Marbella FC - Real Balompédica Linense | La crónica

La tercera caída (2-0)

  • La Balona enlaza en Marbella, donde no lanza a puerta, su tercera derrota y se aleja de la Copa 

  • Los albinegros ofrecen en la última media hora una sonrojante imagen de indolencia

El albinegro Gastón y José Cruz pelean el balón.

El albinegro Gastón y José Cruz pelean el balón. / Área 11

La Liga, que se imaginaba tan feliz, transmutada en una agonía. En un vía crucis donde hay mucho más que tres caídas. En una angustia inacabable que acaba por convertirse en costumbre. La Balona enlaza en Marbella su tercera derrota, su cuarta jornada sin vencer, y empieza a renunciar a la Copa por mucho que el presidente Luis Rubiales se empeñe en acercarla a su mesa a base de ampliaciones. Pero todo eso, con ser grave, gravísimo, no es lo peor. Lo que realmente indigna a los balonos es la imagen de impotencia que una vez, y otra, y otra, deja un equipo que se ha ido desmadejando con el paso de las semanas. Una formación que obliga a recurrir a las actas para tener la certeza absoluta de que es la misma que enorgulleció a su entonces atestada grada hasta diciembre. Ahora la sonroja porque hay algo que esa hinchada, sabia como pocas, no perdona: que su equipo profane su apelativo de Recia.

La Balona ha perdido el norte. Bueno, y el sur. Ha dejado de ser un equipo competitivo para dejar la sensación de que sigue en el torneo casi por obligación. Menos mal que esta temporada la salvación está ya garantizada. Porque a este ritmo iban a hacer falta más rosarios y más altares ante los que arrodillarse que la temporada pasada para pedir clemencia.

Los albinegros llegaron a parecer un equipo durante buena parte de la primera mitad. Con Gato haciendo daño el equipo de La Línea llegó hasta tres veces al área contraria con algo muy parecido al peligro. Pero ninguna se tradujo siquiera en un paradón de Jesús Godino que echarse a la boca. Que es lo menos que se despacha. El fútbol se decide en las áreas, que es donde los albinegros han dejado de existir de un tiempo a esta parte.

El Marbella, como una semana antes el San Fernando en el Municipal, fue creciendo desde el centro del campo. Daba gusto ver a Faurlín, Álex Bernal y al incombustible Javi Añón jugar con criterio, implicados. Al tiempo que la Balompédica se empequeñecía.

En el 38’ Juergen ganó la línea de fondo. No se sabe muy bien cómo pudieron permitírselo, pero la ganó. Y la puso al primer palo. Juanma García se adelantó a los centrales y marcó. Es ventajista, pero cuánto se echa en falta aquella contundencia de Kibamba.

A la vuelta de vestuarios, con los aficionados aún sentándose, Gato volvió a sembrar dudas. Solo eso, pero al menos el granadino se dejaba ver. La realidad es que la Balona se vino de la Costa del Sol sin lanzar a puerta.

En el 50’ Javi Montoya aplazó la sentencia en una rebullasca tras dos remates, el primero de Lolo Pavón y el segundo de Faurlín que es complicado explicar cómo no entraron. Pero al ratito llegó el dos-cero. Después de un córner. Sí, sí, de un córner. Tocaron dos, pero al final fue José Cruz el que la echó dentro.

Roger realizó dos cambios más por desesperación que por pleno convencimiento. Y tanto Buba como David Moreno se empeñaron en darle la razón: no aportaron nada. Absolutamente nada.

Y es que tras el dos-cero vino lo peor para la Balona. Aquel equipo indomable del que ya no queda rastro exhibió durante casi media hora una impotencia extrema. El Marbella jugueteando como si se estuviese compareciendo del rival. Con lo que eso duele. Por dos veces, una incluso después de superar a Montoya, Mustafá estuvo a punto de alargar el marcador. Fue generoso.

El pitido final fue la sentencia de una derrota sin atenuantes. Es verdad que el Marbella está en una racha estupenda, pero El Ejido estaba en el polo apuesto y también le pudo a esta Balona desdibujada, huidiza, irreconocible. Y por delante cinco jornadas. Se conocen penitencias más livianas.

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