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No ha empezado bien la Real Balompédica este 2022. Nada bien. Parece que el trasiego de futbolistas para dentro y para fuera del vestuario esté pasando factura y que el equipo de Romerito haya perdido la personalidad que le acompañaba. No es contundente atrás y carece de presencia arriba. Da la sensación de ser un bloque a medio cocer. Es verdad que le faltan elementos importantes y en puestos claves, pero antes lo disimulaba mejor. Después del fiasco de Sevilla, esta vez le tocó firmar su primer empate en casa de la temporada, con el Nàstic. Un premio inmerecido para los de La Línea a la vista de lo que sucedió en el campo. El rival tuvo seis ocasiones/ocasiones, dos de ellas, dos disparos a la madera. La Balompédica, ninguna. Y cuando eso sucede, las más de las veces gana el enemigo. El punto es un botín generoso. Bienvenido sea.
Es curioso. La Balona salva otra semana más la quinta plaza y sin embargo su hinchada abandonó el estadio refunfuñando entre dientes “de la que nos hemos librado”. Desde luego Jaco Zafrani, al que se pretendía homenajear, hubiese querido otra Balona para el día de su recuerdo. No es ninguna novedad que jugar en el Municipal cuando aprieta el Levante no es fácil. Pero lo que sorprendía es que a ratos parecía que el que estaba acostumbrado era el Nàstic, que pudo y mereció ganar. Menos mal que el fútbol no siempre entiende de méritos.
Lo de las bajas esta vez es para analizarlo. En el centro de la zaga, definitivamente, faltaban los dos primeros espadas (Fran Morante y Jesús Muñoz) y se nota. Borja López es un flan a ratos y Delmonte no muestra la sobriedad que se le suponía cuando llegó en el mercado de invierno También se nota que Víctor Mena se ha metido en un bucle extraño y que no se parece a sí mismo. Del resto de las ausencias, de Koroma siempre se puede esperar un chispazo y, cosas de este bendito deporte, se echó en falta al discutido Gerard Oliva. No hay nada mejor que no estar en el campo para que se reconozcan los méritos. Sobre todo porque Iván Martín hizo todo menos reivindicarse. Ni en actitud ni en fútbol. Igual el tirón de orejas del míster en la previa tenía más contenido del que parecía.
El primer tiempo fue un monólogo grana. El exbalono Elías Pérez, con mucho espacio, ofreció una cátedra y el Nàstic se gustó. Pudo marcar en el 20' cuando Nil cabeceó solo en el segundo palo un centro de Pablo Fernández... y estrelló el balón en el lateral de la red. Después de un doble intento tras un córner, en el 33' llegó la tercera. Romera remató con la testa, a bocajarro, y Nacho Miras sacó una de esas manos que mantienen a la Balona donde está. De esas que tantas veces pasan casi desapercibidas.
El único disparo no a portería, sino adelante, de la Balona en todo el primer tiempo llegó por medio del debutante Serge Leuko (de lo mejor, muy implicado, con presencia en ataque), que se marchó directamente fuera.
Tras el intermedio Romerito metió músculo en la zona ancha. Coulibaly relevó a Chironi, Elías Pérez ya no tenía media hectárea para él y durante los primeros 20/25 minutos del segundo periodo el conjunto de La Línea al menos tuvo presencia en el campo contrario. Que si un detallito del Loren en su puesto natural de extremo, que si otro puntito de Antoñito. Pero la realidad es que con todo eso no le valía para generar peligro y que el que pudo anotar fue el conjunto tarraconense, que cada vez que se desplegaba descubría la fragilidad atrás de los de casa.
En el 49 y después de una montonera, Pedro del Campo estrelló el balón en el poste. En el 59 Nil volvió a ejercer de indultador. Le cogió la espalda a la zaga, se plantó en el área y cuando vio venir a Nacho Miras en vez de lanzar, optó por tratar de enviar a Robert Simón, que llegaba por el otro costado y que no pudo ni contactar con el balón.
Apenas había pasado la media hora cuando llegó la segunda y última intentona de la Balona en todo el partido. Otra vez Serge Leuko. Otra vez desde la frontal. Esta vez actuó Manu García.
En el tramo final otras dos oportunidades para los visitantes. A la vista de cómo se desenvolvió, resulta complicadísimo entender que este Nàstic sea el peor visitante de la categoría que aún no haya ganado en ruta y que solo haya marcado dos veces lejos de su estadio. Bueno eso no tanto, porque si con esas seis ocasiones -que son también seis concesiones de los locales- no atina con una, qué no hará cuando llegue una o dos veces, que es lo normal.
En el 74 Dani Romera -que hizo un partido fantástico- intentó lo que no era ni un centro ni un disparo y el balón se paseó por la línea de meta. Romerito daba la alternativa, con tintes simbólicos por su duración, a dos de los recién llegados, el melillense Sergi Fernández y el linense Manu Toledano, pero tampoco cambiaron nada. Porque volvió a tenerla el rival: Robert Simón estrelló el balón en la cruceta.
La Balona hilvana dos partidos sin marcar y ha anotado uno en las cuatro últimas jornadas. Aunque mantiene -pendiente de los partidos aplazados- su plaza en el ático de la clasificación, da una sensación de inestabilidad extraña, rayando a preocupante. Dos partidos en los próximos siete días (en Murcia con el UCAM y en casa con el Sabadell) empezarán a marcar el camino. Ya lo dijo el presidente que de esto sabe un rato. De aquí a marzo... pues de momento es necesario un volantazo.
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