"De niña daba citas a mis muñecas"
Entrevista con Inmaculada Palma, única neurocirujana del Campo de Gibraltar
La doctora estudió en el colegio La Inmaculada, el instituto Kursaal y la Universidad de Granada
Ahora vive y trabaja en Alemania, un país que sabe aprovechar su talento
La algecireña Inmaculada Palma Quintana es, que se sepa, la única mujer neurocirujana en toda la historia del Campo de Gibraltar. Sí es muy conocida la figura de otro neurocirujano, su paisano el doctor Ventura Arjona Morón, Medalla de Oro de Andalucía y cuyo nombre se dio a un centro cívico construido en el barrio de San Bernabé. Pero Inmaculada, que ahora vive y trabaja en Leipzig, antigua Alemania Oriental, es toda una pionera. Y ocupa un lugar en la historia médica de este rincón del mundo.
La neurocirugía se centra en las intervenciones quirúrgicas que se realizan en cerebro, columna vertebral y médula. Y es una de las más complicadas de la Medicina.
Un dato: en el año 2001, en los célebres exámenes de Médico Interino Residente (MIR), los jóvenes recién salidos de las aulas universitarias se jugaron 5.000 plazas de todos los colores: pediatría, cardiología, traumatología... Lo que quieran imaginar. Solo había 14 para emprender la especialización en neurocirugía. Y esta exalumna del colegio La Inmaculada y el instituto Kursaal, que se siente orgullosa de su paso por ambos centros, logró una de ellas.
En ese momento feliz por lograr el objetivo, ya quedaba lejos la niña que juntaba a sus muñecas y apuntaba en una libretita las citas que les daba para pasarles consulta. Vocación pura y dura. Hubo un instante de duda en la elección de la especialidad. Fue en los primeros meses en la Universidad de Granada, en la que la traumatología le llamó poderosamente la atención. "Pero también vi que era un trabajo de cierta fuerza y pensé en cómo iba a afrontarla en una guardia en la que estuviera sola... No sé, eso me hizo descartarla y decidirme por la neurocirugía", dice Inmaculada Palma.
La doctora asumió desde el principio que una especialidad tan compleja y delicada no iba a ser un camino de rosas. Supo que necesitaba una muy buena nota en Selectividad, destacar en la Facultad y encarar el MIR siendo consciente de que había muy pocas plazas para convertirse en neurocirujana. Pero lo logró. Y pasó luego cinco años formándose como residente en el hospital universitario de la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid.
Lo recuerda como una experiencia dura y feliz: "Hacíamos unas guardias larguísimas, con intervenciones de muchas horas en máxima tensión". La neurocirugía es así. El especialista se encierra en el quirófano con su equipo y el paciente y las operaciones pueden durar 8, 9, 10 horas o más. Y, normalmente, está en juego la vida de quien permanece anestesiado. O alguno de sus sentidos: el habla, la escucha, la visión, la movilidad. En el cerebro está todo.
Inmaculada Palma nunca deja de prepararse. Por ejemplo, pasó cuatro meses en el Jackson Memorial Hospital de Miami. En esta estancia norteamericana conoció, en San Luis, al doctor turco Gazi Yasargil, fundador de la microneurocirugía y padre de la neurocirugía moderna. El primer destino de Inmaculada duró ocho años en el hospital Puerta del Mar, en Cádiz.
¿Por qué se va el talento que se cría y forma aquí? "La consideración hacia el profesional sanitario ha bajado muchísimo en España. Esto ha llevado a una insatisfacción muy grande, a no sentirse valorado. Yo creo que por eso tantos médicos estamos fuera. La sanidad pública no se ha cuidado. En Alemania es muy diferente y hay tiempo para dedicárselo a los pacientes. Es muy fuerte que alguien confíe en ti para que le abras el cerebro, la columna, y eso requiere el trabajo del galeno de toda la vida basado en poder dar tiempo y confianza a los enfermos", explica Palma Quintana.
La doctora de Algeciras está contenta en Alemania con su marido e hijas, pero echa de menos su país: "Lo que más añoro, por este orden, es la familia, los amigos, la comida y las playas. Cómo olvidar los veranos de mi infancia en Torreguadiaro. Eso siempre está ahí, claro, mis padres, mi hermano Daniel, mi comadre Rocío Fernández...".
Es consciente de que el regreso a Andalucía no es sencillo, pero no lo descarta en un plazo indeterminado. "Quién sabe", concluye.
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