Mérida AD - Real Balompédica Linense | La crónica

(1-1) Se hace camino al empatar

  • La Balona arranca un buen punto en Mérida y sigue invicta

  • Los linenses pagan con un gol su desconexión inicial

  • Tomás Sánchez, de penalti, iguala antes del descanso

Bandaogo forcejea con el exbalono Dani Espinar

Bandaogo forcejea con el exbalono Dani Espinar / LOF

No siempre puede ganar la Balona, que tampoco es cuestión de perder el oremus. Los linenses sumaron un punto en un campo complicado, el del Mérida, que además no suele ser terreno fértil para ellos. Un resultado que les permite seguir invictos después de tres jornadas y que si les aparta de la primera plaza es por por un quítame allá esa diferencia de goles. Anecdótico, como lo fue en la primera jornada su liderato. Los de La Línea (esta vez de celeste) estuvieron más cerca del triunfo que de la derrota, pero el Mérida facturó en el mal comienzo de partido visitante y el resultado mucho dista mucho de ser un disparate.

Ahí sigue la Balona. Sin perder. Codeándose en la zona noble con equipos que han necesitado una billetera mucho más gorda para confeccionar sus plantillas. Pudo ganar en el Romano, pero en chispazos también pudo volver de vacío. Hay que saber puntuar cuando no se puede ganar que dice el tópico.

El partido se pareció mucho a un modelo de Segunda B, con enorme (encomiable) desgaste por ambas partes, con ocasiones en ambos bandos y con una Balompédica que sigue evolucionando como bloque y que lleva no una buena, sino una magnífica velocidad de crucero. Un empate a domicilio y menos aún en ese escenario no puede oler a frenazo. Porque es que ni se le parece.

La realidad es que la Balona no parecía la Balona en el primer tercio del partido. Un poco porque salió como distraída. Embobada. Otro poco porque los emeritenses apretaban más que un mes de hipoteca. Aun así los linenses iban medio capeando el temporal hasta que en el minuto 19 se produjo un error en cadena que acabó mal.

Igor Martínez hizo una falta que no debía. Poley golpeó y Carrasco falló de manera estrepitosa al intentar interceptar. A Álex Jiménez casi no le quedó otro remedio que marcar, porque cabeceó a placer. Era el primer tanto que encajaba Javi Montoya en 199 minutos de competición. No es precisamente una tragedia.

El gol fue como un pellizco. Desperezó a los visitantes, que dieron un paso adelante. Y ya en el 29’ debió llegar el empate. Una buena triangulación de Tito Malagón con Igor Martínez permitió a éste poner el balón dentro del área pequeña. Moussa encontró en el forcejeo con el defensa la excusa perfecta para malograr una ocasión de ésas que no se pueden fallar.

El partido estaba empezando a volcarse del lado balono, pero aún habría que soportar otro despiste atrás de esos que, seguro, va a costarle al vestuario más de una reflexión de Roger durante la semana. Melchor metió en las entrañas del área, Montoya no se entendió con los suyos y Cristo por poco forma eso, un cristo. El balón fue generoso y se marchó por la línea de fondo.

El último tramo del primer periodo fue de la Balompédica. En el 41’ avisó. Manu Molina –otra vez fenomenal– lanzó una falta con muy mala idea al larguero. En el rebote tocó Moussa. Casi seguro, en fuera de juego. El árbitro lo decretó porque lo parecía. El posterior remate de Igor Martínez, que acabó dentro del marco, ya estaba invalidado. Así que en rigor no se puede hablar de tanto anulado.

Pero no hubo que esperar mucho para ver a los de celeste festejar un tanto. En el 42’ Álex Jiménez tocó con la mano dentro del área. Hace cuatro meses la jugada hubiese admitido todo tipo de debate. Con la nueva reglamentación, penalti indiscutible. Así lo entendió el segoviano Germán Cid. Tomás Sánchez, el nuevo pichichi albinegro, marcó no sin cierto suspense, porque el meta rival le adivinó la intención.

La segunda parte tuvo otro guión. Hay que empezar a olvidarse de esa idea de que la Balompédica solo sabe jugar por detrás del balón y entrando por las bandas. Eso era antes. En Mérida tomó la iniciativa con descaro y se metió en el campo rival, como una semana antes hizo frente al UCAM durante muchos minutos. Los de Roger merodearon el área adversaria, pero les faltó atinar con el último pase y eso les alejó del triunfo.

La Balompédica había decidido correr riesgos y eso, a veces, tiene consecuencias. En el 62’ un balón desde el costado del exbalono Dani Espinar se paseó por el área de Javi Montoya y sus compañeros no llegaron de milagro. Y en el 65’ un centro-chut de Melchor se envenenó y acabó vomitado por el poste en medio de un suspiro de alivio del banquillo visitante. Es verdad que el equipo de casa ni siquiera se acercaría más, pero no es menos cierto que en estas dos pudo hacer un estropicio.

Roger brinda a Koroma un debut casi simbólico

Después de eso, Roger apuntaló el mediocentro con Albisua y brindó a Koroma la posibilidad de disfrutar de un debut casi simbólico.

La Balona quiso, pero le faltó, dicho queda, esa última entrega entre líneas para dar el golpe definitivo. Y el Mérida se resistió bien.

De agradecer el generoso no, generosísimo esfuerzo de unos y otros. Y un punto más a la buchaca. Que igual ahora no se paladea porque el entorno se estaba acostumbrando peligrosamente al caviar. Pero con el discurrir de las jornadas cuenta. Digo que si cuenta. Y si no, al tiempo.

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