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El tiempo para el puente en el Campo de Gibraltar

La pesca en la bahía de Algeciras, Tarifa y Ceuta entre los siglos XII y XV

ESTAMPAS DE LA HISTORIA DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Pescadores musulmanes faenando con una red (Las Cantigas, Biblioteca de El Escorial).
Antonio Torremocha

08 de julio 2023 - 00:20

En al-Ándalus, los marineros dedicados en exclusiva a la pesca eran poco numerosos. Por lo general estaban enrolados como marinos mercantes y, cuando era necesario, como marinos de guerra. Pero en época de paz, los marinos que no se hallaban embarcados en navíos mercantes, pasaban a realizar trabajos vinculados con la pesca. Como refiere el geógrafo ceutí al-Idrisi, solo existía un tipo de pescadores especializados: los que trabajaban en las almadrabas capturando atunes. Aunque el pescado no era un alimento que formara parte destacada de las dietas de los musulmanes norteafricanos, en al-Andalus, al menos desde el siglo XI, era uno de los productos básicos de la alimentación de las poblaciones costeras y aún de las del interior más cercanas. La tradición pesquera y la existencia de almadrabas desde la tardoantigüedad en el sur de la Península se mantuvo en el litoral andaluz y en las dos orillas del Estrecho durante la etapa musulmana, lo que explicaría el auge que tomó esta actividad desde la conquista cristiana en Gibraltar, Tarifa, Conil, Zahara y Cádiz y los términos de origen árabe que se conservan en el vocabulario referido a las labores de las almadrabas.

Términos de origen latino para designar a tipos de embarcaciones, aparejos, técnicas de pesca y especies de pescados se arabizaron y se unieron a otros nuevos, propiamente árabes o que se habían tomado de otras regiones del islam, configurando un corpus de aportaciones que ha pasado a la lengua castellana, como almadraba, jábega, arráez (patrón de una almadraba), almokaenes (patrones de barcas), almoceros (encargados de llevar los alimentos a los pescadores), etc. El almeriense al-Arbuli (siglo XV) menciona diversas especies de pescados que se capturaban en el litoral de Estepona, Marbella, Gibraltar y Málaga. Este estudioso nazarí se refiere al mújol (al-buri), el sábalo (al-sabuli), la japuta, la pintarroja (al-tagar), el pargo (al-bagar), el salmonete (al-mul), el jurel (al-sural), la boga (al-buqa), la caballa (al-sarada), la sardina (al-sardin), la melva (al-malba) y el camarón (al-qamarun). Algunos de estos nombres, heredados del latín, pasaron, a través del árabe, al castellano.

Clases de peces en el “Libro de las utilidades de los animales” (Manuscrito árabe de El Escorial).

En la zona del Estrecho, como en épocas fenicia y romana, sería la pesca del atún y su preparación industrial como salazón el tipo de pesca a la que se dedicaba la mayor parte de los pescadores establecidos en Algeciras, Gibraltar, Tarifa y Ceuta. Para la pesca del atún rojo usaban los musulmanes dos tipo de artes: la red larga o almadraba de tiro (sabaka), de donde procede el término jábega, y la almadraba propiamente dicha (al-madraba), que se colocaba fija en medio del mar unida a la playa y que podía ser de dos tipos: de monteleva y de buche.

La segunda estaba destinada, de manera específica, como en la época fenicio-púnica y romana, a la pesca de túnidos. En el siglo XII, el citado al-Idrisi describe con estas palabras la pesca de atunes en una almadraba de Ceuta: "Existe cerca de Ceuta lugares dedicados a la pesca. Ninguna costa suministra ni exporta más. Se cuentan más de cien especies de peces diferentes, dedicándose principalmente a la pesca del gran pez que llaman atún y que abunda por allí. Se le pesca a golpe de lanzas, la punta de estas tiene forma de alas abiertas que se enganchan en el pez y ya no lo sueltan. En el extremo de las astas se amarran largas cuerdas de cáñamo. Estos pescadores son tan experimentados y hábiles en su oficio que no tienen rival en el mundo".

Al-Zuhri (siglo XII) señala varios lugares del Estrecho donde se pescaban los atunes, tanto cuando pasaban del Atlántico al Mediterráneo, como cuando volvían. Escribe este geógrafo que "se capturaban en un lugar llamado Hayar al-Ayyil al oeste de Algeciras; en Tarifa en Taraf al Fajj; cerca de Gibraltar y en Tamizan, en la jurisdicción de Ceuta. No hay en el mar -señala al-Zuhri- un pez más grueso ni más sabroso que él, ni se come fresco más que en al-Ándalus. A veces se seca, se guarda y se exporta como mojama a todos los lugares de la tierra".

Envasado de atún en toneles de madera según Hoefnagel

Del relato de al-Zuhri se deduce que, aunque parte de los atunes capturados se consumían en fresco, la mayoría de ellos se secaban y salaban como en la antigüedad para ser exportados como mojama o en salmuera. En la época andalusí, como más tarde en la Edad Media cristiana y en la Edad Moderna, el atún, convertido en mojama o salado a trozos, se comercializaba en toneles de madera de los que no se han conservado testimonios arqueológicos por ser la madera un material deleznable, aunque hay testimonios gráficos dejados por Hoefnagel en 1575.

Despiece de atunes en la almadraba de Conil según Hoefnagel. 1575 (Facsímil del Servicio Geográfico del Ejército)

La pesca del atún rojo y su comercialización como mojama, están documentadas en el siglo XIII en Algeciras. Por una carta enviada por el Vizconde de Castellnou al rey Jaime II durante el cerco de Algeciras del año 1310, sabemos que uno de los defensores de la ciudad asediada se había pasado al bando cristiano y comunicado al rey de Castilla que "en la ciudad no había cosa alguna de comer, sino solamente pan, ni aceite, ni higos, ni manteca, ni atún salado del que solía haber mucho, pero que por causa de vuestras galeras no habían podido pescar".

Otras de las actividades relacionadas con la pesca en el litoral del Estrecho consistía en la recogida de ámbar gris y de coral rojo. El ámbar gris era una sustancia excretadas por los cetáceos que frecuentaban estas costas y que se utilizaba para fabricar perfumes. Al-Maqqari (a principios del siglo XVII) refiere que "el más aromático ámbar de la tierra está en Sidonia. Un dirham equivale a varios del importado". En cuanto al coral rojo (maryán), era otro de los productos de lujo que se extraía del mar en los entornos de Ceuta, cuyos habitantes eran consumados artesanos en la preparación de joyas a partir de este preciado material.

Al-Idrisi señala que, en su ciudad, "también pescan arbustos de coral cuya belleza rebasa todo lo que se puede ver en las demás regiones marítimas; en Ceuta hay un mercado donde el coral es tallado, pulido y con el que se hacen perlas que se perforan y se ensamblan. Finalmente se exportan en todas direcciones. La mayor parte se envía a Ghana y a todos los países de los negros, donde son muy utilizadas". Los bancos de coral del Estrecho, famosos en la Alta y Plena Edad Media, se agotaron en las décadas finales del siglo XIII, desapareciendo las lucrativas labores de recogida y de talla que menciona al-Idrisi.

En la carta-puebla otorgada a Gibraltar de 1310 por el rey Fernando IV, una vez tomada la ciudad por los castellanos, se hace referencia a la importancia que tenía la pesca del atún en los entornos del Gibraltar musulmán. Una de las cláusulas de dicha carta dice que "concedo al concejo de la ciudad sobre los mis derecho de la almadraba que en el termino de Gibraltar se hiciera cada año diez mil maravedíes para mensajeros…".

En otra cláusula se mencionan las salinas existentes en el término, de las que, sin duda, se abastecían de sal para las salazones en las citadas almadrabas (situadas en las marismas del río Palmones, estuvieron activas hasta finales del siglo XIX). Desde que en el año 1295 don Alonso Pérez de Guzmán recibió del rey de Castilla en monopolio las almadrabas de Andalucía, la pesca del atún se convirtió en una de las más lucrativas actividades económicas desarrolladas por la futura Casa de Medina Sidonia. En el privilegio por el que el rey Sancho IV concedía a Guzmán el Bueno la explotación de las almadrabas andaluzas se recoge lo siguiente: "Vos doy y hago merced de las almadrabas que ahora son o serán de aquí adelante, desde donde el río Guadiana entra en el mar hasta la costa del reino de Granada. Y, asimismo, que si se ganaren algunos lugares en que almadrabas pueda haber, que no las pueda armar ni haber otra persona alguna, salvo vos el dicho don Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno, y los que de vos vinieren y sucedieren en vuestra casa..."

Pesca de atunes en una almadraba de tiro en la costa del Estrecho (Grabado de H. J. Duhamel. 1769-1780)

En 1490, dueño el II Duque de Medina Sidonia de la ciudad de Gibraltar, recibió el ofrecimiento de la reina Isabel I de Castilla de la villa de Utrera a cambio de la de Gibraltar, a lo que el duque se negó, "por estar Gibraltar más próxima a mis estados y por las almadrabas que en ella tengo". Atún salado de Tarifa se exportaba a Génova a finales del siglo XV. La almadraba de Gibraltar debió estar situada en la costa oriental de la Roca, donde en el año 1540, cuando Pedro Barrantes relata el asalto de los turcos, hace mención a una aldea allí existente denominada "La Almadrabilla". También consta que el Duque de Medina Sidonia tenía en Tarifa unas salinas cuya sal utilizaba para curar los atunes que se pescaban en sus almadrabas. En 1456, estando el rey de Castilla, Enrique IV, en las cercanías de Gibraltar, según refiere el cronista Diego de Valera, fue invitado por el alcaide musulmán de aquella ciudad, Aben Comixa, que mandó meter barcos y redes en la mar "por hacer servicio al Rey, el cual estuvo gran parte del día allí mirando la pesca".

En las centurias XIV y XV, la ciudad de Granada se abastecía de pescado fresco que llegaba hasta la lonja del pescado, situada en el barrio del Realejo, desde las aguas de la bahía de Algeciras y la costa de Málaga. Este comercio estaba grabado con un impuesto que se denominaba tigual y que se trasladó a la administración castellana cuando las ciudades costeras del reino nazarí fueron conquistadas por Castilla, usándose las cantidades recaudadas para el mantenimiento de las torres almenaras del litoral. En el año 1468, el duque de Medina Sidonia hizo donación de las pesquerías de Gibraltar a la Orden de San Juan de Jerusalén, según un documento conservado en el Museo Británico consultado por el investigador Manuel Álvarez Vázquez. Refiere el citado documento que "por los buenos y leales servicios que el dicho comendador fray Diego Bernal a hecho y hace [...] hago donación de toda la pesquería que de aquí adelante, para siempre jamás, se pescare en la bahía y mares de la dicha ciudad de Gibraltar".

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