Algeciras y su puerto en el siglo XI: el reino taifa Hammudí (1035-1055)

Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)

Los reyes independientes de Algeciras empobrecieron el pequeño reino y lo debilitaron militarmente

Algeciras y su puerto en el siglo X: base de las flotas de Abderramán III y de Almanzor

Embarcación de época taifa dirigiéndose al puerto de Almería (mediados del siglo XI).
Embarcación de época taifa dirigiéndose al puerto de Almería (mediados del siglo XI). / E.S

Tras la muerte de Almanzor en el año 1002 el Califato de Córdoba entró en una etapa de deterioro institucional (descrédito de la figura del Califa, incapacidad de los hijos de Almanzor de establecer un poder legítimo, división ocasionada por el enfrentamiento entre las tropas bereberes, árabe-andalusíes y mercenarias, pérdida de prestigio internacional, etc.). El Califato se desmembrará dividiéndose en veintiséis reinos de taifas, quedando definitivamente extinguido hacia el año 1030.

Algeciras y Málaga serán las principales ciudades en las que se establecería uno de esos reinos taifas, el que se fundó en torno a la familia, de origen norteafricano, de los hammudíes. Lograda su separación de Málaga en 1035, la antigua cora de Algeciras, como reino independiente, gobernada primero por Muhammad y después por su hijo al-Qasim ben Muhammad como emires, tendría una existencia efímera, aunque no exenta de sucesos relevantes, hasta que, en el año 1055, fue absorbida por los abbadíes sevillanos que aspiraban a crear un gran reino en el sur de al-Ándalus apoderándose de otras taifas más pequeñas y débiles. No obstante, pese a la corta existencia del reino de Algeciras, desempeñó un relevante papel en la estratégica región del Estrecho hasta el desembarco en la ciudad de los almorávides en el año 1086.

Pero antes de que los Hammudíes lograran fundar un reino independiente en al-Yazira al-Jadrá, en el mes de abril del año 1011 las tropas bereberes, mandadas por un general llamado Sulaymán al-Mustain “entraron en la ciudad, mataron a muchos de los que hallaron en ella, demolieron sus casas y cautivaron a sus hijos”. A continuación Sulaymán mandó juntar a los prisioneros en las atarazanas y, tras concederles el perdón, les dio la libertad. Algunos se dirigieron a Málaga y hubo mujeres algecireñas, que por propia voluntad o por la fuerza, se casaron con hombres del ejército bereber.

Extensión del reino taifa de Algeciras una vez separado de Málaga en 1035.
Extensión del reino taifa de Algeciras una vez separado de Málaga en 1035. / E.S

Pero con el asalto de los bereberes, Algeciras sufrió una devastación no conocida desde que la ocuparon y saquearon los vikingos en el verano del año 859. La ciudad que se viera beneficiada por el establecimiento de la flota de Abderramán III y la construcción de unas atarazanas y por las largas estancias en ella de Almanzor, con la llegada de funcionarios, jefes militares, jeques de las tropas bereberes, abastecedores del ejército, comerciantes, etc., quedó tan afectada que, cuando quince años después del asalto de Sulaymán al-Mustain, se instalaron en ella los Hammudíes, estos no pudieron usar como residencia el alcázar de la ciudad, que había sido incendiado por los bereberes, sino que tuvieron que adoptar como residencia el edificio de las atarazanas, como refiere la crónica árabe.

El reino tafia Hammudí de Algeciras

Son escasas las referencias que se poseen de la ciudad durante el período de la taifa Hammudí. Aunque su puerto continuó ejerciendo de lugar se paso obligado con el norte de África y que sus arsenales siguieron funcionando, aunque habían dejado de ser la base de la flota andalusí. Sin embargo, las guerras en que se vieron envueltos los reyes independientes de Algeciras empobrecieron el pequeño reino y lo debilitaron militarmente, hasta el punto de que en el año 1055, al-Mutadid (padre del famoso al-Mutamid), rey de Sevilla, reconociendo que al-Qasim ben Muhammad de Algeciras era -refiere el historiador Ibn Idari- “el más débil de los emires bereberes en poderío y el más escaso de ellos en hombres, se dirigió contra él y lo sitió”.

Viéndose en inferioridad de hombres y de medios, al-Qasim solicitó el auxilio de sus antiguos aliados de al-Ándalus y de Suqut, el señor de Ceuta, los cuales fueron demorando su ayuda hasta que el emir de Algeciras, falto de abastecimiento y de hombres, perdió toda esperanza de ser socorrido y se vio obligado a solicitar la rendición a los sevillanos. Pactó la entrega de la ciudad con el visir de al-Mutadid, logrando que este le diera un salvoconducto para sí, su familia y sus cortesanos. Al-Qasim se dirigió a Ceuta para solicitar asilo en esa ciudad. Pero como Suqut se lo denegó, tuvo que dirigirse a Almería, cuyo rey taifa lo acogió a él y a su familia.

Dirhem acuñado en Algeciras durante el reinado de al-Qasim ben Muhammad (1048-1055).
Dirhem acuñado en Algeciras durante el reinado de al-Qasim ben Muhammad (1048-1055). / E.S

Entre los años 1055 y 1086 el territorio o cora de Algeciras pasó a formar parte del reino taifa de Sevilla. Sabemos que los abbadíes sevillanos rehabilitaron su puerto y su arsenal, estableciendo en la ciudad barcos de guerra con los que poder controlar el paso del Estrecho. Después de conquistar Algeciras, al-Mutadid ben al-Abbad envió la flota sevillana a su puerto con el fin de preparar el ataque contra la ciudad de Ceuta y con el objetivo, como había hecho Abderramán III al principio del Califato, de dominar el mar y asegurarse el control de las dos orillas. Pero en esta ocasión la escuadra andalusí fue rechazada por Suqut al-Bargawati, señor de la ciudad. Sin embargo, las aspiraciones abbadíes de tomar Ceuta y dominar las rutas comerciales que en ella confluían, no acabaron con aquel fracaso.

En el año 1065 estalló la guerra entre Sevilla y la ciudad del Estrecho originada por un conflicto comercial. Los andalusíes equiparon una potente flota en el puerto de Algeciras con el fin de controlar el paso marítimo y tomar la ciudad africana. Después de varios encuentros navales, al-Mutadid dio por finalizado su proyecto de dominar la otra orilla y se retiró. Mientras tanto, en África, los almorávides habían comenzado su expansión hacia el norte desde las costas del Sahara.

Dos dinares acuñados en Ceuta en el año 1032 hallados en el transcurso de la excavación realizada en el nº 20 de la calle General Castaños.
Dos dinares acuñados en Ceuta en el año 1032 hallados en el transcurso de la excavación realizada en el nº 20 de la calle General Castaños. / Museo Municipal de Algeciras.

Hace unos veinte años se exhumaron, en el transcurso de la intervención arqueológica realizada en la calle General Castaños n.º 18 y 20, en niveles correspondientes a la taifa hammudí, tres dinares (monedas de oro) ocultos en una jarrita. Dos de ellos acuñados en Ceuta en el año 1032 y uno de la ceca de al-Ándalus batido en Sevilla en el año 1063. Durante los reinados de Muhammad y al-Qasim está documentada la existencia de una fábrica de la moneda en Algeciras, que emitió dírhems de plata. En la excavación llevada a cabo en 2003 en los solares números 13-15 de la calle Alférez Villalta Medina se documentaron estructuras murarías y superficies de uso datadas en el periodo taifa. Todo ello evidencia una ocupación de la zona con construcciones de cierta importancia de mediados del siglo XI.

A través de los diccionarios biográficos (estudiados por la arabista Manuela Marín) se conocen los nombres de algunos sabios y ulemas que nacieron y residieron en Algeciras en la época taifa o que, sin ser originarios de la ciudad, ejercieron durante algún período de su vida algún cargo de cierta importancia en ella, como Abd al-Jaliq ben Marzuq al-Yahsubi, alfaquí que hizo la Peregrinación y murió en el año 1056; Alí ben Raya al-Yaziri, literato y poeta que murió en 1054; Musab ben Abd Allah al-Azdi, hijo del famoso biógrafo Ibn al-Faradi, que fue magistrado en Algeciras en tiempos del rey al-Qasim; Sulaymán ben Hazm al-Yaziri, alfaquí que se especializó en la transmisión de obras de derecho malikí; Ashab ben Mahmud al-Maafiri, nacido en la ciudad, donde se había instalado su abuelo, y donde fue él mismo alfaquí, y Nafi ben Riyad al-Yaziri, poeta y literato algecireño que se trasladó a Córdoba donde se dedicó a componer panegíricos para la nobleza de la ciudad.

Desembarco de los almorávides en el puerto de Algeciras en el año 1086

Décadas más tarde, al-Ándalus, sometido a la presión de los pujantes reinos cristianos, sobre todo de Castilla, tendría que solicitar la ayuda de un poder musulmán que había surgido en el Magreb occidental proveniente de la región de Sahara: los almorávides, que habían comenzado su expansión hacia el norte ocupando Fez en el año 1070. Luego atacaron a los Gumara, que eran aliados de Suqut, emir de Ceuta. En el año 1081 Suqut envió un mensaje al rey al-Mutamid de Sevilla en el que le comunicaba el imparable avance de los almorávides sobre sus territorios y la necesidad de que se implicara en el conflicto por el peligro que podía representar el emergente imperio africano para el propio al-Ándalus. Temeroso del avance de los 'Hombres del Desierto' y prevenido por Suqut, al-Mutamid ordenó al gobernador de Algeciras que reforzara las fortificaciones de Gibraltar y que mantuviera una continua vigilancia en el Estrecho. En el año 1082 el almoravid Yusuf ben Tasufín puso sitio a Ceuta y en septiembre del año siguiente se apoderó de la ciudad norteafricana.

Candil de piquera hallado en Algeciras (Siglos X-XI).
Candil de piquera hallado en Algeciras (Siglos X-XI). / Museo Municipal de Algeciras.

Los almorávides se encontraban ya frente a Algeciras, a las puertas de al-Ándalus y ante una comunidad islámica desmoralizada y fuertemente amenazada por el avance cristiano y por su propia incapacidad de diseñar un proyecto político unitario e independiente. En el año 1086 desembarcaron en Algeciras y se dirigieron al norte, logrando Yusuf ben Tasufín vencer al rey Alfonso VI en la batalla de Sagrajas o Zalaca el 26 de octubre de ese año y, al mismo tiempo, agregar los territorios musulmanes de la Península Ibérica, como una provincia más, a su ya extenso imperio norteafricano. Se iniciaba una nueva etapa de la historia de al-Ándalus caracterizada por su dependencia a poderes originados y llegados desde el Magreb.

Algeciras, sin embargo, favorecida por su privilegiada posición geográfica y su carácter de base naval y la existencia de su fábrica de la moneda, se adaptará pronto a la nueva situación convirtiéndose en la ciudad portuaria por excelencia de la región del Estrecho, como se verá en los próximos capítulos de esta serie.

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