El espionaje en la Segunda Guerra Mundial: Dos españoles ahorcados en Gibraltar (II)
Instituto de Estudios Campogibraltareños
Los saboteadores españoles infiltrados en Gibraltar realizan atentados coordinados que dañan instalaciones británicas y provocan una investigación intensa que culmina en arrestos
Las autoridades británicas descubren la red alemana operante en la zona, procesan a los implicados y ejecutan a dos responsables pese a peticiones diplomáticas
El espionaje en la Segunda Guerra Mundial: Objetivo, reconquistar Gibraltar (I)
José Martín Muñoz nació en La Línea el 18 de julio de 1924, de padres españoles. Tras pasar varios años en Ceuta, regresó a su localidad natal a principios de 1943 para dedicarse a la que era su profesión, fotógrafo callejero, pero hubo de dejar ese trabajo a los pocos meses. El 2 de marzo encontró empleo en los astilleros de Gibraltar. Poco después, tras discutir con su familia, abandonó su casa para irse a vivir a una chabola situada en la Calle Nueva. Una vez instalado allí, conoció a Paciano González que, actuando a las órdenes de Carlos Calvo Chozas, antiguo alférez provisional y hombre de enlace entre los hombres del Abwehr y el grupo de Sánchez-Rubio, habría captado a Martín Muñoz como saboteador.
El 27 de junio de 1943, Paciano y Fermín Mateos le entregaron una bomba de las denominadas “puro” y un detonador de tipo “panel” y le instruyeron brevemente acerca de cómo manejarlos. El objetivo era colocar el artefacto explosivo en uno de los torpedos de un destructor al que Martín Muñoz tenía acceso. El 28 de junio Martín Muñoz intentó acceder a Coaling Island para colocar la bomba, pero al impedírselo la Policía Portuaria tuvo que esconder el artefacto explosivo en la carbonera del Café Imperial, ubicado en el número 10 de Main Street. Tras regresar a La Línea, esa misma tarde Paciano y Mateos le entregaron otra bomba, esta vez del tipo “galápago”. Martín Muñoz había aceptado convertirse en saboteador, según el mismo confesaría a las autoridades británicas tras ser detenido, porque le prometieron 40.000 pesetas, de las que sólo llegó a recibir 25.000. El 29 de junio ocultó la bomba “galápago” en su mono de trabajo y tras cruzar la frontera la escondió debajo de uno de los Spitfires aparcados junto al campo de fútbol. Al día siguiente, 30 de junio, la recogió y tras adherirla a uno de los depósitos instalados en Coaling Island provocó un incendio que causó la pérdida de importantes cantidades de combustible y que perjudicó gravemente el esfuerzo de guerra británico al impedir el suministro del material de alto octanaje utilizado por los portaviones destinados en el Mediterráneo. Diez depósitos fueron destruidos, cada uno de ellos con una capacidad de 3,300 galones, y uno más de 11.000 galones también fue pasto de las llamas. Tras realizar las oportunas investigaciones, los británicos descubrieron que también había sido gravemente dañado el centro de mando y control del complejo de abastecimiento de Coaling Island. Las pérdidas, sólo en lo que a combustible se refiere, fueron estimadas por Harold Smith, inspector jefe de los astilleros de Gibraltar, en unas 7.000 libras.
En la detención de Martín Muñoz jugó un papel clave Nag, con toda probabilidad un español empleado en los astilleros de Gibraltar. En abril de 1943, fue abordado por dos individuos que le propusieron colaborar con una organización alemana dedicada a la realización de actos de sabotaje. Nag inmediatamente se puso en contacto con la DSO. Los dos hombres que contactaron con Nag habían participado en el hundimiento del transporte Erin el 18 de enero de 1942 y en el traslado de una “cesta de huevos” en Algeciras el 5 de abril de 1942, que estaba destinada a hacer explosión en un buque cisterna, el Blossom, anclado en el puerto de Gibraltar. Los dos individuos, según la DSO, formaban parte de un grupo de saboteadores a las órdenes de Plazas, conocido por los británicos como la banda de los locos (The Crazy Gang). Según afirma Philip Kirby-Green, Deputy Defence Security Officer, Gibraltar, en uno de sus informes, Nag actuó "movido por la admiración hacia los británicos y sin tener quizá la obligación de la nacionalidad pesando sobre él. Nag no lo hizo pensando en su interés personal y los pagos totales que le realicé durante cuatro meses han sido 11 libras, para cubrir gastos a los que tuvo que hacer frente y tuve que vencer alguna dificultad hasta que al final conseguí que las aceptara. Indudablemente se ha colocado en una situación muy peligrosa y está expuesto tanto a sufrir represalias alemanas como a verse acusado de facilitar información a una potencia extranjera acerca de materias relacionadas con la situación interna de su propio país”.
This browser does not support the video element.
El segundo en el mando de la DSO Gibraltar termina su exposición solicitando un reconocimiento oficial por parte británica al que considera que Nag se ha hecho justo acreedor.
Basándose en los datos proporcionados por este informante, desde el 4 de julio Medlah había dado orden de vigilar la frontera. A las 9 de la mañana del 29 de julio Martín Muñoz fue detenido cuando intentaba entrar de nuevo en Gibraltar y fue trasladado al despacho del jefe de la DSO. En su declaración reconoció conocer a Paciano y a “Manolo”, posiblemente Manuel Tapia, y añadió que estaba dispuesto a decir la verdad para salvar su vida. El 31 de julio confesó tener escondida una bomba en el Café Imperial.
José Martín Muñoz fue compañero de tragedia de Luis López Cordón-Cuenca, que también era natural de La Línea, donde había nacido el 8 de agosto de 1920. Fue arrestado en junio de 1943 tras intentar introducir una bomba en el túnel conocido como Ragged Staff Magazine, uno de los más importantes depósitos de municiones de Gibraltar. Logró pasar la frontera sin que la bomba que llevaba escondida fuera detectada y la escondió en su lugar de trabajo, un almacén de la Empire Fruit Store, propiedad de su tío, Augusto Cuenca Granada. Cuenca Granada era empleado del Consulado Francés en Gibraltar y había nacido en Buenos Aires el 14 de octubre de 1898. La DSO definía a Augusto Cuenca como profascista y agente enemigo activo en Gibraltar y sus proximidades entre septiembre de 1939 y mayo de 1945. En agosto de 1943 se hallaba detenido en la prisión de San Roque acusado de complicidad en la preparación de operaciones de sabotaje, pero fue trasladado al hospital de esa localidad gracias a las gestiones realizadas por el omnipresente Sánchez-Rubio. Tras abandonar el hospital en noviembre, sería expulsado de Gibraltar en enero de 1944 por realizar “actividades subversivas”. Se instaló en el Campo de Gibraltar, pero fue obligado por las autoridades españolas a salir de allí en septiembre de 1944, ya que se le consideraba un agente alemán.
Augusto Cuenca era primo de Ernesto Jiménez, alias Von Papen, y su caso fue utilizado por la DSO para intentar establecer una vinculación entre Burma y el intento de sabotaje llevado a cabo por Cordón-Cuenca. El saboteador linense fue condenado a muerte el 25 de agosto de 1943. Su apelación fue rechazada el 13 de diciembre de ese mismo año por el Tribunal Supremo de Gibraltar, que desestimó el argumento de que su caso quedaba fuera de las competencias del tribunal especial que le había juzgado. Martín Muñoz había sido condenado a muerte el 11 de octubre.
El 6 de enero el Gobernador General de Gibraltar mandó una nota al Foreign Office para dar cuenta de la petición de clemencia realizada por Muguiro, Cónsul General de España en Gibraltar. El Gobernador no quiso atender la petición y contestó que el problema era que las autoridades españolas conspiraban contra los intereses británicos, a lo que Muguiro replicó que actuaba a título individual y no en nombre del Gobierno español.
Albert Pierrepoint, verdugo, y Harry Kirk, su ayudante, volaron desde Inglaterra para hacer cumplir la sentencia. Cordón- Cuenca y Martín Muñoz fueron ahorcados el 11 de enero de 1944. Las autoridades británicas censuraron las notas preparadas por la prensa para dar cuenta de las ejecuciones, tratando de evitar que se publicara ninguna noticia acerca de las vinculaciones entre los saboteadores y algunos oficiales del Ejército español.
Artículo publicado en el número 46 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños. Octubre de 2016
Temas relacionados
No hay comentarios