La sencillez y el cariño a los demás, su principal virtud
TraductorGabriel celebra hoy con sus amigos que comienza una nueva vida en la que podrá dedicarse a sus grandes pasiones: viajar con su esposa y jugar con su nieto Martín.
Gabriel tuvo que trabajar desde que era casi un niño para ayudar a su familia a salir adelante. En tiempos tan difíciles y tan duros, todas las manos eran pocas en una casa para ganar el pan de cada día. Siendo aún muy joven, trabajó en la ciudad de Córdoba, en una fábrica de caramelos. Volvió a su pueblo, San Enrique de Guadiaro, y se casó con su encantadora novia, Paquita, que era casi una niña. Juntos emigraron a Suiza llenos de ilusión por buscar un mundo mejor, pero sus ilusiones quedaron truncadas por las condiciones de trabajo en la hostelería, que no fueron las que esperaban, y la añoranza del hogar, que fue demasiado fuerte. Eso les hizo regresar a su querida patria para establecerse en su pueblo natal. Comenzó por aquel entonces el auge de la construcción en la Costa del Sol y Gabriel trabajó en ello muchos años.
Por fin ha llegado su jubilación y de ahora en adelante piensa dedicarse a sus grandes pasiones, que son viajar con su esposa -de la que sigue enamoradísimo-, disfrutar de sus hijas Estefanía y Patricia, jugar con su nieto Martín -y con los que vayan llegando-, trabajar en la huerta familiar que poseen en San Enrique y salir de marcha con sus amigos.
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