Marbella FC - Real Balompédica | La crónica

Insuficiente ataque de dignidad (1-0)

Morcillo y Javi Pérez defienden a Dago, con Ackerman al fondo

Morcillo y Javi Pérez defienden a Dago, con Ackerman al fondo / Marbella24horas

Digno. Tan digno como poco fructífero. El partido en el que menos reproches por actitud se le pueden hacer es precisamente el que empuja a la Real Balompédica Linense al mismísimo borde del abismo., entendiéndose éste como seguir en esta división con tan pocos atractivos. Los albinegros cosecharon una derrota mínima en Marbella, donde jugaron desde el minuto 23 con un hombre menos por expulsión de Fran Carbià y donde comparecieron con cinco bajas. A pesar de las adversidades nunca se rindieron. Mantuvieron hasta el pitido final la ilusión de la proeza por orden y por actitud. Pero no les da. Y por si fuera poco encajan otro gol de córner. El marcador adverso les sitúa ya a cinco puntos del pelotón que pelea por la quinta plaza. Dos partidos con nueve por jugarse. No es para tirar la toalla. Pero el tufillo que tiene se le parece.

La historia contará que la Balona se dejó gran parte de sus aspiraciones en un campo que, paradojas del destino, es propiedad del máximo accionista de los albinegros, Andrés Roldán. Los números demostrarán que esta derrota abre un socavón importante con respecto a la zona de play-off. Pero, sin ser mentira, no es del todo cierto. La Balompédica se ha ido dejando sus aspiraciones cuando empataba con el Manchego o el Cádiz Mirandilla, cuando perdía con el UCAM en el Ciudad de La Línea o en Cartagonova ante el colista. Porque esta vez, y sin que sirva de precedente, hay muchos atenuantes. Que no valen de nada, pero que están ahí.

Los albinegros, que por algo habían silenciado celosamente su lista de viajeros, comparecieron en La Dama de Noche sin Cera, sancionado, Santi Jara y Nando Copete, lesionados. Esos eran los conocidos. Los que no se contaron fueron Sergi Monteverde y Moi Parra, Un cúmulo de ausencias que dio cabida en la expedición a dos tarifeños Pepe Greciano, que debutó, y a Ale Cantera. Cualquier equipo se resiente cuando le faltan cinco hombres, que además perfectamente podrían haber haber sido titulares de estar sano.

Y como a perro flaco... lo de los árbitros empieza a ser puede que no sospechoso -que es un término grueso- por lo menos desquiciante. Ya avisaron en Estepona, donde hurtaron un gol a Aridane Santana. La semana pasada el supuesto juez ignoró un penalti de libro sobre Fran Carbià. Y en Marbella al sevillano Abraham Gutiérrez se le disparó el arma en el 23' y expulsó precisamente al atacante tarraconense. Es cierto que el futbolista hizo una entrada temeraria -y además casi en el área rival- sobre Marcos Olguín. También es verdad que le sucedió lo que a todos los que no están acostumbrados a ese tipo de acciones, que pareció más de lo que era, que fue muy aparatosa. Pero ¿roja? Acabarían la mitad de los partidos cinco para cinco. Y ya son muchos.

A partir de ese momento, la Balompédica, que había comenzado con tres centrales y estaba defendiendo muy arriba (eso que ahora es bloque alto) para taponar la salida del balón tan exquisita que pretenden los costasoleños, se rejuntó más. Y soportó perfectamente a un rival que no sabía como meterle mano. Había mucha dignidad entre los vestidos de negro. Los de casa apenas lograron crear peligro en un lanzamiento de Dago (26') y ya muy al final del primer tiempo en un despiste defensivo, con un remate de Jorge Álvarez, solo en el segundo palo, que se fue alto.

Lo malo fue el arranque del segundo. En el 51' un córner. Otro. No será porque no estén avisados. Lo puso en juego Hugo Rodríguez y cabeceó a placer Aitor Puñal. Es imposible no hacer sangre. Tan imposible como no indignarse. Con tanto en juego un error de concentración impropio de un equipo profesional. Porque además está escrito que en las acciones a balón parado en cuando menos (o nada) se nota la diferencia de efectivos. En fin.

A partir de ahí la Balompédica trató de jugar con los tiempos. Se reventó. Pero en ataque no le da. Quiso y no supo. No hay desborde y el fútbol que practica es muy previsible. Una vez más esa sensación de impotencia que tanto desencanto produce en los suyos. Nadie niega las ganas. Pero con eso no basta. En los cuarenta minutos que quedaban, con peligro, lo que se dice peligro, apenas un disparo que se envenenó con un bote a traición pero que supo sacar Lejárraga.

Claro, a base de desabrocharse para conquistar al menos un punto, el equipo de La Línea corrió riesgos. Y el Marbella, que tiene talento, llegó en dos o tres contras con mucho peligro. No fueron más porque Morcillo -otras veces tan señalado- y Diego Jiménez se reventaron. Un centro de Aitor Puñal que se paseó por el área pequeña sin encontrar rematador (59') y un paradón de Ackerman a Harper (83') después la Balona seguía viva. Exhausta, pero viva.

Fue por entonces cuando Mere (que solo realizó tres cambios) intentó que Pepe Greciano sacase de su chistera una maniobra salvadora. Pero con apenas dos minutos más que un truco le pedía un milagro. Al menos el chaval ya puede decir que ha debutado.

El árbitro, que en todo lo que estuvo a su alcance perjudicó a la Balona, escamoteó también un minutilo en el añadido mientras los de casa, que veían peligrar su triunfo, hacían juegos de mano con un balón para no volver a ponerlo en juego.

La Balona regresó de vacío de una de esas infinitas finales que viene jugando desde no se sabe cuándo. Más tarde o más temprano tenía que suceder. Aunque, como en ese caso, igual no fuese merecido. Tampoco mereció ganar en Águilas y lo hizo. Los albinegros están a cinco puntos del quinto y con seis de ventaja sobre el play-out. Lo que toda la vida de Dios se ha escrito en tierra de nadie. Entran muchas ganas de escribir y hasta aquí hemos llegado, pero se corre el riesgo de acabar comiéndose las palabras. No queda otra que seguir creyendo porque cosas más difíciles se han visto en el fútbol. Pero hacerlo cuesta. Y mucho.

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