la Guarnición y resulta que Sir Peter Caruana -anterior ministro principal-, se persona en calidad de abogado del ministro principal, Sr. Picardo; del fiscal general, que también andaba metido en la refriega; y del Gobierno gibraltareño en general. Ahora, niéguenme que la republica de bufetes gibraltareños tiene secuestrada la democracia en Gibraltar.

Por si alguien se lo pregunta, el resultado de la investigación es como el Acuerdo fantasma entre la UE y Reino Unido: está en un repetitivo día de la marmota en el que siempre se le espera para el mes siguiente.

Lo alarmante de este relato es que da que pensar cómo los tentáculos de los bufetes gibraltareños se extienden hacia el norte de la Verja y han inoculado su veneno antidemocrático en nuestras autoridades. Se me viene a la cabeza el caso del jefe de la Policía Nacional en la Frontera, todo él perfumado de diésel.

Testimonios

En otro orden de cosas, resulta altamente satisfactoria la acogida de estas Crónicas de la Prosperidad Compartida. Lo más gratificante es la multitud de testimonios que llegan poniendo en evidencia la asimetría de la relación España Gibraltar, los abusos sociales que se practican desde Corea del Sur a sus trabajadores extramuros, la divulgación de mentiras respecto a pasajes de la historia reciente y de actuales situaciones, etc. Todos ellos reflejan una realidad que le hacen a uno llevarse las manos a la cabeza.

Muchos de los testimonios piden que se hagan públicos para el general conocimiento y, desde luego, sería un sano ejercicio para la actualidad y realidad histórica de la comarca. Por ello y con el permiso del editor, me gustaría invitar a que todo aquel, que a bien tenga, poner en evidencia la realidad oculta o no contada del parasitismo británico sobre la comarca, que tiene la posibilidad de dirigirse a este medio, donde a buen seguro, se les dará voz. Si fuera necesario, se cedería cortésmente, espacio o integridad, de esta tribuna. Para algo contiene la palabra compartida.

Nos leemos la próxima semana en la preceptiva churrería dominical. Esto sí que es prosperidad.

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