¿Cuándo es inevitable ingresar a un anciano en una residencia para mayores?
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Tomar la decisión de internar a un ser querido en una residencia de ancianos es un paso que nadie desea dar. Lo natural es que nos resistamos a hacerlo, pero, en ocasiones, esta resistencia puede derivar en una situación insostenible, tanto para la persona mayor como para sus cuidadores.
Vamos a ver cuáles son los signos indicativos de que el ingreso residencial es finalmente inevitable y cómo, llegado este caso, podemos encontrar con suma facilidad las mejores Residencias en Sevilla.
El anciano ya es incapaz de cuidar de sí mismo
Aunque esta circunstancia no es por sí sola un desencadenante definitivo del ingreso en una residencia, suele ser el aviso de que hemos de ir buscando alternativas en prevención de un agravamiento repentino de la situación. Estas son las señales indicativas:
- La persona mayor necesita ayuda para alguna o varias de estas circunstancias: comer, ir al baño, ponerse de pie, caminar, acostarse o realizar las rutinas de higiene personal
- En ocasiones se olvida de comer, asearse o vestirse
- Episodios frecuentes de confusión, olvidos y pérdida de memoria
- Pasa todo el tiempo en la cama
- A veces se hace las necesidades por encima
- Dificultades extremas de movilidad
Todos estos trastornos pueden solventarse mediante el acompañamiento de un familiar o con la contratación de un servicio de asistencia a domicilio, pero no ocurre lo mismo cuando se añade alguno de los siguientes factores:
El familiar a su cuidado se encuentra sobrepasado
Es muy habitual que cuando los cuidados del anciano recaen en una sola persona esta termine encontrándose en un estado de agotamiento físico y mental.
Lo cierto es que los sentimientos de culpa de muchos familiares les impiden tomar la única decisión válida para solucionar una situación insostenible en el tiempo: el ingreso en una residencia.
Cuando la situación se prolonga en el tiempo de manera indefinida, en lugar de un problema tendremos dos: cuidar del anciano y solucionar la situación psicológica de su abnegado cuidador.
Caso contrario, estaremos entrando en una espiral en la que el cuidador ya no es capaz de cuidar del anciano ni tampoco de sí mismo.
Son precisas constantes atenciones médicas
Junto con el caso anterior, esta es una de las circunstancias que nos han de llevar a dar el paso definitivo de ingresar a nuestro familiar en una residencia.
Un domicilio particular nunca es el sitio idóneo para recibir atención médica continuada, ni siquiera en el caso de que dispongamos de medios para tener contratado permanentemente a personal de enfermería.
La familia vive lejos
Puede ocurrir que la persona mayor aún no se encuentre en una situación personal crítica pero que nosotros vivamos a muchos kilómetros de distancia.
Cuando esto sucede, una alternativa para no sacar al anciano de su casa ni de su entorno son los servicios asistenciales domiciliarios. Pero esta solución está al alcance de muy pocos bolsillos si lo que deseamos es que la persona esté acompañada las 24 horas del día.
En conclusión, cuando se agotan las alternativas es contraproducente alargar la situación y la mejor solución, tanto para la persona mayor como para su familia, pasa inevitablemente por una residencia de ancianos. El único lugar donde podemos estar seguros de que estarán acompañados, vigilados y atendidos.
Y llegado el caso, en el comparador de residencias Miresi dispones de todas las herramientas para encontrar rápidamente una residencia en Sevilla, adaptada a las necesidades del anciano y a tus posibilidades económicas.
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