PERSONAJES HISTÓRICOS (IX)

Rafael Millán Picazo, genio de la zarzuela

  • El músico algecireño está considerado como uno de los mejores autores de este género

  • Su debut con la zarzuela-opereta 'El príncipe bohemio' le dio gran reconocimiento con 21 años

Rafael Millán Picazo, en una imagen tomada en 1916.

Rafael Millán Picazo, en una imagen tomada en 1916.

Rafael Millán Picazo nació en Algeciras, en el número 21 de la calle Munición, el 24 de septiembre del año 1893. Es considerado uno de los más sobresalientes compositores de zarzuelas junto con Amadeo Vives, José Serrano y Pablo Luna. Su padre, Dionisio Millán García, procedía de Pozuelo de Calatrava, provincia de Ciudad Real, y su madre, María Picazo Marín, era natural de Algeciras, así como sus abuelos maternos, Rafael Picazo y Micaela Marín.

Su progenitor era músico militar, director de la banda de música del Regimiento de la Reina de guarnición en Algeciras en los días en que nació Rafael Millán. Las primeras clases de música las recibió de su propio padre, demostrando, desde su tierna infancia, una enorme facilidad para el aprendizaje del arte musical y el dominio del violín y de otros instrumentos como el piano y la flauta, aunque sería el violín el que le proporcionaría sus primeros y muy tempranos éxitos como intérprete.

Dionisio Millán fue destinado a Córdoba en 1898, cuando Rafael sólo tenía cinco años. Siendo aún un niño comenzó a tocar como segundo violín en la orquesta de un teatro de la capital cordobesa y, a los doce años, ya era director de dicha orquesta. En lo que se refiere a sus estudios académicos, el compositor dijo a un entrevistador en 1914: “Mi padre es mi solo maestro. Con él estudié armonía y composición en Córdoba”.

En 1909, con tan sólo dieciséis años, marchó a vivir a Madrid, aunque un año antes había viajado al extranjero para tomar contacto con la música que se hacía fuera de España. Estuvo en Viena y en Bruselas. A su regreso a la capital de España consiguió que lo contratasen como intérprete e, incluso como director de orquesta, en algunas compañías, pero todavía sin una continuidad que le asegurase el sustento ni colmase sus ambiciones como músico. En la temporada de 1914 fue contratado como maestro para formar parte de la orquesta del Teatro de la Zarzuela, que estaba dirigida entonces por el conocido autor de zarzuelas don Pablo Luna. Rafael descollaba, sobre todo, como violinista, instrumento con el que podría haber alcanzado la fama de haberse dedicado en exclusiva a él. Sin embargo, sería a la composición lírica a la que se dedicaría con entusiasmo y enorme éxito, escribiendo partituras célebres para zarzuelas, operetas, revistas y otros géneros menores.

Por aquellos días, la empresa del Teatro de la Zarzuela decidió poner en escena una composición que había escrito un desconocido violinistas de la orquesta -Rafael Millán Picazo- a la que él y Manuel González de Lara pusieron texto. Se presentó con el título de El Príncipe Bohemio. De esta manera se estrenó, el 30 de octubre de 1914, la primera zarzuela-opereta en un acto escrita por el músico algecireño que acababa de cumplir veintiún años.

Tras representarse la obra, comenzaron a aparecer en la prensa de la época las primera críticas elogiosas de aquel joven músico de la orquesta que, aunque había compuesto un tema con profundas influencias foráneas (recogía con maestría los ritmos cadencioso y alegres austriacos que caracterizan a Strauss o Lehar), “halaga deliciosamente al oído -en palabras de uno de sus críticos- con melodías fáciles y elegantes, con una orquestación luminosa y brillante, fecunda en combinaciones de timbres y efectos de sonoridad inesperados”.

Cartel anunciador de la zarzuela en tres actos 'El Dictador'. Cartel anunciador de la zarzuela en tres actos 'El Dictador'.

Cartel anunciador de la zarzuela en tres actos 'El Dictador'.

La resonancia del éxito de la zarzuela fue enorme. El músico algecireño había pasado del anonimato a la fama en tan sólo unos días y con una sola obra con la que había demostrado su valía musical, su categoría como compositor lírico y el estar dotado de un indiscutible talento que no había hecho más que comenzar.

El día 9 de enero de 1915 se estrenó, en el mismo Teatro de la Zarzuela, su segunda obra: La Mujer Indecisa, una opereta que fue puesta en escena con la participación de un elenco de grandes figuras como Luisa Vela y su marido Emilio Sagi Barba. El crítico Ignacio Salvador llegó a decir: “Millán es de los jóvenes que prometen dejar muy detrás a un sinfín de compositores matritenses que no saben escribir otra música que marchitas y cuplets”.

En ese mismo año de 1915 llevó a cabo cuatro estrenos y de lo más variado: El Chico de la Peñuela, con libreto de Carlos Arniches, en el Teatro Apolo; en julio una revista en el Teatro Paraíso de Barcelona: La Escuela de Venus; en octubre, el día 2, El Genio de León, en el Teatro Nuevo de Barcelona, y seis días más tarde, La Famosa, en el Teatro Novedades de Madrid. En Barcelona lo llamaban El emperador del paralelo.

Entre los años 1915 y 1925 Rafael Millán Picazo produjo más de cuarenta obras líricas, siendo considerado a lo largo de ese decenio, uno de los más grandes compositores españoles. Además de operetas y zarzuelas, compuso también obras sinfónicas, corales y temas para bandas de música, realizando el Himno de Intendencia Militar durante su periodo como soldado de cuota.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el llamado “género chico”: zarzuelas de temas costumbristas y castizos, del Madrid de las chulapas y las operetas, iba a entrar en franca decadencia, sustituido por lo que se ha venido en llamar “género grande”: las zarzuelas de temas más universales en tres actos con una mayor complejidad compositiva en la que Millán Picazo se mostrará como un verdadero maestro, uno de los más sobresalientes de su época.

Libreto de la opereta 'Las alegres chicas de Berlín'. Libreto de la opereta 'Las alegres chicas de Berlín'.

Libreto de la opereta 'Las alegres chicas de Berlín'.

El 11 de junio de 1919, en el Teatro Centro de Madrid, estrenó la opereta en tres actos, en prosa, El elefante blanco, con letra de Manuel González Lara y Ramón Díaz Mirete y, un año más tarde, el 3 de marzo, en el mismo teatro, una revista titulada Blanco y negro, con letra de Antonio López Monís y Ramón Peña. A principios del 1920, nuestro músico traslada su residencia a Barcelona, ciudad donde residirá durante varios años e iba a dar comienzo la etapa más fructífera de su vida como compositor que le proporcionó los éxitos más sonados y relevantes, como La Dogaresa, El pájaro azul o El dictador. Cuando se puso en escena La Dogaresa, los periódicos de Barcelona se volcaron en elogios de la obra y de la labor de sus autores.

En la siguiente temporada, el 15 de marzo de 1921, de nuevo en el Tívoli barcelonés, alcanzó otro resonante éxito cuando se estrenó El pájaro azul. Pero no sólo triunfaba el músico de Algeciras en Madrid y Barcelona. El 5 de junio de 1921, el diario ABC publicaba la siguiente noticia: “En el teatro Principal de Zaragoza se ha estrenado la aplaudidísima y ya popular revista de López Monís, Ramón Peña y el maestro Millán, “Blanco y Negro”. Los diarios locales dedican encomiásticas reseñas a esta obra…”

En 1926 contrajo una grave enfermedad que lo apartó de su trabajo de composición y dirección. Quedó postrado en una silla de ruedas y alejado del trabajo y de los escenarios por espacio de veintiséis años, aunque sus obras continuaron poniéndose en escena con notable éxito. A partir de 1946, Rafael Millán Picazo mejoró notablemente de su enfermedad pudiendo retornar al trabajo de compositor y estrenando en Barcelona, el 19 de abril de 1952, en el teatro Victoria, su última obra: la opereta en dos actos El tesoro de Golconda.

Falleció en Madrid, a los sesenta y tres años de edad, el 8 de marzo de 1957.

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