Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El antiguo Calvario (III)
Observatorio de La Trocha
Las primeras películas que se proyectaron en la ciudad se podrían ver en un cine improvisado de la plaza Alta
Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El antiguo Calvario (II)

Atendemos en esta entrega a la continuación del primer tramo, entre la plaza de Andalucía y el Parque. Ya nos hemos ocupado de la acera sur y ahora veremos la acera del norte, la correspondiente a la antigua Alameda Nueva. En este caso, hemos de recordar los tres importantes edificios que eliminaron los restos de la Alameda. Si iniciamos el recorrido desde el punto más alto, vemos el colegio General Castaños, que ya fue tratado en nuestra entrega anterior.
La siguiente edificación era el desaparecido Casino Cinema, tan recordado y tan representativo de una época, pero cuya influencia fue desastrosa en el urbanismo de Algeciras, como veremos en su momento. Fue un equipamiento plenamente lúdico desde sus primeros momentos y su historia arranca en realidad cuando, en 1880 la Sociedad Casino de Algeciras creó en terrenos de la Alameda una caseta de madera para celebrar bailes durante la feria. Pero entre 1913 y 1915 se edificó allí el llamado Pabellón del Casino, una estructura ya permanente, según planos del teniente coronel de la Comandancia de Ingenieros, Federico Mendicuti y Surga, que también dirigió las obras.
Al estar construido sobre una pendiente, a fin de nivelar el terreno fue preciso edificar primero un gran basamento para lograr la base horizontal. El pabellón era de planta rectangular, edificado sobre la citada base o plataforma, de forma que dejaba un espacio central a nivel inferior, donde se celebraban los bailes, rodeado a mayor altura por un sistema de palcos, a modo de los existentes en los teatros. El eje mayor estaba orientado en sentido este-oeste y tanto los citados palcos, como la estructura de techo, eran metálicas, con arcos que se manifestaban tanto al interior como al exterior del edificio, que más adelante se fue reformada en sus extremos para convertirse en cine. Otra interesante estructura metálica la presentaba la desaparecida pescadería situada en la calle homónima, que conecta la Plaza Baja con la Marina.

Pese a estar ocupados los dos extremos menores por esa reforma, es posible reconstruir el conjunto en sus inicios, ya que todo el “marco” rectangular que rodeaba el espacio de baile estaría resuelto de igual manera, con palcos y arquerías metálicas que daban tanto al interior como al exterior del edificio. Calculado para un uso veraniego, pensamos que en un principio fue concebido con el espacio central abierto a modo de patio, con su cobertura correspondiente en la zona elevada de los palcos, y que fue cubierto con un gran tejado a dos aguas para su uso en toda época del año, con lo cual el sistema de cobertura recordaba el de una iglesia, quedando el antiguo espacio central a modo de “nave central”, mientras que las coberturas de los palcos hacían el papel de las tradicionales naves laterales propio de la arquitectura religiosa tradicional.
En los últimos tiempos del conjunto, en la actual avenida de Blas Infante existía una escalera monumental, con dos tramos simples enfrentados y separados por una amplia galería. Esta instalación, al igual que otra semejante en la fachada norte, permitía acceder a los palcos. Ignoramos como se resolvían los accesos en las fachadas pequeñas, pero el conjunto buscaría una uniformidad. Hemos visto alguna fotografía muy antigua en la cual, la citada galería entre los tramos este y oeste de la escalera, estaba cubierta con tejado, convirtiéndose así en un espacio apto como vestíbulo.
A consecuencia del uso como teatro y cinematógrafo, el antiguo pabellón sufrió una reforma muy interesante, que todavía no ha sido justamente valorada para el empleo como cine. La transformación consistió básicamente en adosar un edificio por el oeste, donde se alojaba la cabina de proyecciones y todo lo relativo a ese uso, mientras que la otra fachada pequeña del pabellón rectangular, la orientada al este o la bahía, desaparecía también al serle acoplado un voluminoso edificio de varias plantas, mucho mayor que el del lado oeste dedicado a vestíbulo, taquillas y al espacio necesario para los camerinos del teatro.

La pantalla de proyección se situaba entre el antiguo pabellón y el citado nuevo edificio, que a pesar de la pantalla comunicaba con el escenario situado ante la gran sala. Esta tenía la antigua pista de baile convertida en patio de butacas, flanqueado por las antiguas galerías superiores del pabellón, ahora convertidas en palcos del nuevo teatro-cine. Durante muchos años se conservó ante el escenario un viejo y modesto piano, superviviente de los tiempos en que las películas mudas eran animadas con música.
El local al parecer no tenía buena acústica en sus primeros tiempos, pero recordamos que esta era correcta al menos desde los años 50 del pasado siglo, hasta el cierre y derribo del cine. Posiblemente, la solución a ese problema fue el cubrir todo el patio de butacas con un inmenso paño, que, a modo de gigantesca tienda de campaña, pendía del eje longitudinal del techo, formando primero dos aguas, y luego otras dos secundarias a modo de “naves laterales” hasta el borde superior de los palcos. Pintado de gris muy oscuro, para ayudar a la oscuridad de la sala, era majestuoso y un tanto siniestro, pero cumplía bien su función y confería a aquel espacio una innegable personalidad.
El suelo de la sala, como es preceptivo, estaba inclinado para una buena visualización de la pantalla y no podemos recordar si para ello se utilizó en parte la antigua pendiente natural de la alameda nueva, que por cierto fue conocida sucesivamente como alameda del Calvario, en un principio, de Canalejas, a partir de 1912, del General Sanjurjo, tras la Guerra Civil y en la actualidad de Blas Infante.

La fachada del sur o principal tenía cuatro plantas y una curiosa disposición en tres “calles” o sectores verticales, los de los extremos a menor altura, en armonía con los faldones laterales en los costados del patio de butacas correspondientes a los palcos del viejo pabellón, también más bajos que el cubrimiento del patio de butacas.
En la planta baja, estaba la entrada principal y las taquillas, resolviéndose los huecos, como en casi todo el edificio, por medio de arcos escarzanos. La segunda planta, la más interesante, tenía su elemento principal en un conjunto de tres huecos, más alto el central, resueltos esta vez con arcos de medio punto, fórmula repetida en las puertas laterales del edificio añadido, en el extremo opuesto la “cabecera” o instalaciones de proyección. La tercera planta era una simple sucesión de grandes ventanas y la cuarta planta presentaba en su frente y laterales una fila de óculos u ojos de buey, es decir, ventanas circulares. El remate era en azotea, con cráteras u elementos ornamentales a modo de vasijas en las esquinas. Era muy curioso el jambaje en la fachada, con algunos huecos unidos por “tiras” sobresalientes que conectaban con las líneas horizontales de igual factura que hacían la función de cornisas.
El conjunto de esa extraña fachada tenía un indudable empaque visual por su volumetría. Como cine, las proyecciones fueron constantes durante décadas y en la función de teatro se recuerda que actuaron buenas compañías, actuando además los mejores cantantes de la época.

La decadencia de los cines en Algeciras vino a coincidir con la desaparición del edificio, que fue derribado tras desmontar y vender su estructura metálica, en 1970. La desaparición de los cines es un fenómeno más complejo de lo que parece. En los años 50 y 60 del pasado siglo, el cine era el principal esparcimiento que había en la ciudad y recordamos los siguientes lugares de proyección, desde los cines cubiertos o de invierno, como Casino Cinema, Florida, Almanzor, Fuente Nueva y Terraza o, por otra parte, los establecidos como de verano o al aire libre, o sea: Delicias, Sevilla, Fuente Nueva de verano, Terraza de verano, Alegría, Avenida A y Avenida B o bien aquellos más precarios, establecidos provisionalmente ante la fuerte demanda de películas, como los estadios del Mirador y el Calvario o la Plaza de toros de la Perseverancia.
Una mención especial merece la céntrica plaza Alta, donde al parecer se proyectaron en Algeciras las primeras películas. Se cuenta que la pantalla era muy delgada y se transparentaba, pudiéndose ver la película por los dos lados, uno, el correcto, era de pago, pero se podía ver lo mismo, solo que, en otro sentido y bastante mal, por el otro lado. No hablamos aquí de cines posteriores a 1970, ya que no coinciden con el gran apogeo del cine en la ciudad. Entre ellos el desaparecido Lys, en la calle Sevilla, los también desaparecidos Multicines las Palomas o el de más reciente creación y en perfecto uso, el Yelmo Premium Puerta de Europa. También merecen un recuerdo otros lugares de proyección de carácter más privado, como el cine del Colegio Salesiano, con seleccionadas películas de gran calidad.

En cuento a la desastrosa incidencia del Cine Casino en el urbanismo Algecireño, diremos que no estaba alineado con el Parque María Cristina, por lo que suponía un estrechamiento de la avenida, pero lo más importante es que estaba interpuesto en la trayectoria lógica ante una prolongación de la calle Sevilla hacia el norte y , por otra parte, la posibilidad del derribo del cine no fue tenida en cuenta al planificar la plaza del ambulatorio, ni las calles que continúan hasta la actual calle Salvador Allende, por lo cual el popular y entrañable cine contribuyo al fracaso del ensanche urbanístico de la ciudad hacia el norte.
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