La conservación de nuestro patrimonio (I): Un alfar de cerámica romana en Algeciras y la iglesia de Santiago, en Tarifa

Observatorio de La Trocha

La comarca fortaleció su conciencia patrimonial y transformó el abandono histórico en una defensa cultural compartida

La tarifeña iglesia de Santiago sufre un abandono prolongado pero exige hoy intervenciones decididas que aseguren su conservación

El exterior de Santiago, con la espadaña. Ya es casi imperceptible la decoración pictórica, una sebka o red, en este caso a base de rombos.
El exterior de Santiago, con la espadaña. Ya es casi imperceptible la decoración pictórica, una sebka o red, en este caso a base de rombos.

Durante años ha sido un tópico extendido fuera de la comarca en general, y especialmente en Algeciras, la supuesta pobreza de nuestro patrimonio monumental; lo cual no deja de ser una apreciación injusta y, desde luego, utilizada durante mucho tiempo para abandonar o destruir el patrimonio debido a la especulación económica. Ese desconocimiento se debe, entre otras causas, a que nuestra comarca ha permanecido demasiado tiempo como “tierra de nadie” para el mundo académico al quedar alejada de los tres centros de investigación más cercanos, o sea, Sevilla, Cádiz y Málaga.

Los pocos que hace medio siglo estudiaban y defendían el patrimonio cultural de la comarca, generalmente libraban en pro de su conservación una lucha desesperada y deprimente, perdida de antemano ante la indiferencia general. Pero afortunadamente la situación fue cambiando, a causa de la escolarización general, a la divulgación gracias a los modernos medios de difusión y a la creación de una conciencia colectiva que considera el patrimonio cultural como seña de identidad y valor compartido que a todos beneficia.

La defensa social del patrimonio arquitectónico se creó además en gran medida gracias a los Planes Generales de Urbanismo, con sus correspondientes catálogos de edificios a proteger, que en los municipios de la comarca arrojaron luz sobre unos bienes culturales que en gran medida pasaban desapercibidos. El traspaso de las oportunas competencias en materia de Cultura a la Junta de Andalucía supuso un gran refuerzo en la tarea, al crearse los servicios e instrumentos técnico-legales para realizar desde la administración la ingente tarea de proteger y controlar un patrimonio tan rico como el de esta región.

Por su parte, los ayuntamientos se concienciaron y algunos se adelantaron, como el de Algeciras, creador de la Comisión Municipal de Patrimonio, que a lo largo de varias décadas ha sido un punto de encuentro entre la administración y los representantes de la sociedad; donde se han debatido importantes problemas, se han denunciado otros o se ha informado sobre la solución de los mismos, en ocasiones de forma muy creativa al buscar soluciones en común.

En nuestra comarca fue especialmente afortunada la creación, por parte de la Mancomunidad de Municipios, de una institución que, desde hace tres décadas largas, fue y es el motor cultural de la zona. Nos referimos, naturalmente, al Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG) que tiene la característica -al parecer única y que lo diferencia de otros centros de ese tipo- de estar organizado en diez secciones para atender a todas las facetas posibles de la cultura y la investigación científica en el Campo de Gibraltar. Aparte de crear la mejor biblioteca de temas comarcales, ser capaz de mantener una rica producción editorial, organizar numerosas jornadas especializadas y preparar diversos eventos relacionados con sus objetivos, el Instituto ha sabido reunir, acoger y promocionar a un gran número de investigadores, generalmente locales, a los cuales manifestamos desde aquí nuestro agradecimiento, y que han sabido poner cada uno “su pieza en el puzle” para irnos desvelando poco a poco una riqueza monumental impensable hace solo unos años.

Pero ese tesoro cultural está en peligro no solo por causas naturales sino por no estar todavía la comarca lo suficientemente madura para investigar, proteger y divulgar como merece su patrimonio cultural. Las aventuras que este ha sufrido, que son muchas y sorprendentes, darían para escribir un libro de muchas páginas, pero difícilmente publicable sin ofender a nadie, dado que, si reflejamos realmente lo sucedido en demasiadas ocasiones, saldrían a la luz, bastantes casos de incultura, ineptitud y codicia, cada vez más raros, por fortuna.

En estas páginas, y en sucesivas entregas, vamos a ir recordando algunos casos sobre la problemática que atraviesa nuestro patrimonio monumental, que se revela cada vez más rico y valorado.

Los hornos de El Rinconcillo

Empezamos por un elemento casi olvidado, los hornos romanos de cerámica de El Rinconcillo, en Algeciras. Reúnen tres circunstancias que refuerzan su interés:

  • En ellos se realizó la primera excavación arqueológica, con metodología científica, en Algeciras.
  • La ciudad fue honrada, por primera vez, con la concesión, a uno de sus elementos patrimoniales, del título de Monumento Nacional, lo que hoy llamamos Bien de Interés Cultural o BIC.
  • Fue el primer centro productor de cerámica que pudo ser descubierto y estudiado en la comarca, iniciando los brillantes trabajos realizados años después en la zona, donde se han descubierto figlinas (alfares) o vestigios de producción en los términos municipales de Algeciras (Rinconcillo, El Chorruelo, Calle de San Quintín), Los Barrios (Venta del Carmen, Altos del Ringo-Rango, Pino merendero), San Roque (Factoría de Campsa, Guadarranque, Villa Victoria, C/Aurora de Puente Mayorga, Cortijo de Albalate, Barbesula), Castellar (Moheda de Cotilla, Loma del Espadañal), Jimena de la Frontera (Mesa de Los Ángeles) y Tarifa (Baelo Claudia).

En al caso de El Rinconcillo todo empezó cuando en 1966 miembros de la Comisión Organizadora del Museo Histórico-Arqueológico de Algeciras descubrieron el yacimiento y avisaron a otro algecireño que era una gran figura internacional de la arqueología, el sacerdote Jesuita Manuel Sotomayor Muro, que dirigió la excavación, publicando sus resultados en varias fases y consiguiendo que el yacimiento recibiera el honor de ser declarado Monumento Nacional.

De izquierda a derecha, el llorado y recientemente fallecido Juan Antonio Matas Serrano; a su lado Pedro Rodriguez Oliva, hoy catedrático emérito de arqueología en la Universidad de Málaga y a la derecha, el también algecireño Manuel Sotomayor Muro, fallecido hace unos años y gran figura de la arqueología.
De izquierda a derecha, el llorado y recientemente fallecido Juan Antonio Matas Serrano; a su lado Pedro Rodriguez Oliva, hoy catedrático emérito de arqueología en la Universidad de Málaga y a la derecha, el también algecireño Manuel Sotomayor Muro, fallecido hace unos años y gran figura de la arqueología.

Siguieron años de abandono y desidia, hasta que se retomaron las excavaciones investigándose el yacimiento y su entorno a lo largo de varias campañas, dirigidas por prestigiosos arqueólogos y que por motivos de espacio no podemos detallar aquí, limitándonos a decir que con ellas se confirmó la importancia económico-industrial de aquel centro productor. Para su protección, la zona excavada por Sotomayor y la Comisión del Museo volvió a ser enterrada y el ayuntamiento construyó un cierre al yacimiento con una cerca.

A pesar de los logros científicos alcanzados a lo largo de los citados trabajos, y de que la fórmula de conservación parece ser la más sensata, es lamentable el que las estructuras descubiertas no puedan ser conservadas bajo la protección de un techo, como en las factorías de salazón de la calle San Nicolás, también en Algeciras, y acompañadas por los elementos necesarios para la mejor comprensión de todo el conjunto, convertido así en un centro de interpretación sobre la producción cerámica romana en la comarca.

Hornos del Rinconcillo en Algeciras. Sello o marca de uno de los fabricantes.
Hornos del Rinconcillo en Algeciras. Sello o marca de uno de los fabricantes.

El citado centro tendría garantizadas una afluencia de visitantes mayor que la factoría de salazón de la calle San Nicolás al estar al borde de una vía muy concurrida y de fácil acceso, donde se podría instalar la oportuna señalética. Algeciras conseguiría así un nuevo atractivo turístico si deseamos poder atraer algún día el tráfico de cruceros a nuestro puerto. Pero hace falta poner el cascabel al gato, o sea, una gestión adecuada para conseguir la necesaria financiación…

La iglesia de Santiago en Tarifa

La iglesia de Santiago, en la ciudad hermana de Tarifa, constituye un caso insólito y que desprestigia no solo a Tarifa, sino toda la comarca e incluso a la nación. Veamos: Tarifa tiene la fortuna de poseer un magnífico patrimonio monumental, que comprende una gran concentración de arte rupestre en sus sierras o la ciudad romana de Baelo Claudia, conocida a veces como “Pompeya española” dado su excepcional estado de conservación.

Es muy notable la alcazaba de origen califal, conocida como Castillo de Guzmán el Bueno, el segundo más antiguo de España tras la alcazaba de Badajoz, según se documenta por las respectivas lápidas fundacionales. Además, se cuenta con los tres recintos concéntricos que forman las murallas de la ciudad, prácticamente tapados por casas en interiores, pero bien visible el exterior, que se conservó milagrosamente cuando la moda en todas las ciudades era derribar las murallas en pro de la expansión urbana.

La iglesia de Santiago atraviesa angustiosos momentos de abandono.
La iglesia de Santiago atraviesa angustiosos momentos de abandono.

También Tarifa atesora torres costeras como Guadalmesí, isla de las Palomas, La Peña, cabo de Gracia y Punta Paloma, así como otras al interior como Torre del Rayo o la atípica Torrejosa, posible torre del homenaje de un castillo no construido. Otros elementos interesantísimos dispersos por el término municipal son el monumento funerario megalítico de los Algarbes o de cronología incierta, las numerosas tumbas antropomorfas talladas en las rocas de la sierra, sin olvidar los molinos hidráulicos o la arquitectura rural de origen popular.

Si de arquitectura hablamos, Tarifa conserva casi intacto su caserío, donde destacan los patios y la ornamentación pictórica en diversos puntos de la ciudad. Y ya que estamos dentro del casco histórico, hay verdaderas joyas en arquitectura religiosa, como las iglesias de Santa María, San Francisco y en especial la de San Mateo, la más notable de la comarca. Todo esto en una revisión rápida en la cual dejamos muchos elementos en el tintero.

Pero si fuerte es el patrimonio monumental tarifeño, más fuerte aún ha sido, y en parte sigue siéndolo, la madura concienciación sobre la conservación del patrimonio que ha caracterizado a los tarifeños, con aspectos tan modélicos como toda la actuación de una admirable asociación conservacionista, Mellaria, cuyos éxitos avalan su tarea de varias décadas. No hay que olvidar a otra asociación conservacionista, la de Amigos de los Museos de Tarifa, que ha obtenido interesantes logros, entre ellos la restauración y exposición de un antiguo torpedo y que trabaja en la realización de una gran maqueta del puerto de Tarifa.

Por eso es incomprensible el caso de la Iglesia de Santiago, del siglo XIV y en origen de estilo gótico-mudéjar, que estaría cubierta con armadura de madera sobre arcos diafragma, con una capilla funeraria del siglo XVI, encuadrable en el “Gótico Aristocrático” y una insólita y casi desaparecida decoración pictórica exterior, a modo de tapiz geométrico.

El estado es de abandono y pese a los esfuerzos de la ciudadanía, y en especial de un grupo de entusiastas para, por lo menos conservar sin escombros interior y alrededores, hace falta una decidida intervención de la administración, sea esta la del nivel que sea que debe tomar cartas en el asunto para excavar el interior, consolidar estructuras y decoración exterior, y habilitar así un punto visitable y eso sin necesidad de “amortizar” ni reconvertir el edificio a otro uso, sino solo por el valor y dignidad del monumento en sí.

Se dice que las comparaciones son odiosas, pero a veces necesarias: en la ciudad de Jimena de la Frontera, la iglesia de la Misericordia, gótico-renacentista, estaba también sin techo, en ruinas y convertida literalmente en un gallinero. Tras las oportunas gestiones, hoy el monumento está restaurado y es un orgullo para la comarca.

Tarifa no merece menos.

Carlos Gómez de Avellaneda Sabio es doctor en Historia, cronista oficial de Algeciras, presidente de la Asociación La Trocha y de la Sección 2ª del IECG. Grupo de investigación PAI-HUM 1130 de la Universidad de Cádiz.

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