La Balona invoca su romance con la última jornada

Real Balompédica | Primera Federación

Pandalone ya ha celebrado dos salvaciones agónicas: el curso pasado y en 2018 en Murcia

Los albinegros evitaron el descenso in extremis por dos veces en Sanlúcar: 1990 y 1998

La permanencia más rocambolesca, la de 1991 en el Municipal ante el Toledo

La Balona reasciende a Primera RFEF

El Palmar, campo talismán para la Balona

Loren, a hombros de los aficionados, tras la permanencia de la pasada liga
Loren, a hombros de los aficionados, tras la permanencia de la pasada liga / Erasmo Fenoy
Rubén Almagro

23 de mayo 2023 - 17:47

La Real Balompédica Linense se enfrenta este sábado 27 de mayo (19:30) a una final. Los linenses necesitan ganar en el Alfonso Murube a la AD Ceuta FC, no le vale ningún otro marcador, y que le beneficien otros resultados para conseguir la permanencia en Primera Federación. Una situación complicada, pero no insólita, de la que los albinegros han salido airosos en más de una ocasión. No hay que remontarse demasiado en el tiempo. El actual presidente, Raffaele Pandalone, ya ha festejados dos salvaciones en la última fecha del calendario. Y reza el dicho que no hay dos sin tres: una el curso pasado, entonces en el Municipal al vencer al ya campeón Andorra, y otra en la 2017-18, con el triunfo en Murcia 0-2. Pero aún más dramáticas fueron las de 1990 y 1998 en El Palmar de Sanlúcar y, sin duda, la de 1981 en La Línea ante el Toledo. Antecedentes a los que pueden agarrase los hinchas albinegros para seguir creyendo.

El triunfo de pasado año sobre el Andorra, con Alberto Monteagudo, y el de Murcia de 2018 -con Sánchez de la Nieta en el banco y dos goles que significaron el último servicio del sanroqueño Juan Diego Molina Stoichkov a la entidad que le catapultó al fútbol profesional- casi no necesitan repaso, porque están muy frescas en la mente de todos los balonos.

No sucede lo mismo con las salvaciones alcanzadas por la centenaria escuadra balona en El Palmar el 27 de mayo de 1990 (en Segunda división B) y el 10 de mayo de 1998 (en Tercera división).

En 1990, en al extinta Segunda B, la Balona, dirigida por Gabriel Navarro Baby Babyllegaba a la última jornada dependiendo de sí misma merced al triunfo logrado una semana antes sobre el Badajoz del exbalono José María Martín Doblado (hoy presidente de la Federación Almeriense de Fútbol).

Los albinegros no habían ganado fuera de casa desde octubre de 1988 (es decir, un año y cinco meses antes) y habían conseguido sólo tres goles lejos del Municipal en toda la andadura, los que habían encadenado de una tacada en Telde, donde habían perdido 4-3 después de que Currito Álvarez marrase un penalti en el último segundo.

Los balonos llegaron en plena Feria de la Manzanilla arropados por un millar de aficionados que durante la semana habían soportado suspicacias de toda índole.

Al final, el Atlético Sanluqueño no sólo no dio facilidades, sino que se empleó con especial ímpetu, pero un centro de Antonio Pacheco fue rematado raso por Manolo Ahumada (18'), haciendo inútil la estirada del guardameta Santisteban.

Los linenses montaron una tela de araña y sólo pasaron apuros a ocho minutos del final, con Cristóbal evitando sobre la línea de meta el empate, cuando de fondo ya sonaban los cánticos de los aficionados linenses, que sabían a esas alturas que hasta la igualada era suficiente para evitar el descenso.

La hinchada invadió el terreno de juego cuando el colegiado Renedo Montalvo pitó el final y celebró la salvación mientas sacaba del vestuario al presidente, Manuel Monteagud, quien, incapaz de hacerlo en el palco, siguió la segunda mitad en la caseta.

En aquella Balona de la salvación se alinearon: Domingo -que había comenzado la temporada como ayudante médico-, Cristóbal, Pacheco, Pepe Aparicio, Arias, Charli, García, Javi Vales (Cabrera, 64'), Ormaechea, Ordás y Ahumada (Torremocha, 84'). También formaban parte de aquel plantel, entre otros, Juano, Berenguer, Salvador, Álvarez, Mena, Arreitu y Juli.

La segunda en Sanlúcar

Ocho años después, entonces en Tercera división, el azar quiso que la Balona llegase a la penúltima jornada de Liga con la posibilidad de salvarse esa semana en El Palmar o de hacerlo siete días después en casa con el Ayamonte.

El equipo, entrenado por Manolo Cruz, se había construido desde las limitaciones económicas más profundas y sólo la llegada a la presidencia de Ángel Serrano le permitió no estar descendido a esas alturas.

Los linenses viajaban arropados por medio millar de almas, pero con sólo quince jugadores en el autocar, entre ellos el tarifeño Miguel Ángel García que se encontraba haciendo el servicio militar y al que recurrió el cuerpo técnico después de tres meses de ausencia ante la falta de efectivos.

Cruz, que había advertido que evitar el descenso era "más mérito que jugar la liguilla para otros" [en clara referencia al que sería su sucesor, Rafa Escobar], alineó a: Pablo, Morales, Jose, Francisco Alonso, Chichi (Miguel Ángel, 84'), Isidro, Acris, Argüez (Trompita, 21'), Moreno, Colin y Pedro García. También formaron parte de aquel plantel en algún momento de la temporada Matías, Óscar, Perico, Diego, Antonio Manuel, Francis Aparicio, Juan Almendro,Yiyi,Villi...

Moreno (64') y Trompita (74'), éste en un clamoroso error del meta Caro, adelantaron a los albinegros, que sufrieron al final al ver como Mena (83') acortaba distancias.

La salvación más rocambolesca

Pero más especial, por lo extraño, fue la salvación de 1990/91, también bajo la presidencia de Manolo Monteagud y en la categoría de bronce. Con el recordado Álvaro Rodríguez Alvarito Alvaritoal frente, empezó líder tras vencer al Ceuta (3/0) en la primera jornada. Una derrota una semana más tarde precisamente en El Palmar supuso para los muchos aficionados que se desplazaron un regreso a la cruda realidad.

Fue una de esas campañas de sinsabores, con Alvarito relevado durante exactamente dos meses para después regresar al cargo por un cuanto menos singular tándem Pacheco-Leblanc y con una última jornada de miedo. O mejor sería decir de pánico. Por entonces no existía la mal llamada promoción y el peor 15º clasificado de los cuatro grupos se iba a Tercera. Por eso, la Balona necesitaba ganar al Toledo para mandar al rival de aquella tarde directamente a Tercera y, además, precisaba que los marcadores del Izarra, el Durango, el Lemona y el Binéfar le acompañaran.A priori se antojaba algo imposible. Casi como lo del domingo en Ceuta.

Fue, sin duda, la tarde de la radio por excelencia en el estadio Municipal. Los albinegros vencieron 3-1 y los jugadores se agolparon en la caseta en torno a un pequeño receptor del utilero Antonio El Porrina. Durante un cuarto de hora el público escuchó a través de los altavoces del estadio la transmisión de Radio-5 en la que -algo que hoy con las redes sociales se antoja imposible- no sera posible garantizar el resto de los marcadores, todos muy ajustados por otro lado.

A las 20:10 de aquel caluroso domingo José Manuel Fernández anunció que el sueño se había consumado. Los futbolistas, algunos ya desposeídos de camisetas y calzonas, volvieron al césped y se mezclaron entre lágrimas con los espectadores. Se habían dado todas esas combinaciones imposibles y la Balona seguía en Segunda B.

Pablo, Mancilla, Ismael, José Manuel García, Agustín Cabrera, Juan Arias, Da Silva, Javi, Lucendo, Eguileor, Elorduy, Miguel Ángel, Francis, Felipe, Julio Medina y Chema Serna eran, entre otros, inquilinos de aquel vestuario.

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