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La llegada del ferrocarril a Algeciras: construcción del muelle de madera (1892- 1894)
Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa
Para los ciudadanos de Algeciras, los muelles y la enorme actividad que había generado la llegada del ferrocarril eran una auténtica bendición
El proyecto de Juan Martínez Villa para un puerto en Algeciras (1859-1864)
El primer muelle de mampostería de Algeciras (1870-1875)
Gran decepción debió provocar en las autoridades municipales de Algeciras y en los comerciantes e industriales de la ciudad el abandono del ambicioso proyecto del ingeniero Juan Martínez Villa de un puerto para la ciudad -descrito en el capítulo anterior- después de medio siglo de vanos intentos, proyecto que, por fin, había sido aprobado por la Superioridad, subastadas las obras el 26 de octubre de 1860 y adjudicadas a una empresa constructora; pero que nunca llegaron a acometerse.
El Ayuntamiento, pensando los munícipes que nada podían esperar de las autoridades del Ministerio y que urgía poder contar con algún tipo de muelle para atender el creciente tráfico de barcos obligados a fondear junto a la Isla Verde, construyó, entre los años 1870 y 1875, a sus expensas, el llamado Muelle Comercial en la margen izquierda del río, entre éste y la playa de la Marina. Este muelle-malecón tenía una longitud de 60 metros y una anchura de 10. Aunque su operatividad pronto quedó muy mermada a causa de los aterramientos producidos cada invierno por las avenidas del río y su exiguo calado.
Proyectos de los años 1887, 1891 y 1895 que nunca se acometieron
Sin embargo, nuevos proyectos para la construcción de un puerto en Algeciras fueron redactados entre los años 1887 y 1895 que, como el non nato del ingeniero Juan Martínez Villa, nunca llegaron a hacerse realidad. ¿Existía alguna mano negra que hacía descarrilar los proyectos de construcción de un puerto para Algeciras? Consistían en ampliaciones y actualizaciones presupuestarias del elaborado por el ingeniero Martínez Villa. El primero de ellos fue el que redactó, en el año 1887, el ingeniero Luis de la Orden basándose en las propuestas realizadas, casi treinta años antes, por Martínez Villa. Sin embargo, la Jefatura de Obras Públicas entendió que era mejor solución el proyecto del señor Martínez Villa, quedando el del señor de la Orden paralizado. El segundo fue el Proyecto de Conservación del Puerto de Algeciras, aprobado por Real Orden de 23 de junio de 1891, y el último, que nunca se hizo realidad, como los anteriores, fue el redactado por Enrique Martínez y Ruiz de Azúa en el año 1895.
La ciudad de Algeciras al final del siglo XIX
Desde que comenzó la expansión del ferrocarril por España se acometieron estudios para llevar el nuevo y revolucionario medio de transporte hasta la bahía de Algeciras, más por atender los intereses ingleses centrados en Gibraltar que por favorecer el desarrollo de los pueblos españoles del entorno. No obstante, las autoridades eran conscientes de que, al mismo tiempo que llegada el ferrocarril, debía abordarse la modernización de la ciudad, la urbanización de sus calles y la creación de hoteles para atender a los viajeros que llegaran en tren.
En la última década del siglo XIX, Algeciras, favorecida por el auge general logrado durante la Restauración y la Revolución Industrial, vivirá su etapa más próspera desde el resurgimiento de la ciudad a principios del siglo XVIII. A partir de 1880 se acometieron obras de adoquinado y dotación de madronas para la recogida de aguas residuales. Entre 1884 y 1894 se adoquinaron las calles San Pedro, Convento, Real, Tarifa, Rocha, General Castaños, Cristóbal Colón y los alrededores de la Plaza Alta.
La llegada del ferrocarril en 1892, la construcción del Muelle de Madera, inaugurado dos años después, y las mejoras de las comunicaciones viarias con Tarifa y Cádiz hicieron que la ciudad se extendiera hacia el sur. La denominada Villa Vieja, situada en las inmediaciones de la vía férrea, comenzará a revalorizarse, erigiéndose en esta zona chalets de lujo y hoteles como el Reina Cristina y el Anglo-Hispano. Emilio Santacana nos dejó un testimonio de aquella transformación que estaba protagonizando Algeciras. Escribe el alcalde literato: “Estas importantes obras (se refiere al Hotel Reina Cristina y a los chalets surgidos en su entorno), unidas a las del muelle del ferrocarril, han operado un efecto sorprendente. Lo que antes se hallaba casi abandonado en el barrio Sur del Río, hoy se ve solicitado con empeño. Los propietarios, al columbrar el porvenir que a dicho barrio se presenta restauran sus fincas… Algunos de ellos(vecinos del Peñón) han empezado a edificar casas de recreo en los entornos del Hotel”.
Pero el desarrollo de la ciudad abarcó muy diversos aspectos, además del urbanístico. Desde mediados del siglo XIX se documentan en la ciudad tres fábricas de corcho, y cuatro a finales de siglo, vinculadas a empresarios catalanes. La población había alcanzado la cifra de 13.000 habitantes en 1895. La belleza de la ciudad, con sus calles bien adoquinadas, las blancas fachadas de sus casas y las rejerías, era apreciada por los forasteros que visitaban Algeciras. Ramón Martínez García, que estuvo en la ciudad el 4 de mayo de 1897, escribió lo que sigue: “Parece y es Algeciras una importante ciudad por sus edificios y hermosos contornos. Se ve una iglesia con elevada torre,el acueducto sobre el río de la Miel y jardines. Es Comandancia general y hay guarnición numerosa por su posición frente al Peñón”.
Llegada del ferrocarril y construcción del Muelle de Madera
Esa era la ciudad que, situada frente a la pujante colonia inglesa, vería, por fin, colmados sus deseos de poseer un puerto que fuera el motor de su desarrollo, paralizado en los últimos cien años por la falta de instalaciones portuarias y de caminos que la unieran con Cádiz, Málaga y Ronda. Aunque el tan esperado proyecto de construcción de un puerto llegó de la mano de una empresa extranjera: The Algeciras-Gibraltar Railway Company Limited (Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras).
La empresa inglesa proyectaba tender una línea entre la estación de Bobadilla y Gibraltar con la construcción de un puerto en Puente Mayorga. El Gobierno de la Nación entendió -muy acertadamente- que aquel trazado, que sólo beneficiaba los intereses de la Roca, pondría en manos extranjeras el futuro desarrollo de la bahía y la futura expansión portuaria de la ciudad de Algeciras. El Gobierno obligó a la empresa inglesa a modificar el trazado haciendo que la línea terminara en Algeciras, donde se construiría un muelle para la conexión, mediante vapores, con el puerto de Gibraltar.
En el mes de septiembre de 1888 comenzaron las obras por los dos extremos de la línea para facilitar el acopio de materiales. El tramo final, entre Ronda y Jimena, entró en servicio el 27 de noviembre de 1892. En 1893 se construyó un ramal desde la estación algecireña (en la calle Agustín Bálsamo) hasta el Muelle de Madera que se instaló en ese mismo año, estando ya en servicio a principios del año 1894. Este muelle arrancaba en la orilla derecha del río, enfrente del conocido ya como Muelle Viejo.
Se trataba de un muelle sostenido por pilotes sobre el que discurrían las vías del ferrocarril (primero una y luego dos). Disponía, desde el año 1899, de un tacón lateral con una grúa de vapor para carga y descarga desde los barcos a los vagones, y viceversa. Emilio Santacana escribe que “la orilla izquierda (debe decir derecha) o sea Sur del río, tenía muros medio derruidos y delante de ellos había una pequeña playa en la que varaban embarcaciones menores. Todo esto desapareció cuando la Compañía del Ferrocarril hizo el muelle de madera y llevó allí la locomotora”. A partir del año 1894 el puerto de Algeciras contó con un muelle de titularidad pública (el Comercial) en la orilla izquierda del río, y el de Madera erigido por la Compañía Inglesa del ferrocarril.
El Muelle de Madera era utilizado por la Compañía del Ferrocarril para desembarcar el carbón que necesitaban sus locomotoras y otras mercancías y, por medio de la Compañía de Vapores Sur de España, llevar pasajeros hasta Gibraltar. Pero, pronto, aquellas infraestructuras quedaron obsoletas, expresando la compañía inglesa a las autoridades españolas, en 1906, la necesidad que tenía de construir un nuevo muelle, en esta ocasión de mampostería. Para los ciudadanos de Algeciras, que habían pugnado, a lo largo de setenta años, por la construcción de un puerto, aquellos dos muelles y la enorme actividad que, gracias a la llegada del ferrocarril, se había generado, eran una auténtica bendición.
Aunque desde la construcción del Muelle de Madera el Comercial sólo se utilizaba para el atraque de barcos pequeños, todavía en el año 1910 servía para el atraque de los faluchos que iban a Gibraltar con carga o pasaje. En ese año, el escritor Luis de Armiñán embarcó en este muelle para visitar la colonia inglesa. Escribe lo que sigue: “Ahora vamos en un falucho a Gibraltar… Son las seis de la mañana de un día de junio… Con el bichero se ha separado el falucho del muelle de piedra de Algeciras. Es un muelle corto y ancho, que tiene delante, en veinte brazas, la plana piedra de la Galera y un poco más allá la Galerilla, como un hijuelo que le saliera a la mayor… A remo se toma la distancia, mientras en el muelle de madera (al otro lado del río), que avanza un poco más, el vapor Aline despega moviendo el agua con sus ruedas”.
Con la publicación de este capítulo finaliza la serie Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX) que ha venido publicando el diario Europa Sur en los últimos meses. A partir de las próximas semanas se inicia otra serie titulada "Ciudades antiguas, monumentos y fortificaciones del Campo de Gibraltar".
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