Algeciras y su puerto en los siglos VIII y IX: el asalto vikingo

Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)

El éxito del asalto vikingo a Algeciras demuestra la debilidad de las estructuras defensivas de la ciudad a mediados del siglo IX

De Iulia Traducta a al-Yazira al-Jadrá

Naves vikingas
Naves vikingas / (Acuarela de R. Monleón. Museo Naval de Madrid).

De lo expuesto por algunas fuentes árabes se deduce que, a la llegada de los musulmanes al litoral norte del Estrecho en la primavera del año 711, existía un pequeño enclave portuario junto a la desembocadura del río de la Miel que mantenía relaciones comerciales con el norte de África. Aquel asentamiento costero se hallaría situado junto el estuario que formaba el curso bajo del río en el que se establecieron las tropas que desembarcaron con Musa ben Nusayr en el año 712 y donde este general fundó la nueva ciudad que sería conocida como al-Yazira al-Jadrá (la Península Verde).

En el primer siglo de al-Ándalus, la nueva fundación, apoyada en su estratégica situación, se fue desarrollando hasta convertirse en capital de una circunscripción político-administrativa de carácter provincial o cora a partir de mediados del siglo VIII, que abarcaba los territorios que hoy constituyen el Campo de Gibraltar, además de parte de los términos de Alcalá de los Gazules, Gaucín, Casares y Estepona.

No cabe duda de que su carácter portuario, tanto de tránsito de pasajeros como comercial, se fue consolidando al transformarse en el puerto por excelencia para el desembarco de los grupos de inmigrantes bereberes y árabes que llegaron a al-Andalus en los primeros tiempos de la Conquista y de los sirios que desembarcaron en la década de los años cuarenta del siglo VIII. Desde fechas muy tempranas se tienen noticias de la utilización del puerto de Algeciras como punto de embarque de peregrinos andalusíes que viajaban a La Meca por mar o a pie a través de los caminos costeros que conducían por el norte de África hasta Arabia. Y no fue desdeñable el trasiego de árabes y clientes de los omeyas que cruzaron el Estrecho desde Siria y Egipto huyendo de los abbasíes siguiendo al desterrado príncipe omeya, luego entronizado como Abderramán I.

Monumento a Musa ben Musa, uno de los comandantes andalusíes que pelearon con los vikingos que habían asaltado Sevilla en el año 844.
Monumento a Musa ben Musa, uno de los comandantes andalusíes que pelearon con los vikingos que habían asaltado Sevilla en el año 844.

A través de los diccionarios biográficos, -analizados por la arabista Manuela Marín-, conocemos los nombres de varios ulemas de Algeciras, pertenecientes a familias bereberes, que en los siglos VIII y IX embarcaron en su puerto para hacer la Peregrinación a La Meca o en misiones de carácter diplomático por encargo de los emires cordobeses, como Abbas ben Nasih, fallecido entre el 845 y el 852, y Yahyá ben Yahyá -hijo del gobernador de la cora algecireña Yahyá ben Katir- que viajó a Oriente con Abu Zayd al-Tamimi, también originario de Algeciras.

Al mismo tiempo que el puerto de al-Yazira al-Jadrá se estaba convirtiendo en punto de arribada de inmigrantes norteafricanos o de embarque de ulemas y sabios que viajaban a Oriente para hacer la Peregrinación o para aprender de los sabios de aquellas tierras, se estaban iniciando los contactos diplomáticos y comerciales con los puertos norteafricanos que conducirían, a finales del siglo IX, pero sobre todo a partir del reinado de Abderramán III (primera mitad del siglo X) al establecimiento de los omeyas cordobeses en tierras del Magreb, cuyos ejércitos embarcaban en el puerto de Algeciras (como se verá en el próximo capítulo), con la finalidad de controlar a los fatimíes norteafricanos y las rutas del oro subsahariano que llegaba a los puertos del Mediterráneo. No cabe duda de que una muestra precoz de la importancia que estaba adquiriendo Algeciras como puerto de comercio con el norte de África la tenemos en la presencia en la ciudad del comerciante algecireño y gobernador de la ciudad, Yahya ben Katir, en los años centrales del siglo VIII, del que sabemos que se dedicaba a importar plata desde la región de Tánger para la Casa de la Moneda del emir de Córdoba.

Felús. Moneda de cobre de tiempos de la Conquista de al-Andalus hallada en Algeciras
Felús. Moneda de cobre de tiempos de la Conquista de al-Andalus hallada en Algeciras / (Museo Municipal)

La entrada por el puerto de Algeciras de inmigrantes procedentes del Magreb o de Oriente estuvo, en ocasiones, acompañada de costumbres, ideas y doctrinas que eran ajenas a la sociedad mixta (musulmana, cristiana y judía) que se estaba formando en al-Ándalus. Por el puerto algecireño entró la doctrina malikí, que tanto arraigo tuvo en la Península, no en vano era su principal valedor el algecireño Yahyà ben Yahyà (nacido en el 769), destacado ulema que llegó a ejercer de asesor para temas jurídicos del emir Abderramán II; y la herejía que tantos disturbios había provocado en el Magreb: el jariyismo. Durante el emirato de al-Hakam I, entre los años 798 y 818, se produjo un levantamiento en Algeciras protagonizado por bereberes de la secta jariyí. Según el historiador Ibn al-Qutiyya, que vivió en la primera mitad del siglo X, el poeta algecireño y cadí de la ciudad Abbas ben Nasih fue el que animó al emir, por medio de un poema, a reprimir a los jariyíes que habían surgido en su ciudad natal antes de que la revuelta tomara mayores proporciones. Al-Hakam I marchó contra la ciudad al frente de un ejército actuando con dureza y pasando a cuchillo a los jariyíes algecireños.

Hasta mediados del siglo IX la ciudad y su puerto carecían de los medios de defensa necesarios para evitar ataques piráticos venidos desde el mar. El control por el poder musulmán de ambas orillas del Estrecho y la escasa preparación naval de las tribus bereberes quizás hicieron innecesarias costosas obras de defensa en la nueva fundación y en otras ciudades como Lisboa o Sevilla, máxime cuando el esfuerzo de las autoridades del emirato se centraba en la consolidación de las estructuras político-administrativas y económicas del nuevo Estado y en afianzar y extender los procesos de islamización y arabización. No existían peligros cercanos que amenazaran por vía marítima las ciudades costeras de al-Ándalus. Esto explicaría la facilidad que encontraron los normandos cuando, primero en el año 844 y después en los años 859-861, asaltaron Lisboa, Beja, Sevilla, Algeciras y Nakur (en el Magreb).

Mercaderes musulmanes pesando sus mercancías. Siglos X-XI
Mercaderes musulmanes pesando sus mercancías. Siglos X-XI / (Museo de Arte Islámico de El Cairo)

Algeciras asaltada por los vikingos

En el verano del año 859, una flota formada por sesenta bajeles, que procedía de la isla de Thanet (costa sureste de Inglaterra) y venía mandada por un jefe vikingo de nombre Hastein, arribó a la bahía de Algeciras después de haber mantenido un encuentro cerca de la costa del Algarve con la escuadra musulmana que el emir había puesto en el mar prevenido por el terrible desastre del 844, cuando Sevilla sufrió un saqueo de siete días por los vikingos.

Según el cronista Ibn Idari “se apoderaron de Algeciras e incendiaron la mezquita aljama”. Ibn al-Atir añade que, “antes de entrar en la ciudad, acamparon alrededor de ella para, desde allí, entablar la batalla”. Al-Himyari -siguiendo al ceutí al-Idrisi- asegura que “la Mezquita de las Banderas de Algeciras recibió ese nombre porque los normandos colocaron en ella sus enseñas cuando asaltaron la ciudad”. Añade este compilador que los bastidores de una de las puertas de la citada mezquita se reconstruyeron con la madera de los barcos normandos capturados.

Según la Crónica General de España, los vikingos “combatieron la ciudad durante tres días, la ocuparon, la quemaron y se llevaron gran haber”. Es posible que los habitantes de la ciudad que lograron escapar del asalto se refugiaran en los montes cercanos y que, tres días más tarde, apoyados por los soldados del yund, establecidos en la vecina región de la Janda, lograran contraatacar y expulsar a los invasores infringiéndoles la pérdida de algunos de sus bajeles.

El puerto y la ciudad de Tánger según el Civitates Orbis Terrarum, donde el comerciante de Algeciras Yahya ben Katir tenía concesiones para la explotación de plata a mediados del siglo VIII.
El puerto y la ciudad de Tánger según el Civitates Orbis Terrarum, donde el comerciante de Algeciras Yahya ben Katir tenía concesiones para la explotación de plata a mediados del siglo VIII.

Lo cierto es que el éxito del asalto vikingo a Algeciras demuestra la debilidad de las estructuras defensivas de la ciudad a mediados del siglo IX, así como la escasez de fuerzas existentes en la zona para acometer la defensa dinámica de un puerto de tanta importancia estratégica para el emirato. No cabe duda de que estas incursiones piráticas debieron influir decisivamente en la creación de una escuadra que vigilara las costas atlánticas de al-Ándalus. Ibn al-Kardabus refiere que “durante el emirato de Muhammad I (852 a 856) se construyeron 600 navíos de guerra”. También se llevó a cabo la construcción de murallas en las ciudades portuarias que habían sido objeto del saqueo vikingo como Sevilla y Algeciras. Según el historiador Ibn Hayyán, “las murallas de Algeciras fueron edificadas (o reconstruidas) durante el emirato de Muhammad I”.

Joaquín Vallvé refiere que los normandos volvieron a atacar las costas del Estrecho dos años más tarde, en el 861, aunque, en esta ocasión, los musulmanes se hallaban preparados para rechazar la agresión, venciendo a la flota vikinga en aguas de Barbate. Para Christine Mazzoli, a través de estas expediciones se detecta el escaso nivel de urbanización existente en la zona meridional de al-Ándalus. Sin embargo, en el caso de Algeciras, una ciudad portuaria de alto valor estratégico para el poder central, la realidad debió ser diferente. Algeciras era, a mediados del siglo IX, un espacio urbanizado (aunque la arqueología no haya aportado hasta ahora restos importantes), con una población estable, con suficientes riquezas como para atraer a los vikingos buscadores de botín, pero carente aún de un adecuado sistema de defensa estática. La existencia de una mezquita aljama desde mediados del siglo VIII, mandada edificar por el emir Abderramán I; de, al menos, otra mezquita menor (llamada de las Banderas); la temprana presencia de cadíes (jueces); la existencia de una actividad mercantil documentada desde el año 780; el nombramiento de gobernadores de la cora desde mediados del siglo VIII, etc., demuestran que el proceso de desarrollo urbano-portuario y de creación de unas estructuras político-administrativas y de islamización estaba muy avanzado cuando los vikingos desembarcaron en el litoral algecireño en el año 859.

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