Ocio
El tiempo para el puente en el Campo de Gibraltar

Las oscuras actas del distrito de Algeciras

El Sexenio Democrático en Algeciras (1868-1874)

José González de la Vega, algecireño con alma barreña y espíritu linense, renueva su liderato progresista en la provincia

En la confiada capital reina la desconfianza hacia el nuevo monarca, Amadeo

La controvertida acta electoral de Algeciras

Isla Verde y su faro.

Y llegó el mes de marzo de aquel 1871, tras sesenta días de administrativo y necesario parón para levantar la declaración de constitución de la corporación provincial: “Que dió -según acta- este resultado en votación por papeletas D. José González de la Vega, diez y nueve votos. D. Gabriel Ponde de León, veinte id. D. Antonio Álvarez Jiménez, diez y ocho id. D. Eduardo J. Genovés, diez y siete id. José Sarton, Quince id. Cristóbal González Romo, Seis id. V. Ruiz de Mier, Cinco id. Manuel Barrocal, Cuatro id. Juan Galindo, Tres Yd (Sic). Ricardo Vázquez, Tres Yd. Luis Gierra, Uno Yd. Eduardo Pol, Uno Yd. El Sr. Presidente proclamó individuos de la Comisión provincial por haber obtenido mayoría de votos á los señores.- D. José González de la Vega. D. Gabriel Ponce de León. D. Antonio Álvarez Jiménez. D. Eduardo J. Genovés. José Sarton [...] y para que conste y obre por cabeza del libro de actas de la Comisión provincial instalada en este día firmamos la presente con el Visto Bueno del Sr. Presidente de la expresada Corporación en Cádiz á dos de Marzo de mil ochocientos Setenta y uno Vº Bº González de la Vega”.

Nuevamente el algecireño con alma barreña y espíritu linense renueva su liderato progresista en la provincia. Y por tanto: “Con arreglo al artículo 61 de la ley orgánica provincial fué elegido Vicepresidente de la Comisión el Sr. D. José González de la Vega, que es á la vez Presidente de la Diputación”.

Mientras las instituciones provinciales se organizan para una mejor administración de los territorios, en la confiada capital del reino reina la desconfianza hacia el nuevo monarca y por ende hacia la situación social del país mismo, valga como ejemplo: “En cambio, según las señas, ya tienes un nuevo rey que es hijo de don Victorio y se llama Amadeo, y ha nacido allá en Italia y lo han elegido unos votos de unos caballeros que se llaman progresistas y progresan, es muy cierto, mientras el país progresa hacia atrás como el cangrejo. Siendo una buena oportunidad para el crítico verso: España está muy malita/ y las asisten curanderos/ que la van a echar al hoyo/ con muchísimo salero”.

González de la Vega domina la diputación provincial.

Al mismo tiempo que se observa tal falta de confianza hacia las altas instancias del Estado, a nivel local y en privado ámbito, los ejemplos son contrarios dando gran muestra de ello el farero Fernando Abuina Pradeda, quién: “Declaró haber recibido de su hermano José la cantidad de 480 reales de vellón por herencia de sus padres [...] declarando no tener que reclamar cosa alguna por el expresado concepto”. Abuina Pradeda, quizá fuera el primer farero encargado de los faros de Punta Carnero e Isla Verde -presupuestados en 1861 y 1863 respectivamente-, justificándose la presencia de este en nuestra ciudad en el 71 en los más que posibles trabajos previos a la puesta en marcha de ambos. Años más tarde también se incorporaría a la exigua plantilla de fareros destinados en Algeciras, Manuel Pallarés Güarino.

Y si la confianza familiar imperaba entre los hermanos Abuida Pradeda, siguiendo en el algecireño ámbito, tal rasgo no era menor en el de los negocios entre los vecinos de esta ciudad: “Dña. Teresa Lerdo de Tejada y Domenech y D. Antonio Ruiz Muñiz; la primera viuda, propietaria y tutora de sus menores hijos: José, Álvaro, Ildefonso, Eduardo y Domingo Vázquez Lerdo de Tejada, quién con el permiso del Juzgado de primera instancia de este Partido, quién renueva arrendamiento al segundo, casado y de profesión traficante, un huerto de plantío y arbolado situado en el punto de Palmones [...] propio de dichos menores [...] El contrato es por cuatro años que principiaron en San Miguel del presente [...] la renta se fija en 150 pesetas anuales pagaderas por San Miguel de cada uno del contrato y puestas en casa de la dueña [...] el aprecio de la huerta importante 3.520 reales que recibió el colono por San Miguel de 1866, los pagará al dejarla en dinero efectivo, sino existiere á la sazón los objetos que recibió, no haciéndose mención de granadas y membrillos porque los que hallan al finalizar el arriendo quedarán en beneficio del nuevo colono, como Ruiz los recibió [...] El arrendatario recibió al corriente el caserío y norias, y en esta forma habrá de devolverlas, cuidando de que en los meses de Abril y Octubre se dé una mano de alquitrán á la máquina de la noria, siendo de su cuenta también los reparos menores de cien reales; y cuando excediere avisará a la dueña para que ésta los haga de su cuenta…”.

Y así, mientras la tan necesaria confianza que impera en el ámbito privado hace crecer económicamente a la nación, en el público la falta de ésta se vuelve un freno para el normal desarrollo del sistema que se pretende implantar. Afortunadamente todo parece indicar que en las instituciones periféricas la política se ejerce de mejor modo: “Queda aprobado el señalamiento hecho por la sección respectiva de acuerdo con el Comisario de Guerra de esta plaza para que se fijen los precios á que deben abonarse á los pueblos de la provincia en el mes de Febrero último las especies de suministros que han facilitado los ayuntamientos á las tropas del Ejército en el citado mes”.

Con la lógica alegría tras lo reseñado para las distintas y siempre vacías arcas municipales de los distintos pueblos de la provincia, uno de ellos afrontará un proyecto religioso que significará el culmen de la apuesta que hizo el algecireño González de la Vega por aquella nueva población; proyecto que no estará exento de la intromisión de otros organismos estatales, cuando: “En vista del expuesto elevado por el Ayuntamiento de la Línea á la Excma. Diputación provincial en solicitud de que se le conceda la autorización competente para edificar por medio de limosnas voluntarias un templo católico en el terreno que existe en el intermedio de la Calle de San Pedro y el Arrecife (carretera) que conduce á la Ciudad de San Roque, la Comisión acordó se diga al Alcalde, que siendo de la pertenencia del común de vecinos los terrenos de aquella Villa y careciendo de legalidad la incautación que de ellos ha hecho la Hacienda por motivos expuestos en el expediente instruido á instancias de D. Manuel Gómez, vecino de Gibraltar, se está en el caso de que el Ayuntamiento active sus gestiones para obtener la reivindicación de los mismos terrenos”.

Sin duda, tras la municipal activación que oficialmente se aconseja, estará la institución provincial, y muy especialmente su vicepresidente, para defender a través de la oportuna reivindicación los derechos de los linenses.

Señalación de precios a los que deben abonarse los pueblos de la provincia.

También y por aquellos últimos días del mes de marzo de1871, la corporación provincial decide que: “A propuesta del Sr. Sarton se acordó que durante la ausencia del Sr. Vicepresidente de esta Comisión D. José González de la Vega, se encargue de sus funciones el Decano de la misma D. Gabriel Ponce de León”. Con esta medida González de la Vega dejaba los asuntos en manos de hombres de su plena confianza; recordemos que Ponce de León, le acompañaba fielmente desde que ocupara el algecireño por primera vez y tras La Gloriosa, su puesto como presidente junto a otro miembros como: José Híscio González, Antonio Álvarez Jiménez, Cristóbal González Romo o Manuel Barrocal. En cuanto al proponente de la medida, recordemos, como así quedó recogido en anteriores entregas, que, José Sarton Torres era un total defensor de los intereses de los comerciantes de Gibraltar y de la zona de la nueva población de la Línea; según quedó demostrado en el asunto del falucho Delfín que dos años antes (1869), fue apresado en aguas de Berbería cargado de mercancías procedentes de Gibraltar, siendo conducido posteriormente hasta las aguas de la bahía donde le fue incoado expediente. González de la Vega, como buen estratega lo dejaba todo “atado y bien atado”, mientras atendía otros menesteres de su cargo en la capital del reino.

Al mismo tiempo que el algecireño se aseguraba sus “políticas espaldas”, el controvertido asunto del también algecireño y electoral acta que recogía la derrota republicana en las recientes elecciones, sigue dando que hablar en sede parlamentaria: “Y por fin llegó el turno -al parecer muy esperado por todos los diputados- de Algeciras, Soler no quiso ni debió aceptar el dictamen de sus compañeros favorables á esta acta plagada de grandes vicios de elección, y lo que es más grave que declara haber votado casi todo el regimiento de Fijos de Ceuta, compuesto de penados, y por tanto inhabilitados para el ejercicio de ciudadanía”.

El decano Ponce de León sustituye a González de la Vega.

Coincidente con la crisis parlamentaria generada por los resultados en la circunscripción algecireña, en nuestra ciudad el propietario local Manuel Izquiano Orozco, para solventar sus privados problemas legales, presentes o futuros: “Otorga plenos poderes al procurador Don Miguel Colety Mora, para que represente á su persona, acciones y derechos le ayude o defienda en cuantos pleitos, causas y negocios, así civiles como criminales en el día tiene y en lo sucesivo pueda ocurrirle con cualquier clase de persona o corporación, entable á su nombre las demandas que se ofrezcan ordinarias, ejecutivas, desahucios o de cualquier otra clase…”.

Recordemos que el citado procurador era hijo del escribano afincado en nuestra ciudad, Miguel Colety de la Calle y de María Mora Negri; Colety Mora, tenía en propiedad el cortijo nombrado El Tesorillo, situado en la gran dehesa del Novillero. Además de a Manuel Izquiano, también ejercía la representación del farmacéutico ceutí, con inmuebles en nuestra ciudad, Pascasio García Rodríguez, o la administración judicial de José Moreno Ortíz, quién a su vez era dueño de la popular e histórica suerte situada al sur de la playa de Getares y denominada, desde tiempo inmemorial como El Lazareto.

También y por aquellos días de zozobra política en la capital de España, estando en su morada gravemente enfermo el algecireño Vicente Segovia Guisado, expresó: “Que su cadáver se sepulte en el Cementerio de esta Ciudad con el entierro de la hermandad del Santo Cristo de la Espiración, de la que soy cofrade. Declaro que hace unos veinticinco años y siendo soltero, contraje matrimonio en esta Ciudad con Ana García Ros, que también lo era, del cual tuvimos cuatro hijos que murieron en la infancia, sucediéndole á poco su madre [...] Ya viudo contraje segundo matrimonio en esta misma Ciudad con Catalina García y Ros, hermana de la anterior; que era soltera, del cual hemos procreado cuatro hijos llamados: Vicente, José, Ramón y Vicente; de los que viven el segundo y cuarto, habiendo fallecido el primero y tercero en edad infantil; y á este segundo enlace con la referida Catalina García, ella solo aportó las cortas ropas de su uso, y yo llevé las mías, el ajuar de casa y seis mil reales en efectivo”.

Segovia Guisado había nacido en nuestra ciudad en 1819, era hijo de Vicente Segovia, natural de Villarrobledo y de la casareña Juana Guisado. Dejaba en herencia a sus hijos sobrevivientes -José y Vicente-, entre otros bienes e inmuebles: “Un patio con varias viviendas situado en el número 14 de la calle de las Huertas; una cajón o casilla de mampostería en la Plaza de la Palma ó del Mercado; las ropas de mi uso, muebles de casa y el tráfico de matanza y venta de ganado de cerda que es mi ocupación”. Como tantos pequeños y olvidados industriales locales, Vicente Segovia participó activamente en el difícil sostenimiento de la pobre y necesitada economía algecireña de la época.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último