El erizo feliz
Cuentos de estío: Los animales felices
Al sol templado y la templada carretera el erizo ofrece su cuerpo feliz. A un lado el bosque tranquilo, el pinar y la jara olorosa, la arena repleta de jaguarzo seco y la leña residual de las ramas rotas por el sequero de veranos ya recuerdos muy lejanos. El erizo, la cara hacia arriba, ha querido atravesar por el asfalto la mañana de este invierno saliente, ese poco de calor que emana como un vaho de tierra viva y que le atraía como un faro de alimento hermoso.
La brisa le roza el morrito, creía el erizo que su espalda armada le sería defensa para siempre... pero ahora brilla el humor derramado, la vena resuelta, el corazón parado, la sangre en reguero y la víscera aplastada contra el petróleo sólido que constituye el camino. Pasaba el coche.
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