Real Murcia - Real Balompédica | La crónica

La Balona es de Primera

  • Los albinegros empatan en Murcia y se garantizan una plaza entre los fundadores de la Liga Pro

  • Los linenses se sobreponen a numerosas adversidades y completan un partido discreto pero práctico

  • Nacho Miras detiene un decisivo penalti en el minuto 29

Jugadores y técnicos de la Balona celebran el ascenso en el césped de la Nueva Condimina

Jugadores y técnicos de la Balona celebran el ascenso en el césped de la Nueva Condimina / LOF

Una competición tan prometedora, tan ilusionante como la Primera RFEF (Liga Pro) no podía arriesgarse a seguir aguardando a un equipo de la talla de la Balona. A falta de dos jornadas y después de una carambola a tres bandas, la Real Balompédica Linense ya sabe que será fundadora de esa nueva división que tantas expectativas levanta. Los albinegros supieron sobreponerse a un montón de adversidades para cuajar un partido tan discretito como práctico y conquistar en Murcia ese puntito que sellaba el pasaporte. Gracias, entre otras muchas cosas, a que su portero Nacho Miras detuvo un penalti en el minuto 29. El círculo se cierra y el escenario que supuso el primer gran éxito de Rafa Pandalone como presidente, aquella salvación agónica de 2018, le ve dar un paso adelante que supone mucho para el futuro de esta centenaria institución.

La Balona se ha acostumbrado a caminar sobre el alambre y en la Nueva Condomina, o como quiera que se llame ahora, volvió a demostrar una capacidad infinita para resolver problemas sobre la marcha. Acudía sin tres puntales como Carrasco, Víctor Mena y Antoñito, además de que Koroma, y eso se lo habían tenido calladito, tenía el tobillo como una bota. Se le notó al internacional de Sierra Leona que no estaba para florituras.

Por si fuera poco en el calentamiento se lesionó Paco Candela, que parece que puede tener una avería importante. Calderón re-reconstruyó su defensa, dio entrada a Sergio Rodríguez poco menos que sin calentar y los futbolistas se rehicieron del golpe que supone ver a un compañero abandonar el césped portado en volandas porque no puede ni caminar. Un poco de todo se unió para que la Balompédica saliese un poco cohibida. Entre que el empate le valía y que el rival no achuchaba mucho…

Ya al cuarto de hora la afición murcianista empezó a hacer sentir su malestar y cuando parecía que iba a caer el chaparrón, una mano de Sergio Rodríguez de esas del nuevo fútbol y penalti. Pero una vez más quedó de manifiesto que Nacho Miras es un portero grande, inmenso. Tan inabarcable como la estulticia de quienes dudaron de sus cualidades sin ni siquiera haberle visto entrenar. Repelió con un auténtico paradón el lanzamiento de Carrillo y dejó entrever que era la tarde de su equipo. Una tarde que empezó casi un mes antes, cuando abortó otro supuesto máximo castigo a otro murcianista, Verza.

Tras el descanso más adversidades devenidas. Óscar Arroyo se tuvo que quedar en la caseta. Y nueva reorganización atrás. Y el equipo de La Línea que no perdía la compostura. Es verdad que en ataque no se le veía entre poco y nada, pero en defensa apenas si concedía algún disparo desde la frontal del área y algún centro lejano que siempre, siempre, resolvía bien Nacho Miras.

El Murcia, que hoy por hoy tiene más nombre y más historia que argumentos, fue asumiendo que su suerte estaba echada. Y mientras Antonio Calderón, que lo mismo ha tenido algo que ver en todo esto, seguía manejando el partido, con un cambio entre linenses que tenía mucha pinta de ser un guiño. Los minutos iban acercando a la Balona al objetivo con el que comenzó la temporada del Covid.

Al final, con el partido ya desabrochado, la que pudo ganar fue la Balona. Que igual tampoco hubiese sido del todo justo. Pero a Chironi –que otra vez estuvo a un excelente nivel- se le cerraron las luces cuando llegó, extenuado, delante de Champagne. El experimentado guardavallas acertó a sacar con un pie. Ya en el añadido y cuando los visitantes andaban más pendientes de pedir la hora que de otra cosa, a Coulibaly se le enredó el balón entre los pies cuando ya tenía el tiro de gracia.

Segundos después ya todo daba igual. Era el momento de los abrazos. Del éxito de los que están y de los que se tuvieron que marchar en diciembre. De la afición que ha sufrido al verse desterrada de su estadio. De la directiva. De La Línea. Porque si algo tiene esta Balona no es que sea de La Línea. Es que es La Línea. Un año tan duro, tan extraño, tenía que tener un final feliz. Bien, no muy bien, está lo que bien acaba. Aunque en realidad, si lo piensan bien, esto es solo el principio…

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