Crisis Sanitaria

La cárcel de Algeciras se blinda frente al coronavirus y contra los bulos

  • Los funcionarios denuncian ante la Fiscalía una campaña de fake-news 

  • La prisión no ha registrado todavía ni un solo positivo y confina a los sospechosos

  • El director defiende que la normalidad reina dentro de Botafuegos

Francisco Márquez señala una foto aérea de la prisión de Algeciras en su despacho.

Francisco Márquez señala una foto aérea de la prisión de Algeciras en su despacho.

No se ve ni se oye un alma en la gran sala de entrada a la prisión de Algeciras. Las paredes llenas de carteles, los bancos vacíos y el suelo desgastado -ahora húmedo y con olor a recién fregado- revelan que es un espacio que, habitualmente, registra una gran actividad. Pero no en estos tiempos de pandemia. Ahora hay una calma absoluta. Nadie diría que, solo unos metros hacia el interior, un complejo de 15 módulos, con aproximadamente 72 celdas cada uno, alberga a 1.305 presos, un par de cientos más de los que debiera. Y con ellos trabajan unos 450 funcionarios. Casi dos mil personas juntas en un espacio cerrado. Pero pese a todo, esta miniciudad ha conseguido blindarse frente al coronavirus. Su estructura compartimentada ayuda, porque permitiría aislar zonas concretas si fuera necesario. Todo para seguir libre de la enfermedad.

Frenar el virus en la puerta no es fácil. Hasta el viernes 3 de abril, Instituciones Penitenciarias tenía confirmados dos fallecimientos por el Covid-19 -una reclusa y un funcionario- y 147 contagios, más del doble que hace tan solo una semana. De ellos, 13 eran reclusos. El resto, 134, eran trabajadores penitenciarios.

El problema es que, aunque dentro no hay ruido, fuera truena. A través de las redes sociales se están difundiendo bulos que amenazan la convivencia dentro de Botafuegos, donde la palabra confinamiento -que se alargará, al menos, tres semanas más- adquiere un significado más profundo. En un grupo de Facebook se habla de supuestos positivos dentro del centro penitenciario, incluso un fallecimiento, se realizan graves acusaciones contra los funcionarios, se comenta el supuesto caos organizativo que se vive dentro y se dibuja una campaña orquestada para ocultar la información. Contra estas falsedades y difamaciones, el sindicato de funcionarios de prisiones Acaip-Ugt ha presentado una denuncia penal en la Fiscalía que respaldan todos los trabajadores, incluida la dirección.

Detrás de estas fake-news se esconde, entienden los funcionarios, una forma de presionar para que se le conceda el tercer grado a algunos internos aprovechando el estado de alarma por el coronavirus. 

Solo la respiración de un repartidor que empuja un carro con cajas rompe el silencio absoluto que recibe al visitante en esta macrocárcel que está a seis meses de cumplir 20 años. Pasan unos minutos y aparece el director, Francisco Márquez, acompañado de Carlos Ginés, uno de los cuatro médicos que quedan en la prisión de los diez que debería haber. "La Policía Nacional -explica Márquez- está investigando a los autores de esos bulos porque sus autores pueden haber incurrido en un delito, además se alarma sin motivo alguno a las familias y se tensa el ambiente dentro de la cárcel que, hasta el momento, es el normal". 

Instituciones Penitenciarias aplica de momento medidas restrictivas que impiden las visitas de familiares y amigos

El director asegura que se han tomado "todas las medidas posibles para evitar que el virus entre dentro de la prisión", entre ellas "mantener en una cuarentena de catorce días a todos los que ingresan" y reorganizar los turnos y horarios de cada grupo de funcionarios para que se establezca el mínimo contacto posible entre ellos. También los médicos como el doctor Ginés, que se reparten el trabajo para garantizar la salud de todos los presos, hasta ahora con éxito. "No tenemos ningún positivo", afirma, "y es porque hemos tomado todas las medidas de protección posibles y limitado los movimientos". 

Dentro de Botafuegos no hay carencia de guantes y mascarillas. A las que envía Instituciones Penitenciarias se suman las múltiples donaciones que se han recibido en los últimos días, la última de una asociación de Estepona, el viernes por la mañana. 

Para preservar a las prisiones del Covid-19, Instituciones Penitenciarias aplica desde mediados de marzo fuertes medidas restrictivas que impiden las visitas de familiares y amigos a los presos, de convivencia e íntimas (los llamados vis a vis), que ya se habían reducido a locutorios con mampara, así como los permisos. Márquez explica que la instrucción detalla que se produce por la limitación de la libertad de circulación de personas que recoge el artículo 7 del real decreto y que impide que las personas que no van a trabajar se desplacen hasta las cárceles, al no estar incluidas entre las excepciones recogidas. 

Francisco Márquez (derecha) y Carlos Ginés, en la entrada de la prisión. Francisco Márquez (derecha) y Carlos Ginés, en la entrada de la prisión.

Francisco Márquez (derecha) y Carlos Ginés, en la entrada de la prisión. / Erasmo Fenoy

Estas limitaciones hacen que se dificulte la tarea habitual de mantener la convivencia dentro del complejo. Al restringirse el acceso de personas del exterior, se reduce la entrada de droga, lo que aumenta el precio y aumenta las posibilidades de que se produzcan situaciones de tensión. Ha habido incidentes en Picassent, Madrid, Alahurín o Lanzarote. En Algeciras, de momento, todo está bajo control, explica Márquez, que no oculta sin embargo que el ambiente no es el habitual.   

Los presos pueden realizar con normalidad sus visitas a la sala de estar, el comedor, los patios y los gimnasios con absoluta normalidad. Solo se han suspendido las clases escolares y las actividades con ONG. Para evitar que el distanciamiento con los familiares eleve la tensión, se ampliaron las comunicaciones telefónicas autorizadas a los internos —antes era de 10 llamadas y ahora son 15 semanales- y de estas se excluye a los abogados, a los que pueden llamar siempre que quieran “a fin de que en todo momento quede garantizado el derecho de defensa”. En realidad, los abogados pueden visitar a sus representados cuando quieran, aunque a la cárcel de Algeciras no ha llegado de momento ninguno, relata el director mientras recorre las instalaciones en dirección a su despacho. 

Márquez se detiene entonces con unas personas en el pasillo. Instituciones Penitenciarias entregó a la cárcel de Botafuegos seis smartphone para que los internos que lo soliciten puedan comunicar mediante videollamada con sus familias pero en la cárcel no funcionan del todo bien. Los técnicos en telefonía le explican que están intentando poner en marcha este sistema, ya que en la zona de Botafuegos hay problemas de cobertura -no tiene nada que ver con los inhibidores de frecuencia, que están apagados- y que se debaten entre colocar routers de wifi en puntos estratégicos o amplificadores. Márquez se despide y sigue su camino. En cualquier caso, explica el director, es falso que los presos no estén informados. En las salas de estar hay televisores y en la mayoría de las celdas, también. "El que no sabe lo que pasa fuera es porque no quiere", subraya. 

Francisco Márquez controla la cárcel con cámaras desde su despacho. Francisco Márquez controla la cárcel con cámaras desde su despacho.

Francisco Márquez controla la cárcel con cámaras desde su despacho. / Erasmo Fenoy

Para evitar que el Covid-19 entre en la cárcel, los médicos ordenan que se queden en su casa en cuarentena a todos los funcionarios que tienen algún síntoma, alguna sospecha de contacto o algún enfermo en la familia o cerca. En esta situación hay 15 funcionarios que podrán volver a trabajar solo cuando los sanitarios estén completamente seguros de que no padecen la enfermedad. 

Los presos sobre los que hay sospechas también quedan aislados en cuarentena. En estos momentos hay uno recién ingresado que presenta algunos síntomas pero todavía no se ha confirmado el positivo. Es un hombre que tiene que cumplir condena por violencia de genero y que fue trasladado desde el hospital Punta de Europa. En cualquier caso no tendrá contacto alguno con los demás presos. 

El interno que quiere puede confinarse voluntariamente en su celda, explica Márquez, que desde su despacho controla un amplio dispositivo de cámaras que escudriñan cualquier rincón de los módulos en los que se ve a los presos charlando, haciendo deporte o viendo la televisión. El director, con 40 años de experiencia en distintas cárceles y desde 2006 al frente de la algecireña, afirma que está agradecido al comportamiento general de los internos y de los trabajadores. De momento, lejos del coronavirus. Que así siga.   

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