Del arte del metal al de la brocha fina
personajes de algeciras
Tras una vida trabajando el hierro, Pedro González ha dado un giro a su día a día al llegar la jubilación
Este algecireño transforma fotografías en óleos con mucha vida
Pedro González lleva toda la vida pintando, pero fue hace tres años, tras su jubilación, cuando pudo volcarse en ello. Empezó a trabajar en el sector del metal a los 18 años y 43 después, por fin pudo hacer lo que realmente le gusta y le hace feliz: pintar. Al principio creaba en su casa, pero era difícil mantener un taller allí, por lo que su amigo, el cardiólogo Antonio Martínez Ridao, le cedió un hueco en uno de sus locales en la avenida Virgen del Carmen. Allí, junto a una ventana con vistas a la plaza de abastos, Pedro pasa horas copiando las fotos que más le gustan, creando belleza con el pincel. Y asombra a todo el que se acerca a sus obras.
Su oficio en el manejo del hierro, desde la creación de cajas de camiones hasta submarinos, le ha valido para su vertiente artística. La interpretación del dibujo lineal le ha aportado volumen y perspectiva a la hora de pintar.
Paisajes, retratos, bodegones, a este algecireño de 66 años cualquier imagen que le guste es candidata a ser plasmada en sus lienzos. La apetencia del momento es la que decide qué género tratar. Para Pedro no hay favoritos, ni en temática ni en resultados, aunque su mujer sí tiene claro su preferido. Se trata de un cuadro, de casi un metro que recoge una calle durante la lluvia con una chica bajo el paraguas como protagonista. "Este no sale de casa", cuenta que le repite su mujer.
"Los cuadros son como los hijos para una madre. Sabe el que más ruido le da, pero no al que más quiere", añade. Y, sin duda, el que más se ha hecho escuchar ha sido la joya de la corona, un lienzo de Paco de Lucía tocando la guitarra que asombró a José Ignacio Landaluce, alcalde del municipio, cuando visitó el taller. Orgulloso de la ciudad donde nació y de su gente, Pedro se decidió a pintar al mayor embajador de Algeciras en cuanto vio la imagen, a pesar de su dificultad: "Este para mí ha sido bastante complicado. Sacar las expresiones no es lo mismo que pintar un paisaje. Todo el mundo tiene dos orejas, dos ojos, una nariz, pero sacar las facciones de cada persona es lo que me parece más complicado".
Tan solo asistió a 4 horas de clase de pintura, pero le han sido suficientes para los más de 30 cuadros que se acumulan entre su pequeño taller y su hogar. Decenas de obras con retratos de imágenes cristíferas, paisajes naturales y urbanos y bodegones, entre otros. Aún no tiene claro qué hacer con ellos. En un principio pensó en exponerlos en una galería, pero le comentaron que no había espacio hasta dentro de dos años, además de que tenía que presentar un currículum para ver dónde había realizado sus estudios. "Mi currículum es cualquiera de mis cuadros", comenta, porque Pedro es autodidacta y su escuela ha sido la experiencia de toda una vida pintando. Ahora mismo se plantea vender sus obras.
En el puesto de La Bellota en la plaza de abastos, Inma, dueña del local e hija de Pedro, cuenta que su padre le hacía dibujos para que estuviera un rato quieta concentrada en sus trazos. Toda una vida lleva Pedro entre lápices, papeles, lienzos y acuarelas.
Pasa parte de la mañana y alguna tarde en el taller, entre pinceles y lienzos, evadiéndose en la creación de algún cuadro. Esto le permite concentrarse y relajarse, se aleja del mundo cuando pinta y las horas se le pasan volando, tanto que en alguna ocasión han tenido que llamarlo por teléfono para almorzar. También hay días, incluso semanas que no es capaz de hacerlo, no le llega la inspiración y para eso, "más vale no ensuciar el pincel", comenta.
Pero no es el único artista de la familia. Su nieto Rafael, de 15 años, también comparte esta afición. "Mi nieto lleva pintando desde que pudo sostener un lápiz. Pinta caricaturas, cómics...", comenta Pedro, quien admira la capacidad de invención de su nieto. Ahora con las vacaciones de verano estará más acompañado en el taller y es que Rafael lo avisa para pintar juntos alguna que otra mañana.
Ambos tienen alma de pintor. Para Pedro está claro, "si no hay madera no se puede hacer un mueble" y si no se tiene el don del artista no se pueden pintar buenos cuadros. Él la tiene y también tiempo, la perfecta combinación para crear arte.
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