El proyecto de Juan Martínez Villa para un puerto en Algeciras (1859-1864)
Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)
El Ingeniero Jefe de la Provincia reformó y mejoró los trabajos preliminares del Ingeniero del Distrito de Sevilla Canuto Carroza, realizados en 1847 por encargo del Ministerio de Fomento
La Guerra en Marruecos hizo ver al Estado de la necesidad de las obras, pero la inestabilidad política volvió a demorar la ejecución del ansiado puerto
Algeciras y su inexistente puerto entre 1807 y 1859
El 20 de octubre de 1851, durante el reinado de Isabel II, se creó, de manera definitiva, el Ministerio de Fomento de España por el Gobierno de Juan Bravo Murillo, una de cuyas funciones era el desarrollo de las obras públicas. Representó un paso decisivo para la agilización de la administración y gestión portuaria de España una vez aprobado el Real Decreto sobre “administración y servicio de construcción y limpia y conservación de los puertos mercantes de la Península e islas adyacentes”, que constituyó la primera legislación moderna sobre puertos y el precedente con el que se inició la actual administración de los puertos españoles. Su creación fue acogida con optimismo por las autoridades de Algeciras, pues el presidente Bravo Murillo supo rodearse de relevantes técnicos en temas de infraestructura y presupuestar, su Gobierno, sumas importantes de dinero para la realización de proyectos.
Sin embargo, en las décadas que siguieron, la evolución política de España echó por tierra las enormes expectativas que el Gobierno Moderado había originado con las primeras normas sobre realización de obras públicas. El destronamiento de la reina Isabel II con la Revolución de 1868, la desastrosa etapa de la Primera República, el disgregador cantonalismo y la Tercera Guerra Carlista acabaron con las prometedoras expectativas de que se pudieran aprobar los proyectos portuarios que Algeciras tanto necesitaba.
A pesar de ello, en el año 1859, Juan Martínez Villa, Ingeniero Jefe de la Provincia, elaboró un extenso y ambicioso proyecto, que tituló “Proyecto de un puerto de arribada y refugio en Algeciras” (que se conserva íntegro en el Archivo de la Autoridad Portuaria, Año 1859, Leg. 1, Caja 1), basándose en los trabajos preliminares que, en el año 1847, había realizado, por encargo del Ministerio de Fomento, el Ingeniero del Distrito de Sevilla Canuto Carroza.
Después de los fracasados proyectos de obras elaborados para el incipiente puerto de Algeciras, redactados en los años 1843, 1847 y 1853 -que nunca se hicieron realidad-, el de Juan Martínez Villa parecía que colmaba las expectativas que el Ayuntamiento de la ciudad, las autoridades de Marina, el Comandante General del Campo de Gibraltar y los gremios de comerciantes de industriales llevaban esperando desde hacía casi cincuenta años.
El Proyecto de un puerto de arribada y refugio en Algeciras de 1859
Un acontecimiento sucedido en ese año, la guerra en Marruecos, vino a demostrar cuan necesario era para el Gobierno de la Nación contar con un buen muelle de atraque en el puerto de Algeciras. El traslado de tropas, material bélico y productos de avituallamiento desde Algeciras hasta Ceuta sufrió severos retrasos e inconvenientes por la debilidad de las instalaciones portuarias algecireñas. Esta circunstancia parece que intensificó el interés del Gobierno por dotar a Algeciras del ansiado puerto y reactivó los trámites para poner en ejecución las obras de construcción necesarias.
Es evidente que el Ayuntamiento de Algeciras no había escatimado esfuerzos a la hora de demandar de las autoridades provinciales y nacionales un proyecto para la construcción de un puerto en la ciudad. Pero, una y otra vez, la respuesta era el silencio o la demora sine die cuando algún proyecto llegaba al Ministerio de Fomento. El Consistorio se afanó, en sus contactos con la Delegación Provincial del Ministerio en Cádiz para que, al menos, se acometieran las obras urgentes que se necesitaban para hacer operativo el viejo embarcadero de madera y se reconstruyera el arruinado muro de contención en el curso bajo del río de la Miel.
En 1859, Juan Martínez Villa describía, en el preámbulo de su proyecto con las siguientes palabras la situación en la que se encontraba el citado embarcadero y las escasas obras de reparación que, hasta ese año, habían sido acometidas, la mayor parte de ellas por el Gremio de Mareantes de la ciudad: “El muro de defensa de la orilla izquierda del río hasta su desembocadura -refiere el ingeniero-, por su mala ejecución y desfavorables circunstancias de su situación se encuentra en un estado de completa ruina, así como el embarcadero, no posibilitando el servicio de embarque y desembarque de botes y lanchas, aunque el Gremio de Mareantes pusiese, entre las ruinas de la cabeza del embarcadero, cuatro malas estacas y tablas para que facilitasen el atraque de los botes, que tienen que recurrir a varar en la playa de la Marina”. Juan Martínez Villa, en su proyecto retomó y reformó los non natos proyectos de 1843, 1847 y 1853, mejorándolos, actualizando los presupuestos y aportando nuevos planos y documentos.
Entre los argumentos que expone para justificar la necesidad de las obras a realizar, al margen de incidir en las excelentes cualidades marítimas de la bahía de Algeciras, se encuentra una descripción de la situación en la que se hallaba el viejo embarcadero (construido por el Ayuntamiento a mediados del siglo XVIII). Dice el ingeniero redactor del proyecto que: “el estado de aterramiento en que se encuentra en la actualidad el cauce (del río) y el ruinoso estado del muro que protege y defiende su orilla izquierda, manifiestan bien a las claras el total abandono en que por mucho tiempo ha debido permanecer para que hoy no pueda utilizarse”.
Las principales propuestas contenidas en el proyecto de Juan Martínez Villa consistían en la ejecución de las siguientes obras:
- Construcción de un malecón de escollera o dique de abrigo desde la punta del Rodeo hasta la Isla Verde y de otro, a modo de espigón, sobre los arrecifes situados al norte de la Isla Verde. Las piedras para las citadas escolleras se proponía extraerlas de la cantera de la Aguada, situada en la ensenada de Getares (laderas de la colina que se extiende al sur del arroyo del Lobo).
- Construcción de un malecón de escollera y de un muelle-embarcadero de 260 m. de longitud que arrancaría en la margen izquierda del río de la Miel y llegaría hasta las denominadas piedras de la Galera, en las que apoyaría su cabeza. (El autor del proyecto presentaba un trazado alternativo que podría consistir en que el malecón y muelle arrancasen en la margen derecha del río).
- Encauzamiento de la desembocadura del río de la Miel a partir del puente de piedra (puente del Cristo) haciéndola practicable a la entrada y permanencia de barcas, faluchos y barcos de cabotaje de un arqueo o porte regular. Dicho encauzamiento se realizaría por medio de un muro en cada orilla.
- Revestimiento con un muro o muelle de ribera de la playa conocida como de la Marina “que se encuentra completamente desnuda y desprovista de todo revestimiento para protegerla de los embates de los temporales”.
- Construcción de una casa para Capitanía del Puerto y para Sanidad en la cabecera del muelle proyectado y de otra para faro o luz del puerto en el extremo del espigón previsto al norte de la Isla Verde
Las obras de infraestructura proyectadas habilitarían una superficie de aguas abrigadas de unas 60 hectáreas con un fondo o calado de entre 4 y 10 metros en bajamar, lo que permitiría atracar en el muelle a buques de gran porte y proporcionaría un abrigo cómodo y seguro a un considerable número se navíos.
El proyecto fue aprobado, inicialmente, por Real Orden de 3 de mayo de 1860 y de manera definitiva el 14 de mayo de 1862. El Ayuntamiento logró que se sacaran a subastas las obras el 26 de octubre de 1860 por valor de 11.049.083 reales, adjudicándose en esa fecha, aunque, como no se presentó el contratista en el plazo estipulado, se declaró rescindido el contrato por Real Orden de 22 de marzo de 1861. Para poder contribuir en los gastos que iba a generar el proyecto, el Consistorio había aprobado un arbitrio similar al que cobraba el Estado por el derecho de entrada en el puerto a todos los buques que arribasen con fines comerciales durante diez años.
Habiendo fracasado la subasta, el 8 de mayo de 1862 se procedió a reformar el proyecto, encargándose de dicha reforma el propio Juan Martínez Villa. La propuesta, reformada, se remitió a la Superioridad en diciembre con el visto bueno de la Junta Consultiva, siendo aprobada por Real Orden de 14 de mayo de 1864. En esta ocasión, el presupuesto se había elevado, tras las sucesivas reformas y retrasos, a la cantidad de 16.594.315 pesetas. Desgraciadamente, las obras no se sacaron de nuevo a subasta, quedando abandonado el proyecto y la ejecución de las obras de tan ansiado puerto.
La inestabilidad política que vivió la Nación en los años centrales del siglo XIX, la presencia de la pujante colonia de Gibraltar -emporio del contrabando-, en ocasiones con la complicidad de potentados y políticos de este lado de la frontera, la consiguiente militarización de la zona, las malísimas comunicaciones terrestres y la escasa fuerza de la clase política de la ciudad, serían algunas de las causas que demoraron el asunto del puerto algecireño hasta los últimos años del siglo XIX, cuando la reactivación portuaria de la ciudad llegaría por la intervención de una empresa extranjera vinculada al ferrocarril con la construcción del llamado muelle de Madera entre los años 1893 y 1894.
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